Malachi no podía sacarse a Madelaine de la cabeza. Cada conversación, cada risa compartida, cada momento que pasaban juntos fortalecía sus sentimientos hacia ella. Decidido a ser honesto, ideó un plan. Invitaría a Madelaine a desayunar y aprovecharía ese momento para abrir su corazón.
Esa mañana, se levantó temprano y se preparó con esmero. Eligió un pequeño café acogedor en la ciudad, un lugar que sabía que Madelaine disfrutaría. Cuando llegó, se aseguró de que la mesa estuviera lista y ordenó su desayuno favorito.
Madelaine llegó poco después, su sonrisa iluminando el lugar. -Hola, Mal- saludó mientras se sentaba.
-Hola, Madelaine. Me alegra que hayas podido venir- respondió, tratando de mantener la calma.
Comenzaron a hablar como siempre, disfrutando de la comida y de la compañía. La conversación fluía con naturalidad, pero Malachi sentía un nudo en el estómago mientras se preparaba para lo que venía. Finalmente, respiró hondo y decidió que era el momento.
-Madelaine, hay algo que necesito decirte- comenzó, su voz más seria de lo habitual.
Ella lo miró con curiosidad, dejando su tenedor a un lado. -¿Qué pasa, Malachi?-
-Desde que empezamos a pasar más tiempo juntos, me he dado cuenta de que mis sentimientos por ti son mucho más fuertes de lo que pensaba. No puedo dejar de pensar en ti, y quiero ser honesto sobre cómo me siento-
Madelaine abrió los ojos con sorpresa, claramente no esperando esa confesión. No dijo nada, simplemente lo miró, procesando sus palabras.
Malachi continuó, sintiendo la necesidad de aclarar. -No te pido que formalicemos nada, no te pido una relación ahora mismo. Solo pido que me des la oportunidad de conocerte mejor, de conocer a Madelaine Lee. Y que más adelante me permitas ser más que solo un amigo para ti-
Madelaine seguía en silencio, su expresión mostrando una mezcla de sorpresa y reflexión. Malachi sintió su corazón latir con fuerza, esperando una respuesta.
Finalmente, Madelaine tomó una respiración profunda y una sonrisa apareció en sus labios. -Malachi, esto es inesperado, pero también es algo que he estado pensando. Me encantaría darte esa oportunidad-
El alivio y la alegría se apoderaron de Malachi. -¿De verdad?- preguntó, asegurándose de haber escuchado bien.
Madelaine asintió, con una mirada decidida en sus ojos. -Sí, Malachi. Quiero conocerte mejor y ver a dónde nos lleva esto-
Malachi sonrió ampliamente, sintiendo como si un peso enorme se hubiera levantado de sus hombros. -Gracias, Madelaine. Prometo que no te arrepentirás-
El resto del desayuno continuó con una nueva energía entre ellos. Hablaron sobre sus sueños, sus pasiones y las cosas que querían explorar juntos. La conversación fue fluida y natural, llena de risas y complicidad. Malachi se sentía más conectado con Madelaine que nunca.
Después de despedirse en el café, Malachi se sintió lleno de esperanza y emoción. Sabía que este era solo el comienzo de algo hermoso. A partir de ese día, sus encuentros fueron diferentes, cargados de una nueva intensidad y significado.
Durante las siguientes semanas, Malachi y Madelaine continuaron conociéndose mejor. Pasaron tiempo juntos en diversos lugares: parques, cafés, incluso en las casas de cada uno. Cada momento compartido fortalecía su conexión y profundizaba sus sentimientos.
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