Una mañana temprano, Malachi fue despertado bruscamente por sus amigos Mekonnen y Julian. -¡Vamos, hombre, levántate! Vamos a comprar donas,- dijo Mekonnen, jalando las cobijas de Malachi.Malachi, todavía medio dormido y en pijama, se frotó los ojos y murmuró, -¿En serio? Es demasiado temprano para esto.-
Julian se rió. -Vamos, te encantan las donas. Además, necesitamos un poco de diversión antes de comenzar el día de rodaje.-
Resignado, Malachi se levantó y se puso unas zapatillas. Sin cambiarse de ropa, salió del hotel con sus amigos, esperando que nadie del equipo los viera en su estado tan casual. Mientras caminaban hacia la tienda de donas, el aire fresco de la mañana lo ayudó a despertarse un poco más.
-¿Sabes qué?- dijo Malachi mientras bostezaba. -Solo espero no encontrarme con alguien así. No es la mejor forma de verme.-
Julian se rió. -Oh, vamos, seguro que les pareces adorable hasta en pijama.-
Mekonnen añadió, -Sí, hombre, no te preocupes tanto.-
Mientras se acercaban a la tienda de donas, el ambiente era tranquilo y relajado. Malachi comenzó a sentirse más cómodo, disfrutando de la compañía de sus amigos y anticipando las donas que pronto estarían disfrutando y dejando de lado el tema de la pijama.
De repente, Julian se detuvo y miró hacia el otro lado de la calle. -Ey, allá viene Mads- dijo con una sonrisa traviesa. Malachi no le había contado nada al respecto a Julián pero ya tenía una idea de lo sucedido entre ese par.
Malachi se congeló. -¿Dónde?-preguntó, mirando frenéticamente a su alrededor.
En cuanto vio a Madelaine acercándose, trató de esconderse detrás de Mekonnen. -No puedo verla así. ¡Estoy en pijama!- susurró desesperadamente.
Mekonnen y Julian se rieron, disfrutando de la situación. -Tranquilo, hombre. No es el fin del mundo- dijo Mekonnen, aunque claramente divertidos por el pánico de Malachi.
Madelaine los vio y se acercó con una sonrisa radiante. -¡Hola chicos! ¿Qué están haciendo tan temprano?-
Malachi, todavía escondido detrás de Mekonnen, saludó tímidamente. -Eh, hola, Madelaine. Solo vinimos a comprar unas donas-
Ella se rió al ver la escena. -¿Malachi, estás en pijama?-
Él asintió, sintiéndose un poco avergonzado. -Sí, mis amigos decidieron que las donas eran más importantes que cambiarse de ropa-
Madelaine le lanzó una mirada comprensiva y divertida. -Bueno, te ves bien, incluso en pijama. Me alegra verte tan... cómodo- dijo riendo un poco
Malachi se sonrojó un poco pero sonrió. -Gracias, Mads. Me alegra verte también-
-Me uniré a ustedes en su travesía de donas- dijo la chica posicionándose al lado de Julian
Madelaine se unió a ellos en su camino hacia la tienda de donas. Mientras caminaban, el grupo conversaba y reía, haciendo que el momento fuera aún más agradable. Malachi, a pesar de su pijama, y de que la chica por la cual se volvía loco estaba ahí empezó a sentirse más cómodo.
Al llegar a la tienda, el olor a donas frescas llenó el aire, y todos se dirigieron al mostrador para elegir sus favoritas. Malachi, todavía un poco avergonzado, intentaba mantenerse en segundo plano, pero Madelaine no se lo permitió.
-¿Qué donas te gustan, Malachi?-preguntó con una sonrisa, acercándose a él.
Él sonrió, sintiéndose menos cohibido. -Las de chocolate son mis favoritas. ¿Y las tuyas?-
-Me encantan las de crema- respondió ella, señalando una en el mostrador. -Vamos a pedir una variedad para compartir-
Mekonnen y Julian estaban ocupados eligiendo sus propias donas, mientras Malachi y Madelaine se acercaban más, disfrutando de la simple pero agradable compañía del otro. Una vez que todos tuvieron sus donas, se sentaron en una mesa afuera de la tienda, disfrutando del aire fresco de la mañana y del dulce desayuno.
Mientras comían, Malachi no podía evitar notar lo fácil que era hablar con Madelaine. Su risa, su manera de mirar las cosas con optimismo, todo en ella lo hacía sentir bien. A medida que la conversación fluía, hablaron de todo y de nada, desde recuerdos de la infancia hasta sus planes para el día. Se dio cuenta del tiempo que había perdido enfocándose en detestarla. Ahora se preguntaba "Cómo odiar a Madelaine?"
Finalmente, cuando terminaron de comer, se levantaron para regresar al hotel. Madelaine esta vez caminaba al lado de Malachi, y él sintió que el momento era perfecto, aunque no dijera nada en especial. Solo estar con ella hacía que la mañana fuera mejor de lo que había imaginado.
Antes de separarse para ir a sus respectivas habitaciones, Madelaine le dio un suave empujón a Malachi. -Gracias por esta mañana. Sin duda pasar el rato con ustedes es toda una experiencia. incluso andando en pijamas- dijo entre risas
Malachi también rió. -Gracias a ti, Mads. Tú hiciste que todo valiera la pena-
Mientras se alejaba, Malachi sintió que esa mañana había sido más que solo una excursión para comprar donas. Había sido un pequeño pero significativo paso en su relación con Madelaine, uno que recordaría con cariño y que lo acercaba más a expresar sus verdaderos sentimientos.
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