Retomando lo acontecido...
Samael había logrado escapar con éxito. Aquella habitación no era más que una ilusión que lo había mantenido cautivo. Quizás, debido a la ansiedad y la ceguera provocada por la oscuridad y los golpes, había concebido la idea de un cuarto secreto. Pero, en este punto, toda la mentira de la sociedad parecía cobrar vida en un abrir y cerrar de ojos, revelando un mundo que oscilaba entre la desesperación y el horror.
Por más que su razón intentara negarlo, allí estaba, moribundo y abandonado. Mantener la cordura se había convertido en una cuestión de vida o muerte. Cada instante que permanecía en ese lugar lo sostenía en un abrazo oscuro y gélido. La esencia de esa presencia era tan palpable que su cuerpo sentía cómo la temperatura descendía abruptamente, como si la vida misma se desvaneciera en un susurro helado. Sus brazos ya no soportaban la presión de sus huesos, y sabía que, en cualquier momento, sucumbiría de nuevo.
-Eso estuvo cerca... -murmuró Samael para sí mismo, con una voz neutral y débil. Se agarraba con fuerza el costado del pecho, donde había sufrido la quemadura. Su piel desgarrada y arrancada ahora solo exhalaba leves pilares de humo, espectros que ascendían lentamente hacia el vacío-. Si seguía así... iba a arrancarme el corazón... -continuó, sintiendo los latidos de este y cómo, lentamente, comenzaba a disminuir su ritmo cardíaco. Una vez más, se encontraba en las puertas de la muerte, solo, sin protección y con la mayoría de sus huesos rotos, frágil como una marioneta desechada por su titiritero.
La mente de Samael vagaba entre el delirio y la lucidez. Los recuerdos de su vida pasada se mezclaban con la pesadilla presente, creando un torbellino de imágenes distorsionadas y voces susurrantes. Cada sombra parecía albergar secretos oscuros, y cada sonido resonaba como un presagio funesto. La realidad misma se desdibujaba, convirtiéndose en un tapiz de angustia y sufrimiento.
"A este paso, necesitarás más que armas... necesitarás un milagro",
-Maldición... -se quejó mientras se apoyaba en el borde de una de las mesas, a duras penas, con el crujido de sus músculos resonando como el eco de su desesperación. Se deslizó debajo de una de ellas, cubriendo su cuerpo y planificando una estrategia fuera del rango de las largas cortinas. Cada movimiento le costaba un esfuerzo titánico, como si una fuerza invisible tratara de mantenerlo inmovilizado, atrapado en un destino inexorable.
Sabía que, en cualquier momento, podrían venir... o peor aún, que otra de esas cosas surgiera de allí. ¿Adónde...? ¿Quién era... él? -se preguntó mentalmente, recordando aquel monstruoso ser que había interrumpido su asesinato. Fuera lo que fuera, sabía que solo había pospuesto su "visita"-. ¿Qué demonios planean...? ¿Por qué no me matan...?....
El terror se apoderaba de cada rincón de su mente mientras trataba de encontrar respuestas en medio de la oscuridad y el dolor. Los recuerdos de su encuentro con la criatura eran vagos y fragmentados, pero la impresión de su monstruosidad era indeleble. Su mente, en un intento desesperado por comprender lo incomprensible, buscaba patrones y significados en el caos. Cada pensamiento era una batalla contra la locura que acechaba en los márgenes de su conciencia.
Mientras tanto, la habitación parecía cobrar vida propia. Las sombras se alargaban y retorcían, como si estuvieran observándolo, esperando el momento adecuado para atacar. El silencio, roto solo por su respiración entrecortada y los latidos erráticos de su corazón, era opresivo. Cada segundo se estiraba en una eternidad de agonía, y la sensación de ser observado se hacía más intensa.
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FNAF/FNIA: [El Infierno en la Tierra: Una historia que ya fue contada...]
HorrorDesesperado por escapar de su pasado tumultuoso, un joven encuentra refugio en un trabajo aparentemente ordinario en un restaurante con animatronics. Sin embargo, lo que comienza como una oportunidad para cambiar su vida se convierte rápidamente en...