12. Intento

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- Son increíbles -exhaló Coral.

- Lo sé -respondió orgullosa Adassa.

- No -alzó la voz, pero se corrigió enseguida-. No es un halago. ¿Cómo se les ocurre? Era el último examen, hay que salir con buen sabor de boca.

Coral estaba tirada en el suelo, apoyada contra la pared del muro externo del instituto, aprovechando los rayos de sol de las cuatro de la tarde, había remangado su pantalón largo a pesar que persistieran las marcas del neopreno. Se incorporó de un brinco, y aterrizó con la pierna izquierda.

- No hemos hecho nada malo... -se defendió Teresa.

- ¡Han sido las intolerancias y fachismos de la profe!

- Lo que tú digas lady Anarquía, pero me reconocerán que estuvo fuera de lugar.

Miró de izquierda a derecha en busca de algún rastro de vergüenza, y cómo no encontró nada, empezó a caminar.

Hubiera deseado que su hermano estuviera allí. Él sí que sabía reprender, aunque a veces se abstrayera tanto que se olvidara de hacerlo; o Yuusuke, esa mirada haría que hasta te sintieras mal por salpicar el espejo cuando te lavas los dientes, cosa que ella hacía mucho.

- De cierta manera... no molestamos a nadie.

- Sí. Ojo rojo tiene razón.

- Pero a ver -las manos de Coral se juntaron en un arco perfecto, luego, exhaló fuerte-. ¿A quién se le ocurre que nada más acabar el examen ponerse en la puerta en posición de salida?

- ¡¿Y qué tiene de malo?!

- Que no había pasado ni un cuarto de hora.

- No es mi culpa que fuera fácil. ¡Me tenía que haber dejado salir! Era la última hora.

Negó con la cabeza.

- ¿Y ese péndulo? -señaló uno de los colgantes que llevaba Teresa al cuello-. ¿De dónde lo sacaste?

- Me lo devolvió al acabar el castigo. Es que sólo quería asegurarme más respuestas

- Y lo mejor era poner la piedra para que esta te dijera si era a, b, c, d o e. Ajá.

- ¡Oye! Tú no te quejes. Que la única que ha copiado aquí eres tú.

La carcajada nerviosa de Coral hizo dar un respingo a Teresa. La castaña dudó si admititlo de primeras, se preguntó cómo la había pillado.

- Eso diferente.

- ¿Por qué?

- Porqué a mí no me han descubierto. Cómo iba diciendo -se adelantó a decir para no dar espacio a la antigua conversación-, ya hemos aceptado en público la exploración en la cueva, ya han venido varias personas a lo largo de la semana a preguntar.

- Vamos que te vas a tragar tu miedo solo por el qué dirán.

- Exac- ¡No! No es por eso.

- Bueno... no pasa nada, lo que importa es que vamos juntas -a pesar de la diferencia de estatura Teresa engulló la totalidad de Coral y dejó un espació para Adassa por si se quería incluir dentro. Era su mejor manera de cortar la conversación, no quería discusiones.



La duda rondó la cara angulosa de Coral todo el trayecto, ¿cómo?, había escrito todo el análisis sintáctico-morfológico, además de pequeños datos de la vida de García Márquez en cuatro centímetros cuadrados, enrollados a su vez en su bolígrafo Bic favorito. Y lo peor... si se había dado cuenta ella, ¿se habría dado cuenta más gente? ¿Comentarían de ella? ¿No la invitarían a futuras quedadas para estudiar?

Tu entropía: Expedientes anónimos || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora