—"Musa" —. pronunció el profesor. Los estudiantes, y Hyunjin incluído, alzaron la mirada y la llevaron directamente al mayor—. Todo artista hace lo que hace gracias a su musa. Su inspiración le da vida a su arte. Sin musa, no existe arte. Quisiera saber, muchachos, ¿quién es su inspiración en ésta vida? ¿Quién es ese alguien que los convence a continuar alojándose en el mundo de la pintura?
Algún que otro presente en el taller nombró a su madre como su inspiración, otros a su abuela, incluso mascotas. Y por conveniencia, todas aquellas musas eran femeninas. Hyunjin no tenía una musa. No tenía amigas, odiaba a su madre, no tenía mascotas hembras ni conocidas mujeres. No existía una musa en su vida, esa mujer que moviera su mundo. Que le diera sentido a su arte.
Desistió de la actividad y desvió la mirada para continuar dibujando en el lienzo, estaba plasmando en éste la idea que tuvo el viernes pasado, la pintura de un cielo nublado a punto de quebrarse en lluvia. Era de esa manera cómo se había estado sintiendo últimamente y quizás era aquella su inspiración; sus propias emociones. Aún así, su maestro no le hallaría sentido. Hyunjin conocía perfectamente al señor Hussain y sabía que era un total romántico en el ámbito de tener a una persona como inspiración.
Había pasado una semana más de clases y en todos los días que tocó Arte, Hyunjin estuvo pintando un nuevo retrato en silencio y casi que secretamente, porque aunque pintara a espaldas de otros, seguía haciéndolo en la presencia de más personas y pasaba desapercibido en todas las horas de dicha clase.
No iba a omitir el hecho de que también en toda esa semana no se encontró con Minho y se limitaron a comunicarse por mensajes. Después de lo ocurrido aquel viernes, el mayor empezó a demostrar un poco de interés por Hyunjin solo para estar totalmente seguro de que estuviera mejor.
El sumergirse entre las acuarelas con todo tipo de tonalidades frías del azul le hizo olvidarse por completo de que estaba en medio de una clase y que no era el único presente en el aula. La manera en la que lograba desvanecer al resto de su alrededor para adentrarse en su propio mundo despertó interés en su profesor, que había estado observándolo desde hace un par de segundos gracias a su nula participación en la clase.
Hyunjin escuchó esos característicos zapatos de cuero desplazándose por el suelo y acercándose cada vez más a él, pero no subió la mirada hasta que el maestro colocó con delicadeza su mano en su cabello. Lo observó con sorpresa, pero Hussain le dedicó una sonrisa acogedora.
—Hey, Hwang. Noté tu rostro de consternación en mi conversación con tus compañeros sobre sus musas —. El mayor alcanzó uno de los bancos y lo acercó a Hyunjin, sentándose así en frente suyo—. Te haré una pregunta personalmente, solo entre nosotros dos. ¿A quién consideras tu musa?
—...No tengo, profesor —. Hyunjin inevitablemente bajó la mirada con vergüenza.
—¿No es tu mamá? ¿Tu abuelita? ¿Alguna amiga que te guste? Incluso una mascota, como una perrita o gatita, ¿quién es tu inspiración?
—...Profesor. No tengo musa. Ni siquiera tengo amigas, las únicas mujeres que conozco son mis compañeras y ni siquiera hablo con ellas. No existe una musa en mi vida, es todo.
Un suspiro se escapó del mayor. Observó a Hyunjin en silencio por un momento, antes de continuar con esa conversación que no parecía ir a ningún lado.
—Entonces ¿Por qué pintas, Hyunjin? ¿Qué buscas retratar con tus pinturas?
—Mis estados de ánimo.
—¿Usas la pintura como una manera de desahogarte?
Hyunjin atrapó su labio inferior entre dientes, percibía esas preguntas como unas demasiado íntimas en el ámbito emocional. No iba a profundizar sus nudos emocionales con un simple maestro de la universidad, y aunque la respuesta a su pregunta era, efectivamente, una afirmación; simplemente la dejaría sin contestar y le despertaría cierta indignación al docente.
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Serendipia [ Hyunho ]
RomanceMinho es un bailarín frustrado que odia su trabajo y Hyunjin es un pintor al que le acaban de romper el corazón. Hyunjin siempre pensó en el cielo como un manifestador de sus emociones gracias a su mentalidad fantasiosa y soñadora. Minho, por su par...