Todo en su lugar (Parte 1)

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Donde la carne perece, el alma aspira a la grandeza. Donde la sangre deja de correr, el espiritu encuentra la gracia. Sea así, hermanos mios, no hay mas lugar que el reino que aguarda en la cima de la muerte, mas no tengan miedo, no limiten... al Dios que hay dentro de ustedes.
-Sammraelil.


El local yacía en un silencio que parecía eterno, roto únicamente por el suave crujir de escombros bajo el peso de la oscuridad. El aire estaba cargado, denso, como si el oxígeno se hubiera mezclado con el polvo y las cenizas, formando una capa espesa y sofocante.

Cada respiración -si es que alguno de esos seres mecánicos aún podía llamar respiración a sus jadeos metálicos- era un esfuerzo titánico, un recordatorio de que, aunque sus cuerpos estaban destrozados, aún existía algo en su interior que no se apagaba por completo. Algo que se aferraba a la existencia.

- N-no puedo quedarme... no puedo quedarme... no puedo quedarme.. no puedo quedarme... por favor... regresa, dejame acabar con esto, dejame acabar con esto... por favor...- Susurró una debil voz femenina, cuya fuerza lentamente se drenaba al andar. Ahnelando volver a encontrar a quien la habia dejado asi...

Sin embargo, no habia rastro alguno de aquella ira ciega o monstruosidad que habia desatado. No... mas bien, solo quedo un sentimiento de impotencia y sumisión que era imposible de ocultar. Que terminar con esto, volver a verlo... no queria terminar como las otras... no queria, debia intentarlo...

(Hecho por mi)

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(Hecho por mi)

Foxy se encontraba ahí, entre las ruinas, arrastrándose sobre los restos de lo que alguna vez fueron cuerpos animatrónicos completos, terroríficos, y grotescos. Ahora, esos cuerpos no eran más que cenizas dispersas, residuos de una batalla que había dejado cicatrices en más de un sentido.

Los engranajes rotos y las piezas de metal quemadas estaban esparcidas a su alrededor, mezclándose con la oscuridad del ambiente, pero algo en el interior de Foxy no la dejaba detenerse. No importaba cuán destrozada estuviera, cuán incompleta se sintiera, tenía que moverse.

El frío metálico de sus propios miembros se arrastraba por el suelo, raspando la superficie con un sonido que solo podía describirse como un lamento mecánico. Cada movimiento era dolorosamente difícil; las articulaciones que alguna vez giraron con fluidez, ahora se encontraban oxidadas, rotas, casi inútiles.

El metal oxidado rozaba contra sí mismo, emitiendo chirridos agudos que perforaban el silencio del lugar. Pero aún así, Foxy seguía adelante, una y otra vez, sin detenerse.

FNAF/FNIA: [El Infierno en la Tierra: Una historia que ya fue contada...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora