82

400 56 11
                                    

Lisa

Nunca pensé que le cogería cariño a la azotea, pero se está convirtiendo rápidamente en mi lugar favorito ahora que Roseanne y yo hemos establecido la rutina de reunirnos allí un par de veces a la semana. Si por mí fuera, nos veríamos todos los días pero de ninguna de las dos es ingenua. Tentar al destino es una cosa, pero enseñarle el dedo del medio es otra. 

Tengo más cosas de las que preocuparme que de ella sola. Eso es algo que me recuerdo a diario y el punto se vuelve claro con cada llamada telefónica de Chiquita. 

Últimamente ha estado más interesada en Roseanne que en mí. Me quedé boquiabierta cuando susurró que sabía del asesinato de su padre. Obviamente, ella no sumó dos y dos y adivinó que nuestro padre tuvo algo que ver con eso. Yo todavía no estoy segura, pero parece que casi todo el mundo lo está. 

Puede que mi hermana recoja pequeñas informaciones aquí y allá, pero en general, es inocente. También lo es mi madre. Recordar eso y lo que podría pasarles si dejo que las cosas se salgan de control aquí es a veces lo único que me mantiene con los pies en la tierra. 

Aunque no se puede negar la calidez que me inunda cuando entro en la terraza y encuentro a Roseanne sentada bajo nuestro árbol. Nunca hemos grabado nuestras iniciales ni nada parecido, pero sigue siendo nuestro. El hecho de que signifique algo para ella significa todo para mí. Después de un rápido repaso para asegurarme de que está bien, me dirijo a mi lugar habitual en el otro extremo de la azotea. Hay algunas personas que se tumban de espaldas para tomar el sol, pero por lo demás estamos solas, como siempre. Ahora que me he acostumbrado a pasar por aquí cada día o dos, me parece menos fuera de lo común. Nadie se lo pensará dos veces si estoy en el mismo lugar que ella. 

Eso es lo que tengo que decirme a mí misma. 

Hay un mensa de ella esperándome cuando me siento. 

R: Has tardado bastante en llegar. Me estaba preocupando. 

Yo: Recuerda, no podemos hacer que esto parezca demasiado planificado. 

R: Lo sé. Estaba preocupada, eso es todo. 

Hago todo lo posible por ocultar una sonrisa a pesar de que estoy de espaldas a la mayor parte de la sala. 

Yo: No tienes que preocuparte por mí ¿Cómo estás hoy?

Volvemos a nuestro habitual tira y afloja, comparando notas. Ella me cuenta sobre las lecciones de defensa personal que está recibiendo de Lucas, lo cual es una excelente idea que desearía haber pensado ¿Cómo se suponía que iba a salir que le gustaría? No se habría ofrecido voluntario para ser su tutor si no le importara. Saber que ella lo tiene de su lado ha contribuido en gran medida a calmar el filo de la navaja de mis preocupaciones. 

Yo: Tendrás que probar esos movimientos conmigo alguna vez. 

R: Te debo una ¿no? Si no recuerdo mal, una vez me asfixiaste hasta que me desmayé. 

Yo: Nunca vas a dejar pasar eso ¿verdad?

Pregunto aunque sé que no debería. No estoy orgullosa de mí misma por muchas cosas. 

R: De ninguna manera. 

Me asegura, añadiendo un guiño al final para que sepa que está bromeando. 

Aunque no se trata de un arreglo ideal, tiene cierto encanto. Ahora puedo entender por qué las parejas en el pasado solían comunicarse a través de cartas y llegar a conocerse de esa manera. Es casi más fácil compartir cosas así, decir cosas que no podría decir si estuviéramos cara a cara. 

Snitches get stitches (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora