nuevo hogar, nueva familia.

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Bell abrió lentamente los ojos, parpadeando ante la suave luz que llenaba la habitación. Se encontraba en una cama cómoda, rodeado de paredes de piedra y techos altos. A su alrededor, las sombras de las antorchas danzaban suavemente, creando un ambiente tranquilo y relajante.

Intentó incorporarse. Miró a su alrededor y notó que no estaba solo. A lo largo de la sala, otras camas estaban ocupadas por figuras que parecían dormidas. Sus rostros, algunos familiares y otros desconocidos, mostraban expresiones de paz y alivio.

Bell escuchó a alguien entrar en la gran sala y se acercó hasta encontrarse a su lado. Era Hogni, quien al verlo consciente se sorprendió.

"Llevas casi dos semanas en coma, yo que tu no me movería mucho... Informaron de lo que pasó en la mazmorra," dijo Hogni con asombro. "¡Estás como una completa cabra, Bell! No me extraña que os encontrarías a un monstruo tan fuerte, llegasteis hasta el final de nuestra mazmorra. ¿Cómo se te ocurre intentar matar a un Diablos, una criatura de seis estrellas?"

Bell intentó sonreír, pero el dolor lo hizo fruncir el ceño. "No se a lo que te refieres, pero al menos ya no corro peligro por el abismó. Además, estaba a punto de atacar a Ryuu y a los demás... tenía que hacer algo."

Hogni suspiró, sentándose en una silla junto a la cama de Bell. "Entiendo, chico. Pero aún así, fue una locura. La próxima vez, intenta ser un poco más cuidadoso, ¿vale?"

Antes de que Bell pudiera responder, la puerta se abrió nuevamente y entró Noelle. Al ver que Bell estaba despierto, su rostro se iluminó con una sonrisa de alivio.

"¡Bell, estás... despierto!" exclamó ella, acercándose rápidamente a su cama. "Nos... preocupamos mucho... por ti."

Bell frunció el ceño, recordando los eventos que lo habían llevado a este lugar. "¿Qué... pasó después?"

"Después de que derrotaste al Diablos, nivel 7 casi 8, que es como se llama, te trajimos aquí," explicó Kaeya que entró después de Noelle y se sentó en una de las camas.

"Además, gracias a que absorbiste por completo el abismo de cada uno de nuestros amigos, han estado despertando, de manera lenta, pero segura. Quedan unos pocos, pero solo es cuestión de tiempo para que despierten. Como excapitana de la Compañía de Reconocimiento, te agradezco lo que has estado haciendo por nosotros." Interactuó Eula, quien acababa de entrar.

Bell suspiró, aliviado de saber que sus esfuerzos no fueron en vano. "¿Y los demás? ¿Jean, Nilou y Yae Miko?"

"Están bien," dijo Kaeya. "Después de que la criatura fuese derrotada, logramos salir de la mazmorra sin ningún problema, aunque algo que pudimos observar, es que cuando el Diablo desapareció, empezaron a aparecer más monstruos."

Bell asintió lentamente, sintiendo cómo la fatiga volvía a apoderarse de él. "Entonces el problema era él... que alivio que lo acabamos"

"Concuerdo contigo, pero ahora necesitas descansar. Cuando te recuperes del todo, sal, que te encontrarás con muchas personas que querrán agradecerte por lo que has hecho para ayudarlos," añadió Hogni, antes de desaparecer seguido por los demás pasando por la puerta por donde había entrado.

Bell cerró los ojos, permitiendo que el cansancio lo venciera. Mientras se desvanecía en un sueño profundo, una sensación de paz lo envolvió.

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Bell abrió lentamente los ojos, encontrándose de nuevo en el familiar paisaje onírico que caracterizaba su alma.

A su lado, un imponente caballero con una figura alta y musculosa, cubierto por una armadura oscura y desgastada, se erguía con una presencia imponente.

Caballero Albino de CenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora