El sonido de una puerta abriéndose suavemente perturbó el letargo en el que Bell estaba sumido. Con un pequeño gruñido de molestia, se revolvió ligeramente bajo las mantas, aferrándose al calor que lo envolvía.
Pasos ligeros resonaron en la habitación, acercándose de manera lenta a la cama donde descansaba el joven albino. Una mano suave se posó en su hombro, agitándolo con delicadeza para despertarlo.
Bell abrió lentamente los ojos, revelando el brillo carmesí de sus iris, que se adaptaban a la luz que inundaba la habitación. Sus ojos recorrieron el espacio familiar hasta encontrarse con los ojos azul profundo de Ryuu, quien lo miraba con una sonrisa cálida en los labios.
"Buenos días, Sr. Cranel," saludó Ryuu, su voz era un murmullo suave, casi melodioso. "Los dioses nórdicos han decidido comenzar un entrenamiento para todos. Cada uno de ellos tiene criterios diferentes, y al final de la mañana cada uno podrá elegir al dios que quiera para entrenar y servir."
Bell parpadeó un par de veces, tratando de procesar lo que Ryuu acababa de decir. Su mente aún envuelta en la niebla del sueño, logró articular una respuesta algo confusa. "¿...Qué?"
Al ver la expresión de desconcierto en el rostro de Bell, Ryuu no pudo evitar soltar una risa ligera, divertida por su estado somnoliento. "Lo que quise decir," aclaró con paciencia, "es que debemos bajar a desayunar. Hay muchas cosas por hacer hoy."
Aún medio adormilado, Bell asintió lentamente, comenzando a incorporarse mientras Ryuu se apartaba, dándole espacio para que se levantara.
"Le espero abajo, Sr Cranel," dijo Ryuu suavemente antes de salir del cuarto, dejando la puerta entreabierta mientras se dirigía a la cocina.
Bell se levantó lentamente de la cama, frotándose los ojos con una mano mientras dejaba escapar un largo bostezo. Al estirarse, sintió cómo los músculos de sus brazos se aflojaban, liberando la tensión acumulada durante la noche.
"Buenos días, Artorias," saludó Bell al percibir la figura de Artorias materializarse a su lado, como era de costumbre.
"Buenos días, Bell," respondió Artorias con su voz grave y calmada. "¿Cómo dormiste?"
"Bastante bien. ¿Y tú, cómo estás?" contestó, mientras comenzaba a vestirse sin mucha prisa. No le incomodaba cambiarse de ropa frente a Artorias; después de todo, su compañero espectral ya lo había visto desnudo, por extraño que fuera es algo que tenía normalizado.
"Bien, aunque me gustaría entrenar contigo después," sugirió Artorias, su tono indicando que lo había estado considerando seriamente.
"¿Y eso?" preguntó Bell, curioso mientras ajustaba su camisa.
"La última vez que luchamos juntos no fue solo porque disfruto pelear," explicó Artorias. "También para evaluar tu progreso, para ver qué habilidades has perfeccionado y en qué áreas necesitas mejorar."
Bell lo escuchó con atención, mientras se ponía las botas.
"¿Y qué tal?" preguntó, genuinamente interesado en la opinión de su mentor.
"Tu manejo con la espada es bastante bueno, aunque se puede mejorar aún más," comenzó Artorias, ofreciendo una valoración directa. "Tienes técnica y precisión, pero a veces te vuelves demasiado agresivo cuando la situación no está a tu favor. Pierdes el control cuando no puedes manejar a la perfección el peso de tu arma ante un contraataque, y ahí es donde cometes errores."
Bell asintió, aceptando la crítica constructiva.
"Pero donde realmente necesitas trabajar más es en tu uso de la magia," continuó Artorias, su tono más serio. "La magia es una herramienta poderosa, capaz de cambiar el rumbo de una batalla en un instante, y tu poder es excepcional. Aunque puedes controlar el Abismo para que solo dañe superficialmente, necesitas aprender cuándo y cómo usarlo de manera efectiva."
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Caballero Albino de Ceniza
Khoa học viễn tưởngTremendo amalgama de historias que me estoy creando, estoy intentando crear un buen enlace entre todas las historias para que haya coherencia y que todos los personajes sigan sus respectivas personalidades. Puede ser que hacer un enlace entre los un...