XIX

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A la mañana siguiente, Hyunjin despertó gracias a la luz del sol traspasando la cortina que cubría la ventana y sin sentir el peso de un segundo cuerpo hundiendo la parte vacía de la cama. Abrió los ojos lentamente, con la vista borrosa. Se estiró en su lugar, para posteriormente tallarse un ojo vagamente con la mano izquierda y dejarla caer a un lado, en donde se percató de la ausencia de Minho. Dirigió con lentitud la mirada a su derecha, encontrándose con absolutamente nadie a su lado, y sintió una punzada en el pecho como si fuese la primera vez que le pasara. Era habitual para él despertar en la soledad en esos días del pasado.

Pero el sentir un aroma familiar en la cama, el olor de Minho, se sintió como en casa. Un sentimiento que no supo nombrar le inundó el pecho, y no era precisamente malo, porque la calidez que creció en su interior no se le podía comparar con cualquier otra sensación agradable. No tenía comparación, y aquella fue la razón de una leve sonrisa curvándose en sus labios.

Se sentó en la cama, impulsando su torso con ayuda de sus manos apoyándose en el colchón. Terminó de aclarar su borrosa vista, se volteó hacia su celular colocado en la mesita de noche y lo tomó, la iluminación de la pantalla cegándolo parcialmente, por lo que tuvo que bajarle el brillo. Lo primero que le robó la atención fue ese mensaje de texto que Minho le había enviado hace poco más de media hora.

Pestañas
Buenos días, Hyunjin, lamento haberte dejado solo, se me hizo tarde para el trabajo y tampoco quise despertarte. Te veías muy cómodo, entonces preferí dejarte dormir.
Hay café en la cocina, sírvete un poco si gustas. Te veo mañana, no olvides nuestro compromiso. :)

La última oración le causó una sonrisa que no pudo pasar desapercibida. Eran unas palabras tan inocentes, pero que significaban más de lo que creyó posible, incluso él sorprendiéndose por lo mismo. Entonces, dejó su celular a un lado, sin responder el mensaje, al menos no todavía. Quería pensar un poco. En Minho... y en él. En ellos dos. Y aunque lo sintió innecesario por un momento, pronto lo percibió como una necesidad que debía ser atendida antes de que la confusión en su mente y pecho se extendiera aún más.

Hyunjin salió de la cama, arreglando la misma para que el dueño no se molestara en hacerlo después. Se topó con las pantuflas de Minho en el suelo, así que se dio el gusto de tomarlas prestadas solo por un momento, y también para no andar descalzo por ahí. Salió de la habitación, sin saber qué hacer en lo que decidía marcharse, hasta que optó por recorrer un poco la vivienda para conocer mejor. Había estado varias veces en la casa, pero no conocía más que las habitaciones de Felix y de Minho.

Caminó con lentitud mientras veía pausadamente sus alrededores, apreciando cada cuadro con un marco distinto al anterior. Observaba las fotografías, generalmente de Felix, en sus días de infancia y una que otra de Minho en su adolescencia, en donde no se veía precisamente sonriente a comparación de su hermano menor. Aquello le llamó la atención a Hyunjin, pero simplemente siguió mirando las pocas fotos que adornaban las paredes. Revisó los dos baños que habían en la casa, que no dejaba de parecerle extraño que estuvieran en un lugar específico y no en los dormitorios.

Finalmente llegó a la cocina, en donde percibió un agradable aroma a café y no pudo evitar acercarse a la cafetera por lo mismo. Encendió el aparato para calentar un poco el café y mientras sacó una taza del mueble, colocó dos panes en la tostadora y vaciló un poco en lo que se preparaba se desayuno. Después de unos pocos minutos, apagó la cafetera y se sirvió la mitad de la taza, mientras que las tostadas las colocó en un pequeño plato y les untó un poco de la mermelada que notó resguardada en uno de los tarros de vidrio.

Acomodó todo en su lugar antes de recostarse en el mueble de la cocina, soplar la bebida caliente para no quemarse y proceder a darle sorbo tras sorbo. Apoyó la taza en la mesa y, antes de poder darle un mordisco a una de las tostadas, se quedó con esta a mano y con la boca abierta al escuchar como la puerta principal se abría y cerraba. Oyó pasos alrededor de la casa, su cuerpo tensándose en su lugar mientras se imaginaba el peor de los escenarios con la persona que emitía una voz familiar.

Serendipia [ Hyunho ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora