Chapter Twenty-Nine

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Unos días después de las situaciones y confusiones que había estado viviendo, Madelaine decidió salir de compras, necesitaba algo de ropa y el hacer compras haría que cualquier chica se sintiera mejor

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Unos días después de las situaciones y confusiones que había estado viviendo, Madelaine decidió salir de compras, necesitaba algo de ropa y el hacer compras haría que cualquier chica se sintiera mejor. Sentía que necesitaba un cambio de aire, algo que la ayudara a encontrar un poco de claridad. Se dirigió a una de sus tiendas favoritas en el centro de la ciudad, buscando perderse entre las prendas y los colores.

Mientras caminaba por los pasillos, seleccionando algunas prendas para probarse, Madelaine sintió una extraña inquietud en el estómago. Trató de ignorarla y concentrarse en su actividad, pero una voz en su cabeza seguía insistiendo en que algo no estaba bien. Al girar una esquina, su corazón se detuvo al ver una escena que no esperaba.

William estaba allí, en una esquina del café de la tienda, con otra chica. Madelaine observó en silencio cómo él reía y la miraba de una manera que solía reservar solo para ella. La chica se inclinó hacia él, y sin ningún tipo de vergüenza, lo besó. William no se apartó; al contrario, correspondió el beso con una ternura que hizo que el mundo de Madelaine se tambaleara.

Madelaine sintió como si el aire hubiera sido succionado de sus pulmones. Se quedó congelada en su lugar, sin saber cómo reaccionar. La traición era evidente y le dolía más de lo que hubiera imaginado. Retrocedió lentamente, asegurándose de no ser vista, y salió de la tienda con pasos apresurados, luchando por contener las lágrimas.

Una vez fuera, Madelaine se sentó en un banco cercano, tratando de procesar lo que acababa de ver. Su mente estaba inundada de pensamientos y emociones contradictorias. Se sentía traicionada, herida, pero también liberada de una manera extraña. La confusión sobre sus sentimientos por William parecía haberse resuelto de manera brutal y definitiva.

Después de unos minutos, decidió que no podía quedarse allí sin hacer nada. Necesitaba hablar con alguien en quien confiara, alguien que pudiera ofrecerle un hombro en el cual apoyarse. Sin pensarlo demasiado, llamó a Malachi.

-¿Malachi? ¿Tienes un momento? Necesito hablar contigo- dijo, su voz quebrada por la emoción.

Malachi respondió de inmediato, preocupado por el tono de su voz. -Por supuesto, Madelaine. Dime dónde estás y voy para allá.-

Le dio la dirección y esperó. En pocos minutos, Malachi llego rápidamente en su auto. Su rostro mostraba una mezcla de preocupación y determinación. Se sentó junto a ella en el banco, sin decir nada, simplemente ofreciéndole su presencia y apoyo.

Madelaine respiró hondo y, con una voz temblorosa, le contó lo que había visto. Malachi escuchó en silencio, dejando que ella soltara toda su frustración y dolor. Cuando terminó, él la miró a los ojos, con una ternura que ella no había notado antes.

-¿Que acaso soy tan difícil de amar?- preguntó Madelaine entre los brazos de su amigo ya en lágrimas

Las palabras de la chica hicieron a Malachi sentirse tan mal. ¿Cómo podría pensar eso? ¿Cómo si quiera podría llegar a creer que es culpa de ella?

-De que hablas Madelaine? No eres difícil de amar y eso te lo puedo asegurar- dijo abrazándola aún más fuerte

-Cómo lo dices tan seguro- contestó entre sollozos quitando las lágrimas de su rostro con sus manos

Porque yo te amo desde que te conocí

No se lo diría pero claro que lo pensó- porque todos tus amigos te amamos desde que llegaste a nuestra vida-

Ella solo se aferró aún más a él. Asintió, sintiendo un nudo en la garganta. -Gracias, Malachi.-

Malachi dio un pequeño beso en la frente de ella y en ese momento, Madelaine sintió una mezcla de consuelo y algo más. Había sido un día terrible, pero estar allí con Malachi la hacía sentir que, de alguna manera, todo estaría bien. A pesar de la traición y el dolor, había encontrado a alguien en quien podía confiar, alguien que estaba dispuesto a estar a su lado sin importar las circunstancias.

Mientras el sol comenzaba a ponerse, Madelaine supo que tenía mucho que enfrentar, pero también que no estaba sola. Y en medio de la tormenta de emociones, una cosa se hizo clara: sus sentimientos por Malachi eran más fuertes y profundos de lo que había imaginado.

 Y en medio de la tormenta de emociones, una cosa se hizo clara: sus sentimientos por Malachi eran más fuertes y profundos de lo que había imaginado

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