Capítulo XX

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𝙼𝚘𝚖𝚎𝚗𝚝𝚘𝚜 𝚎𝚗 𝚏𝚊𝚖𝚒𝚕𝚒𝚊
𝚂𝚎𝚖𝚊𝚗𝚊: 𝚅𝚒𝚎𝚛𝚗𝚎𝚜
𝙷𝚘𝚛𝚊: 10:08𝚊𝚖

Ayer le confesé todoooo a mi madre, desde la A hasta la Z, con lujos y detalles. Ella solo me escuchaba con mucha atención y no me hacía preguntas, fue un poco raro pero, al final, después de contarle mi día a día en París, solo me dió un consejo. Me dijo que ya estoy grandecita, que no es necesario hacerme preguntas, ya se que es lo bueno y lo malo, que no soy tan estúpida de cometer un error. Y es cierto, me encanta pensar bien, antes de actuar, a pesar, de tener ataques de ansiedad.

Vamos de camino a la casa de Angelo. Llamaron a mamá temprano como a las 8:18 de la mañana. Nos invitaron a su casa para comer carne a la parrilla pero, ella no quería pararme a esa hora, porque ayer tuvimos una larga conversación de madre e hija y me sentía agotada. Desde que llegamos a la casa, eran las 7:30 de la noche, de una vez, para no perder tiempo, le empecé a contar todo hasta las 11:48.

Eran las 10:08 de la mañana. Mientras me arreglo un poco el cabello, en el auto.

–¿Llegaremos tarde?– le pregunto mientras me hago una sola clineja.

–No creo, ellos son muy pacientes– dice mi madre mientras conduce.

En estas fechas, era verano, así que, hace un poco de calor amigos. Tengo puesto unos shorts color blanco, una camiseta rosada con un logo de corazón y mis converse blancas. Mi madre lleva puesto unos pantalones vaqueros, una camisa de tiritas color blanco, unas converse blancas, su cabello recogido y un poco de maquillaje.

–No entiendo porque usas maquillaje. No vamos a un lugar de lujo– me quejo en el asiento de copiloto.

–Es mejor estar Diva que Indiva– se ríe bajo.

Esa frase.. Nahomi. Cómo la extraño, quiero llamarla pero ¿Si está ocupada? ¿No me extraña? ¿Tendrá otra amiga? Me hago bolillo en el asiento. Mi madre ve mi cara triste.

–Ey ¿que pasa?– acaricia mi mejilla.

–Esa frase lo dice una amiga– susurro.

–¿La extrañas? Deberías llamarla.

–Pero ¿si está ocupada? ¿Si tiene otra amiga? y si..

–¡Por Dios Dara Isabel! Tu nunca cambias. Deja de crear escenarios en tu cabeza y arriésgate– me anima un poco.

Suspiro –No quiero. Mejor.. espero a que me llame o me escriba– digo desolada.

Mi madre suspira y niega con la cabeza.

Ya llegando a la casa de los Miligan, o sea, de Angelo, mi madre se estaciona al frente. Nos bajamos al mismo tiempo. Busque la cesta de comida que estaba en los asientos de atrás. Me posiciono a su lado y nos encaminamos a la entrada de la casa.

Tocó el timbre. Nada.

Miro a mi madre confundida y ella hace lo mismo. Tocó nuevamente y.. nada. Que extraño.

Cuando iba a presionar nuevamente, una vocecita nos asustó a ambas.

–Hola.

Mi madre dió un saltito y yo chille. Ambas teníamos la mano en el pecho. Giramos lentamente y al frente de nosotras se encuentra, Adara.

–Lo siento por asustarlas– sonríe inocentemente.

–Tranquila linda y ¿tus padres?– se acerca mi mamá a ella.

–Están en el fondo. Siempre daba una vuelta para ver si habían llegado, ya que, de aquí hasta atrás, no se escucha el timbre.

–Oh, con razón– mi madre me mira de reojo.

Todo tiene su TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora