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Denver, Colorado 6:20 Am

El sol de una nueva mañana irradiaba con fuerza los cielos del viejo Denver, Las calles aun silenciosas emanaban un entorno calmo y sereno, como si de valle fuera. Alli a kilometros del hogar del protagonista, se avecinaba un fuerte motor que recorria las calles con fuerza y rapidez.

Lejos de lo que uno podia creer, parecia una persecusion sin frenos, una carrera por la vida. Pero solo era un mente atormentada en medio de la carretera.

Samael salió del edificio a paso apresurado, la fría brisa de la madrugada acariciando su rostro. Se subió a su moto, un viejo modelo que ya había soportado muchas noches como esta.

Encendió el motor y el rugido lo tranquilizó momentáneamente. Se ajustó el casco y, con un suspiro pesado, se puso en marcha.

Mientras conducía por las calles desiertas, su mente no dejaba de martillarlo con recuerdos y preguntas. Cada imagen, cada sensación de la noche, se repetía una y otra vez en su mente, como un disco rayado.

La herida en su brazo le dolía, un recordatorio constante de lo que había experimentado. "¿Qué fue real?", se preguntaba. "¿Estoy perdiendo la cordura?".

No habia respuesta que lo mantuviera tranquilo, sus recuerdos mezclados y entrelazados en un miedo sin precedentes. Podia inducir que era solo otro mas del monton, pero su cuerpo se negaba a aceptarlo, ¿Por que? ¿Era verdad?, ¿Pudo haber muerto?. Cuestiones sin mas, sin un principio ni logica. Decir lo que paso, seguro lo tildarian de loco.

¿Pero tenia otra opcion? No podia seguir ignorando su estado, queria empezar de nuevo. Huir de todo lo que lo perjudico, ser alguien mejor, alguien diferente. Hacer sentir bien a quien lo apoyo, Hacerlo sentir orgulloso...

El camino de regreso a casa estaba envuelto en un silencio inquietante, roto solo por el zumbido del motor de la moto y sus pensamientos caóticos. La oscuridad del amanecer parecía cerrarse a su alrededor, cada sombra un potencial peligro, cada esquina un recordatorio de su reciente pesadilla. Se sentía atrapado entre dos mundos: el de su propia mente, llena de dudas y miedos, y el mundo exterior, que ahora parecía tan extraño y amenazador....


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Nunca dejé de pensarlo. Estaba allí, en algún rincón oscuro de mi vida, esperando a que me diera la vuelta y lo confrontara una vez más. Siempre acechante, como una sombra que no se desvanece, como una deuda pendiente que se niega a ser saldada.

Al principio, se convirtió en un sueño amargo, una visión distorsionada que invadía mis noches. Luego, en una prisión de la que no podía escapar, sus barrotes eran invisibles pero tangibles. Los veía en cada esquina, sus ojos fijos en mí, acusándome. ¿Fui un inútil? ¿Realmente merecía esto?

Los sentía muy cerca de mí. Esas caricias que antes traían calma ahora desataban la ira a su paso, como un fuego arrasador. Las manos que me habían brindado consuelo ahora me rasgaban el alma, arrancando pedazos de mí. Me acusaban de inocente mientras desgarraban mi espíritu. ¿Cómo podía vivir con ese peso aplastante?

Pero, aun así, ¿y si todo esto fuera una demostración de incapacidad? Día tras día, tenía que lidiar con esta carga. Si nunca fui culpable, ¿por qué me ardía por dentro? La culpa se aferraba a mi ser como un parásito, devorando mi paz y sembrando dudas.

"¡SAMAEL! ¡AYUDA! ¡ALGUIEN!" Ese grito era falso, lo sabía. Sabía que era una trampa. Pero mi mente no me dejó, mi cuerpo no obedeció. Podía sentirlo allí, en ese lugar, en esa casa. Estaba atado a esas paredes en llamas, mientras lo observaba en un lamento mudo.

FNAF/FNIA: [El Infierno en la Tierra: Una historia que ya fue contada...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora