XII

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La fina brocha siendo manipulada por una mano experta denotó un trazo de color melocotón sobre una capa pintada con anterioridad del mismo color, con la forma de un rostro. Hyunjin estaba repintando lo que era la cabeza de Minho ya que la acuarela a veces dejaba algunos parches de color blanco. Ya había dibujado lo que era su cuello, su camisa que no era fiel a la que llevaba puesta en la vida real, y una parte muy minúscula de su cabello.

Una sonrisa de burla se formuló en los labios de Hyunjin, y Minho, sentado en la orilla de su cama justo como el menor se lo ordenó, sintió la curiosidad creciente en sí mismo y conocer qué le causaba tanta risa al pintor; entonces se imaginó lo peor. Lo primero que pensó fue que Hyunjin lo había dibujado con una expresión estúpida, o con un rostro deformado hecho con todo el afán de reírse de él.

—¿De qué te ríes? —Se levantó de la cama y caminó hacia Hyunjin, el menor se exaltó y detuvo su risa de golpe.

—¡Vuelve a tu lugar! No he terminado de hacer tu cabello... —. Llevó su mirada a la pintura nuevamente, pero sus labios temblaron en el intento de almacenar otra risa. Por alguna razón, le causaba aún más gracias que Minho observara su retrato incompleto—. Parece que tienes alopecia.

—¡Hey! Así que para ésto me pediste ayuda ¿Eh? —Se acercó invasivamente a Hyunjin, llevando sus manos al torso ajeno y aventándole unas cuantas cosquillas que hicieron al menor retorcerse ante la sensación.

—¡Ah! ¡Basta! —suplicó entre risas, su sonrisa contagiosa hizo curvar los labios de Minho también.

Se detuvo con su ataque inofensivo hacia Hyunjin, retrocedió un solo paso y observó pausado cada una de las herramientas que el menor necesitaba para su ilustración. Le prestó mayor atención a la pintura que utilizaba para detalles menores según le había dicho, la témpera. Tomó uno de los vasitos de pintura, específicamente el azul tono marino, abrió el bote y llenó apenas la huella de su dedo con pintura para manchar la mejilla y parte de la nariz de Hyunjin con ella.

El menor se alertó de inmediato, intentó devolverle el ataque a Minho pero este rápidamente se alejó de la pinceleada que Hyunjin estuvo a punto de darle. Frunció el ceño con un poco de fastidio, pero su sonrisa terminó por opacar esa molestia artificial hacia Minho. El mayor cubrió nuevamente el bote de pintura y lo dejó en el mismo lugar de donde lo agarró, en el soporte del lienzo.

—Siéntate, haré que te crezca el cabello con mi magia artística —. bromeó Hyunjin, mojando con agua la acuarela marrón hasta que la brocha se cargara del mismo color.

—Oh, por favor, no quiero verme en la necesidad de ocupar una peluca —. respondió con el mismo sarcasmo, correspondiendo indirectamente a la sonrisa del menor.

Minho obedeció a la petición, sentándose una vez más en la orilla de la cama y no aburriéndose tanto en el proceso de ser retratado. Se entretenía mirando las expresiones de concentración de Hyunjin, como cuando fruncía el ceño levemente, mordía inconsciente su labio inferior y entrecerraba sus ojos para observar con lujo de detalle su propia pintura. Le resultaba tierno, no podría mentirse a sí mismo aunque así lo quisiera.

Los mechones de cabello cayeron por la frente del retrato, después, los mechones traseros finalizaron por la mitad del cuello y unas pocas hebras desacomodadas sobresalieron del peinado. Hyunjin mezcló el tono marrón con tan solo un poco de negro, dándole volumen y sombra al cabello con ayuda del nuevo marrón oscuro, conservando el cuidado de no pintar fuera del cabello o de no opacar el marrón principal con el oscuro. Mojó el pincel en el vaso de agua ya colorada, frotó la brocha en un color cálido similar al color de la piel y con ese tono le dio un casi transparente brillo al cabello.

Alejó el pincel del lienzo, observó una vez más con detenimiento y comparó la pintura con su modelo. Se parecían, definitivamente. Lo único restante era el rostro, y era en lo que más Hyunjin debía ser cuidadoso. Se conocía, los rostros no eran su fuerte, y no porque los dibujara mal, sino porque no lograba hacerlos similares a los rostros en los que se inspiraba. Suspiró con frustración, Minho lo notó al momento, y esa fue suficiente razón para levantarse otra vez e ir hacia el menor.

Serendipia [ Hyunho ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora