18. Abrumada

10 7 10
                                    

Lo peor vino al día siguiente.

En la madrugada, un anónimo, había subido el vídeo a la página, era corto, de no más de cinco minutos, estaba mal recortado y al ser una cámara normal, no nocturna, había poca visibilidad, solo se veía lo que iluminaban ellos mismos. Pero se les reconocía, sin duda eran ellos, sus voces, pese a lejanas, estaban ahí, en especial cuando les obligó a identificarse, a los cuatro que lo hicieron.

La mayoría de comentarios aparecieron en la mañana, Coral no había parado de refrescar la página una y otra vez, sabía en que hora y minuto habían enviado cada uno de ellos. Burlas, ironías y emoticonos de risa, en su mayoría. Algunos pocos habían aprovechado para sacar captura a sus caras descompuestas, y las sátiras tampoco tardaron en aparecer.

Es más, en la sección de comentarios se dividieron en dos facciones: aquellos que se dedicaron a hacer memes, no paraban de subir vídeos distorsionados, fotos con plantillas diferentes y Bottom text, y aquellos que preferían abrir debate de lo ocurrido, preguntar, interpretar y redescribir el vídeo. Ni un solo comentario de apoyo llegó a Coral.

Ciento seis usuarios estaban en línea en el momento que Imobach se despertó, Coral lo escuchó tropezar contra su mesilla al apagar el despertador. Ella se refugió en su cuarto, recogida en su silla, de cuando en cuando levantaba la mirada para mirar al mar, pero volvía a bajar la mirada para recargar la página. Escuchó de fondo la nueva clase de cocina, hoy Yuusuke aprendería a hacer un Bienmesabe. Coral recordó que su hermano se la había preparado para su doceavo cumpleaños, la mucama de ese momento, y de las últimas que tuvieron, opinó que no tenía buen aspecto, por lo que prefirió tirarla, sin preguntar, y comprar una del supermercado.

Le volvieron las ganas de llorar, se aguantó incluso en soledad, ¿Cómo podían estar tan tranquilos? ¿No habían leído el mensaje de aviso? Todos esos comentarios, personas hablando de ella, de todos ellos, sin poder pararlos, sin poder explicarse, se sintió abrumada, era una sensación horrible, de las peores que había sentido, incluso peor que cuando le vio un hueso de la pierna a su compañero de carreras por relevo luego de caer de las gradas.

Apareció el enojo hizo, ¿cómo podía ser que ninguno fuera capaz de preguntar cómo estaba?, se sentía mal, ¿porqué no lo percibían? ¿No existía? ¿Por qué no se daban cuenta que algo andaba mal?

Teresa le habló a mediodía, habían terminado de recoger en el huerto e iban directas a su casa. Fue suave, no preguntó directamente, sino que dio un rodeo, si había dormido con el calor que hacía fue su primera pregunta, y luego que si el calor le habría dejado comer algo. Coral le mintió en ambos:

dormí con ventilador ;)

un café helado todo lo puede!!

No había tocado la cama más que para empurruñar su cara y desear desaparecer, tampoco había salido de su habitación más que para ir al baño.

Se miró en el pequeño espejo de tocador, hacía tiempo que no usaba las gafas, al contrario que su hermano, prefería usar lentillas siempre, por suerte no tenía mucha falta de vista, las gafas le sentaban fatal solo acentuaban las ojeras. No se había desecho de la coleta alta desde el día anterior, sus pelos empezaban a doler y la bolsa de hielo que le había dado su hermano era ya líquido templado sobre la mesa, quizás debería congelarla, pensó, la única función del "hielo" en ese momento era estropear la mesa.

Pero su mente, traicionera, le recondució a ayer. Volvió a recordar la figura, el halo verdoso y sus caras, patéticas, exactamente cómo había dicho, era lo que era ella.

Leyó por séptima vez los comentarios, todos, los más de trescientos que habían sido publicados, se repetía que era para calmarse, que encontraría alguno que le sentaría bien y eso le ayudaría a a relajarse, pero volvía a revisarlos y al acabar lo único que sentía era angustia.

Tu entropía: Expedientes anónimos || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora