1. Llegada

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Coral, cómo en cualquier otro viernes, participa en club de atletismo, aunque ese día se había esmerado más de lo habitual, estaba bastante motivada, lo cual había resultado en más alabanzas por parte de sus compañeras y entrenador. Supuraba confianza en sí misma y un aún mejor humor, si por ella fuera, se hubiera quedado más tiempo escuchándolos, pero, al ver a Teresa, esperando tranquilamente en las gradas, volvió en sí. Hoy era su día, era el día qué tanto había estado esperando, se despidió de su equipo en cuánto pudo.

- Cómo sigas así vas a arrasar en el campeonato.

-  Estrella del equipo, acuérdate que mañana habías quedado en ayudarme.

- Qué envidia...

Eran los diversos comentarios que solía escuchar.

- ¡Hasta el lunes! -estiró los músculos de mala manera, con prisa y fue directa a dónde la esperaban.

Aún estaba empapada en sudor cuando tomó a su amiga de la mano, la arrastró fuera del recinto, cuanto antes llegasen a la casa de Coral antes leerían el capítulo de estreno, ni siquiera quería mirar las redes sociales, no quería arriesgarse a un spoiler, la autora de uno de sus manhwas favoritos había anunciado recientemente por las redes sociales que reanudaría la historia con un capítulo largo y... algo explícito.

No le dio tiempo a Teresa a despedirse del equipo, aunque daba igual, muchos solo le contestaban por mera cortesía.

Coral solo pensaba en llegar y nada más, ni siquiera se le pasó por la cabeza pasar a saludar al señor Chinea cómo hacía a menudo, ni siquiera ofrecer su ayuda a los otros clubes de actividades extraescolares. Gracias a las amplias zancadas que le permitían sus largas y atléticas piernas, el trayecto fue más corto, y ameno, de lo habitual, al menos para ella. Al contrario pasó con su rubia amiga, su actitud poco deportista y lo empinado del camino, desencadenaron en que se tuviera que refrescar nada más entrar a la casa.

- Buena idea -le dijo la castaña-. Me voy a bañar antes de ver el capítulo, la ocasión lo requiere -el fervor era evidente.

- Sí -asintió con una sonrisilla-, entiendo las necesidades de los mortales. Todo sea por comprenderos mejor.

- Lo que tú digas, pero las explicaciones no están en la bañera.

De manera indirecta, Coral invitó a su amiga a salir del baño.

Teresa se dirigió a la cocina, al parecer las palomitas y las fresas sí que están en el régimen de los seres no terrenales.

- Me parecía haberte escuchado -saludó Imobach.

Al contrario de cómo lo describía su hermana, Imobach era un chico encantador, reservado y respetuoso, nunca decía una palabra de más, ni amaba de menos. Pero, claro, hermanos, para Coral era el bicho más molesto con el que tenía el horror de toparse cada mañana.

- ¿Qué es eso de los mortales? -preguntó una cara desconocida para Teresa. También lo hubiera sido para Coral.

- Jé -una amplia y orgullosa sonrisa apareció en la cara de la rubia- ¿Un aliado más? Los humanos tienden a...

- Bah, tiene pinta de frikada. Me voy -dijo colgándose el abrigo del hombro.

La interrumpió, ni la frase le dejó terminar, pero era habitual para ella, las personas no solían atender a sus divagaciones habituales, lo raro era para ella era ser escuchada.

El cuarto en cuestión se fue. Minutos atrás había compartido cuarto con Imobach, pero ahora se había ido, sin despedirse al menos. No hacía falta un beso empalagoso ni un abrazo perenne, pero sí un "adiós, ha estado bien". El gesto había sido feo.

Tu entropía: Expedientes anónimos || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora