Lisa
El vino definitivamente la ha aflojado un poco. Me doy cuenta porque de ninguna manera habría aceptado quedarse si estuviera sobria. Jennie me mira con extrañeza desde el otro lado de la mesa, pero mantiene la boca cerrada. No quiero ni necesito su opinión.
Me alejo de la mesa, dejándole que limpie el desorden. Roseanne y yo nos dirigimos a mi habitación codo con codo. Las dos últimas semanas han arrojado una nueva luz sobre mi relación con Roseanne. No la odio, y de hecho, creo que nunca la he odiado pero la necesito y eso me aterra.
Necesitarla cuando no he necesitado a nadie no es algo que debe sentir una mujer como yo, que ha nacido en una familia como la mía, que ha sido entrenada para matar y que acabará por imponerse al imperio Manobal. Necesitar a alguien es una debilidad que no puedo permitirme mostrar ni tener y por culpa de Roseanne, soy débil.
Abro la puerta y entramos las dos. Puedo sentir la tensión entre nosotras: es densa y sofocante. Llevamos dos semanas sin hacer nada y la deseo como una mujer hambrienta de oxígeno.
Enciendo el interruptor de la luz y cierro la puerta tras nosotras. Roseanne echa el cuello hacia atrás y me mira fijamente. Sus grandes ojos parecen vidriosos y me recuerda la cantidad de vino que ha tomado.
Quiero asegurarme de que entiende que, aunque quiero follarla, no tengo intención de hacerlo. Pero tal vez sí, ya que la invité a mi habitación.
—No te invité aquí esta noche con la intención de echar un polvo—
—Seguro que le dices lo mismo a todas las chicas—Su sonrisa traviesa es contagiosa y cuando se lleva la mano al dobladillo de la camiseta, sé que está decidida.
Ella me quiere de la misma manera que yo la quiero a ella y no voy a negarme a darnos a las dos lo que queremos. Ni ahora ni nunca. Alcanzo mi cabeza, agarro la espalda de mi camiseta y me la quito, tirándola al suelo. Las dos estamos sin camiseta, salvo el sujetador que lleva ella y el sostén deportivo que llevo yo. Paso a los pantalones, desabrochando el botón de los vaqueros y bajándolos por los muslos.
Roseanne hace lo mismo, se baja los pantalones de yoga y se echa a reír cuando se le enganchan en los tobillos y los pies. Se balancea de pie a pie, caer en mi cama e intenta quitárselos de una patada, pero sus esfuerzos duran poco y yo intervengo, agarrándola por el pie y tirando del material.
Con el material fuera del camino, está tumbada en la cama, parcialmente desnuda con su cuerpo bajo el mío. Tengo esta extraña necesidad de saborear cada centímetro de ella, de memorizar su cuerpo, de grabar su sabor en mi mente porque sé que algún día ya no podremos hacer esto. Pero mientras podamos, quiero disfrutar de cada puto segundo.
Medio sentada, medio tumbada se acerca por detrás y se desabrocha el sujetador. Los tirantes se desprenden de sus hombros y cuando los retira, me encuentro con sus perfectas tetas. Sus duros pezones son de color rosa, con las puntas duras como diamantes y listas para ser chupadas. No se puede negar que soy una mujer de tetas y Roseanne tiene unas tetas increíbles.
Inclinándome, soplo suavemente contra los pezones endurecidos, escuchando la fuerte respiración de Roseanne. Sonrío y vuelvo a pasar la lengua por su pezón, disfrutando de las bocanadas de aire con las que me recompensa. Está tan excitada que apuesto a que cuando llegue a su coño, tendrá mis sábanas empapadas.
Cediendo finalmente a la tentación, me meto en la boca uno de sus pezones y hago girar la lengua contra el. Alterno entre la succión y los pellizcos en el apretado capullo, sabiendo que como yo, Roseanne disfruta de un poco de dolor con su placer. Se retuerce debajo de mí y una de sus manos se extiende para clavarse en mi pelo, mientras su mano sujeta mi cabeza contra su pecho. La miro fijamente, observando cómo su rostro se llena de gozo mientras me dirijo a su otra teta, prestándole la misma atención. Mi polla está dolorosamente dura y hace fuerza contra mi ropa interior, suplicando ser liberada.
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Snitches get stitches (Chaelisa)
FanfictionBienvenidos a la Universidad Inferis, donde los criminales más peligrosos del mundo envían a sus hijos. Asesinos, líderes de la mafia, traficantes de armas y ladrones de arte. No importa quiénes sean, esta universidad los alberga. Sólo existe una...