Al día siguiente, en el aeropuerto, las despedidas fueron breves pero emotivas. El ambiente estaba cargado de sentimientos contradictorios: la tristeza de dejar atrás la convivencia diaria y la emoción de regresar a casa después de tres meses de trabajo intenso. El bullicio del aeropuerto contrastaba con la introspección de los actores y el equipo, cada uno lidiando a su manera con el fin de una etapa tan significativa.Madelaine y Malachi, con sus maletas a cuestas, se encontraron en la terminal con los demás actores y miembros del equipo. Habían compartido tantas experiencias juntos que el vínculo entre ellos se había vuelto irrompible. Sin embargo, sabían que era el momento de seguir adelante y enfrentar nuevos desafíos. Las sonrisas forzadas y los ojos brillantes reflejaban la mezcla de emociones que todos sentían.
Madelaine comenzó a despedirse de todos, uno por uno. Tratando de asegurarse de no olvidar a nadie.
-Te voy a extrañar- dijo Madelaine, su voz teñida de melancolía mientras se abrazaba a Malachi. Sentía un nudo en la garganta al pensar en cómo serían sus días sin su amigo cercano a su lado. Las horas pasadas juntos en el set, las largas conversaciones, las risas compartidas, todo parecía tan lejano en ese momento de despedida.
-Yo también te voy a extrañar, Mads- respondió Malachi, devolviéndole el abrazo con fuerza. Sentía una mezcla de tristeza y esperanza. -Pero no es un adiós. Prometimos mantener el contacto, ¿recuerdas?- Sus ojos reflejaban la sinceridad de sus palabras. Había algo especial en su conexión, algo que ambos sabían que no se desvanecería con la distancia.
Madelaine asintió, apretando su mano una vez más. -Sí, lo prometimos. Y sabes que siempre cumplo mis promesas- Sus palabras eran un consuelo mutuo, un recordatorio de que, a pesar de la distancia, siempre tendrían un lugar especial en la vida del otro.
Se separaron lentamente, sus manos deslizándose una de la otra mientras cada uno se dirigía hacia su puerta de embarque. Mientras los aviones despegaban, ambos llevaban consigo no solo los recuerdos de los últimos tres meses, sino también la promesa de un futuro donde su amistad, y quizás algo más, seguiría floreciendo. Las puertas automáticas del aeropuerto se cerraron tras ellos, pero no podían cerrar el capítulo de sus corazones que se había escrito durante esos meses juntos.
Mientras Malachi esperaba el despegue, se permitió reflexionar sobre los últimos meses. Recordó el primer día de rodaje, cuando todo era nuevo y emocionante, y cómo, con el tiempo, había llegado a conocer a Madelaine de una manera profunda y significativa. Desde aquel primer encuentro, había notado que ambos vivian en la misma ciudad, un detalle que él había guardado para sí mismo, queriendo que el descubrimiento fuera una agradable sorpresa en el futuro.
Había algo en ella, en su risa, en su manera de ver el mundo, que lo había cautivado desde el principio. El nerviosismo inicial que sintió al conocerla se había transformado en una confianza cómoda y reconfortante.
En el avión, Malachi se sintió abrumado por una mezcla de emociones. El rodaje había sido una experiencia transformadora, no solo profesionalmente, sino también a nivel personal. Había llegado a conocer a Madelaine de una manera que nunca hubiera imaginado, y esos sentimientos eran algo que atesoraba profundamente. Aunque estaban a punto de "separarse", sentía una esperanza renovada por el futuro. Sabía que lo que habían construido era más que una simple amistad nacida del trabajo compartido. Habían creado un lazo que parecía tener el potencial de durar toda la vida.
Una vez en casa, Malachi trató de volver a su rutina diaria, pero se dio cuenta de que todo le recordaba a Madelaine. Las calles de la ciudad, los lugares que llegaron a frecuentar durante el tiempo libre del rodaje, tiendas que se encontraban a en NZ y Virginia por igual. Incluso extrañaría las pequeñas cosas cotidianas parecían estar imbuidas de su presencia. No podía evitar sonreír al recordar sus conversaciones y las bromas que compartían. Cada rincón de la ciudad parecía estar lleno de memorias de los momentos que habían pasado juntos.
Al pasar por la misma cafetería que en NZ solían frecuentar, recordó las mañanas en las que se encontraban allí antes de dirigirse al set. Madelaine siempre pedía un café con leche y una galleta de chocolate, y Malachi se divertía probando nuevas combinaciones de bebidas. En ese lugar, habían compartido más que café; habían compartido sueños, esperanzas y sus corazones.
Caminando por la ciudad recordaba sus caminatas al lado de la chica, caminatas que compartían después de largas jornadas de trabajo, Malachi se dio cuenta de cuánto echaba de menos esas caminatas. Hablaban de todo y de nada, dejando que la tranquilidad del lugar y el susurro de las hojas les envolvieran. Todo le parecía incompleto sin la presencia de Madelaine a su lado.
Una noche, mientras se preparaba para dormir, encontró una pequeña nota que Madelaine le había dejado en su maleta. "Gracias por todo. No puedo esperar para ver lo que el futuro nos depara. Con cariño, Mads." Leyó esas palabras varias veces, sintiendo una calidez en su pecho. Guardó la nota en su mesita de noche, como un recordatorio constante de su promesa de mantenerse en contacto.
¡No se olviden de votar!