Capítulo XXI

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𝚁𝚎𝚌𝚞𝚙𝚎𝚛𝚊𝚌𝚒𝚘́𝚗
𝚂𝚎𝚖𝚊𝚗𝚊: 𝙻𝚞𝚗𝚎𝚜
𝙷𝚘𝚛𝚊: 08:18𝚊𝚖

¡Vaya fin de semana! No puedo decir que la pase bien porque mentiría. Los dolores de cabeza eran insoportables, mi cuerpo dolía demasiado, no podía colocarme de lado porque me dolía las costillas, y los brazos, y las piernas ¡AAAAAAAA! La pase de lo peor. Angelo siempre me venía a visitar a toda hora. Siempre me dejaba chocolate. Me trato de lo mejor.

Si les contará, las veces que quería ir al baño ¡Dios mío querido! ¡QUE TORTURA! Estaba a punto de decirle a mi madre que me comprara los pañales para adultos pero, el Doctor le dijo que tenía que hacer movimientos en mi cuerpo, para no quedar tiesa. Gracias a Dios, no tuve ninguna fractura, nada de huesos rotos.

Estaba en el comedor leyendo unas revistas. Mi madre estaba en la cocina, haciendo el desayuno. Ya no tenía la venda alrededor de mi cabeza.

-¿Tienes hambre, hija?- grita desde la cocina.

-Sabes que tengo cara de princesa ¡y estómago de albañil, mamá!

Escucho una gran carcajada -Entonces, quita las revistas de la mesa.

Colocó las revistas una encima de la otra. Deje una en la mesa que me llamo mucha la atención. Eran tips de fotografía. Mi madre venia con algunos platos y me levanto para ayudarla.

-No deberías estar agitandote- me llama la atención.

-Y tú, no deberías traer tanto platos, puede ocurrir un accidente- sonrió.

Dejo los platos en las mesa y me siento. Mi madre va hacia la cocina, en busca de otra cosa. Miro la comida, antes tomar una manzana, escucho algo que vibra. Busco con la mirada el objeto.

-¿Mamá?

-¿Que pasa?

-Algo está vibrando, es un teléfono, creo.

Ella viene con una mermelada, se detiene un momento para escuchar. Se acerca a la mesa y deja el frasco encima de ello. Camina hacia una parte del comedor y alza una chaqueta. Revisa los bolsillos y es, mi teléfono. Que raro ¿Cuando deje mi teléfono ahí?

Mi madre ve mi cara de confusión.

-El viernes cuando te llevamos al hospital, lo tome de tú bolsito, el que llevaste dónde Angelo- dice, mientras se acerca

Deja de sonar y me extiende el teléfono.

Lo tomo -¿Mamá? ¿Quien me encontró?- le pregunto.

Toma asiento -Josh, te encontró.

¿Me encontró? ¿Me estaba persiguiendo?

Ella vio la incomodidad en mi rostro.

-Eso no importa ¿Quien te llamo?- su mirada era de curiosidad.

Al ella, hacer esa pregunta, mi teléfono vibra nuevamente. Levanto mi teléfono, a la altura de mi rostro y era ¡Nahomi! Sonrió de oreja a oreja y le enseño a mi madre quien me llama. Ella me sonríe, hace señas que conteste. Y no dudo en contestar.

Por todos los cielos! ¡Estás viva! ¿¡Cómo estás amiga!? Te llamé el viernes pero, Angelo me contó en el estado que estabas y lo que había ocurrido ¡No sabes cuántas veces Joel a detenido a mi padre! ¡Estaba esterico! y...

-Ey ey ey respira- empiezo a reírme -Estoy bien, en recuperación.

-Gracias a Dios. Amiga, lo siento por no llamarte en estos días, es que...- alguien le quita el teléfono y aparece un ojo azul, grande en la pantalla -¿Hola? ¿Hija? ¿Darita?

Todo tiene su TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora