A alta mar.

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Este capítulo será bastante tranquilo, puede que un poco emocional para mover algunas mentes a donde deberían para la trama. Y para que no sea tan lento, os pongo estos temazos del Legend of Zelda.

Sin más que contar, espero que disfrutéis este capitulo recién hecho con bastante paciencia y amor.

Ha pasado casi un mes desde aquel enfrentamiento contra Hogni, Kazuha y Beidou, pero los ecos de esa batalla aún resuenan en cada rincón de mi vida.

Mi nombre, Bell Cranel, se ha convertido en un tema recurrente entre los habitantes del pueblo, y los guardias. Es inevitable; después de todo, nunca antes habían visto la capacidad del Abismo en acción, al menos no en un combate tan público. Y aunque me señalan como un símbolo de ese poder, debo admitir que ni yo mismo comprendo por completo la magnitud de lo que llevo dentro. El Abismo me asusta, y con razón.

Desde aquel enfrentamiento, mis noches han sido inquietas. Cada sueño que tengo está teñido por una oscuridad profunda y asfixiante, una voz sin rostro que me llama desde el interior del Abismo, pidiendo ayuda.

En esos sueños, siempre hay una pintura inacabada, que solo puede completarse con un tipo específico de sangre. Aunque decidí no compartirlo con nadie. Todos estamos bajo una carga insoportable, intentando mejorar lo más rápido posible, entrenando sin descanso para lo que sea que el futuro nos depare. No quiero ser una carga para ellos con mis propios demonios.

La mazmorra ha sido un refugio y una oportunidad para muchos de nosotros. Hogni me explicó que antes, la puerta que conducía a ese infierno, casi siempre estaba cerrada, solo abriéndose en contadas ocasiones a la semana. Sin embargo, desde que se abrió por primera vez para nuestra primera incursión, no ha parado de ser un lugar constantemente transitado por los aventureros de este reino.

Hogni, por su parte, ha estado más presente de lo que jamás hubiera imaginado. No mucho después de la pelea, apareció en mi chequeo médico con Baizhu, ofreciendo algo que era la idea inicial al llegar aquí, me propuso entrenarme.

No buscaba nada a cambio, solo quería ayudarme a estar más preparado, a ser más fuerte. La oferta era demasiado buena para rechazarla.

Los entrenamientos con Hogni fueron y siguen siendo brutales, recordándome a los días en que mamá me empujaba más allá de mis límites. Cada golpe, cada caída, me ha dejado claro que aún tengo mucho que aprender. Pero también he visto los frutos de mi esfuerzo.

Mis capacidades han mejorado, y aunque no soy alguien que disfrute de ser el centro de atención, me he convertido en el objetivo de muchos que quieren probar su fuerza. Sin embargo, he notado un cambio en la forma en que algunos me miran o se dirigen a mí. Es una sensación extraña.

Gracias a Hogni, he conseguido algo importante no he tenido que recurrir al Abismo en ningún momento durante las peleas que tenía con cada uno. Al principio, cada enfrentamiento era un reto, y más de una vez estuve a punto de perder, pero ahora me mantengo firme. Mi resistencia ha mejorado, y aunque sigo siendo consciente de mis limitaciones, ya no me siento atrapado en la necesidad de desatar ese poder oscuro.

Mis conjuros, que antes me dejaban exhausto rápidamente, han mejorado. La cantidad de maná que poseo sigue siendo limitada, pero he aprendido a ser más eficiente. Antes, apenas podía invocar algunos mensajeros, unas pocas bolas de abismo, y con suerte, una o dos manos abismales. Cualquier exceso en el uso de maná me acercaba peligrosamente al frenesí.

Gracias al apoyo de Yae Miko, Nilou, Kokomi, Barbara y Lisa, he aprendido a controlar mejor mi maná, minimizando el gasto de cada conjuro. Me han enseñado a leer el flujo del maná en el ambiente y absorberlo como hacía instintivamente con el Abismo.

Caballero Albino de CenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora