Habían pasado ya unas cuatro horas desde que dejaron el pueblo atrás. La carroza avanzaba por un camino de tierra, marcado por el paso constante de personas y otras carrozas. El sonido rítmico de los cascos de los caballos sobre el terreno desigual acompañaba el traqueteo de la carroza, creando una especie de melodía que llenaba el aire tranquilo del anochecer.
Bell, se encontraba sentado junto a Ryuu, mirando de manera pensativa por la ventana, observando cómo el paisaje cambiaba a medida que avanzaban. Los árboles altos y frondosos que bordeaban el camino, sus ramas formando un techo natural que filtraba la poca luz del sol creando en pequeños haces dorados.
A medida que avanzaban, esos árboles comenzaban a quedarse atrás, dando paso a campos cubiertos de pasto verde como esmeraldas, que se movían suavemente al compás del viento.
El viaje había sido largo y el estómago de Bell empezó a recordarles que se habían ido sin siquiera almorzar. Afortunadamente, los bocadillos que Alfia les había empaquetado resultaron ser un alivio oportuno para el hambre creciente. Sin embargo, aunque apreciados, no fueron suficientes para llenarlos a todos.
En un pequeño desvío hacia la primera parada. El conductor los dejó frente a una taberna, un lugar bullicioso lleno de viajeros que se detenían para satisfacer su hambre o atender otras necesidades, como mear o cagar. El ambiente estaba impregnado de olor a comida recién hecha y el murmullo constante de conversaciones animadas.
Hermes, al ver que no había ningún camarero disponible en ese momento, se dirigió a la barra y pidió una mesa para cuatro. El barman, un hombre robusto, señaló una mesa en la esquina.
Se dirigieron hacia la mesa, seguidos por Asfi y Ryuu. Al sentarse, pudieron observar el ajetreo del lugar. Los viajeros, algunos de ellos con aspecto cansado, otros animados y contando historias de sus aventuras, llenaban la taberna con una atmósfera de camaradería y emoción.
Después de unos minutos, un camarero joven se acercó a la mesa. Con una sonrisa profesional, preguntó a cada uno qué deseaba ordenar. Hermes, siempre elocuente, fue el primero en hablar.
"Para mí, un buen plato de carne y una jarra de cerveza," dijo con entusiasmo. Asfi pidió algo más ligero. "Este pescado y un vaso de vino, por favor." Ryuu, siempre pragmática, optó por una opción sencilla. "Sopa del día y agua.". Y Bell igual de perceptible como siempre. "Un plato de espagueti y un jugo de piña, por favor"
El camarero verificó que todo estaba correctamente anotado y se marchó hacia la cocina.
"¿En qué pueblo estamos?" preguntó Ryuu, mirando a su alrededor.
"Estamos en el pueblo Foosha," respondió Hermes con confianza. "Y si mi memoria fotográfica no me engaña, creo que estamos a casi seis horas del próximo pueblo, y después de otras cuatro horas llegaremos a Melen, lugar donde nos separaremos."
"Hablando de Orario, ¿cómo van las cosas allí?" preguntó Ryuu, su tono mostrando preocupación.
Asfi suspiró antes de responder. "Pues como siempre, al principio parecía que las cosas iban a mejor, pero siguen habiendo personas atacando en la mazmorra. La gente sigue asustada y desconfiada. Freya sigue igual de loca y Loki y su capitán actúan de manera extraña, por lo que creemos que algo traman o saben que algo a ocurrido" Comentó. "Espero que con la llegada de Astrea las cosas cambien," añadió Asfi.
"¿La diosa Astrea volvió?" se sorprendió Ryuu, con una pizca de incredulidad en su voz. "Sí, hace ya un par de semanas que se presentó en las puertas de Orario, con la finalidad de volver a formar la familia Astrea," respondió Hermes. "Aunque con lo que pasó contigo, hay algunas personas que no la ven de la misma manera y no confían en ella."
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Caballero Albino de Ceniza
Ciencia FicciónTremendo amalgama de historias que me estoy creando, estoy intentando crear un buen enlace entre todas las historias para que haya coherencia y que todos los personajes sigan sus respectivas personalidades. Puede ser que hacer un enlace entre los un...