Coral es una estudiante de bachillerato que siempre se ha creído el discurso interno de tener que agradar a los demás, pero, por azares del destino, su lección llega en forma de chico, Yuusuke, guapo y encantador, o eso cree ella. Dentro de su peque...
Este mes se cumplen diecisiete meses desde que Coral partió, diecisiete, cómo la edad que tenía al dar el salto, diecisiete para los mortales, para mí, un ser semi-inmortal, una infinidad.
Esperamos frente a aquel túnel una cantidad de tiempo que no sabría contabilizar, no iba a volver, no por el momento, así nos lo había expresado, pero no queríamos creerlo, o más bien no pudimos creerlo, a pesar de las explicaciones de Yuusuke desde el principio fue muy diferente verlo, parecía que nuestra vista nos engañaba, lo bordeabas y no estaban, no era una puerta tal y cómo las conocemos.
Marchamos en las primeras horas de la tarde, cuando el solo era insoportable y la insolación amenazaba con presentarse. Volvimos varias veces más, esa misma noche fue más difícil de encontrar, los siguientes caminamos casi sin guía y nos dimos por vencidos a la tercera noche. Era una esfera voluminosa y blanca, imponente y bella. Los lloros se presentaron en ese instante, cuando lo vimos a lo lejos, resplandeciendo en la oscuridad, cómo un faro que alumbra a los barcos en la penumbra. A su alrededor habían varias rocas más, un tornillo autoperforante y unos papeles, estos últimos no los tomamos, por la cercanía con la luz y el temor al qué pasará.
Fue la vez que más aguantamos, fue nuestra verdadera despedida. Al año siguiente volvimos, en nuestra vacaciones, cómo aniversario, para enseñarle el papel del juicio recién ganado de Adassa y sus padres y para presentarle mi creciente panza, resulta que no rompí la maldición, solo la retrasé unos poco años. Pero quién se puede resistir a esos redondos y verdes ojos tan monos capaces de derrocar cualquier barrera espiritual.
- ¡Detrás de ti, imbécil!
- No me asustes así, mira, mis manos.
- ¡Bah! ¿Es para tanto? Ni gritaste.
- Estaba bastante concentrada, es el final... Lo quiero hacer bien. Esa frase... ¿estás jugándolo de nuevo?
- Así es, flaca, el cuarto de la saga y el mejor de Capcom.
- ¿Cuando entraste, Ada?
- Más o menos desde que le diste el play a la grabadora. No está nada mal.
- Respecto a eso... ¿sigues pensando que es mejor el autodictado qué escribirlo? A mí no me importa redactar tus partes...
- Dícelo a Mr. Olympia, entre las clases particulares que imparte, el grado en Historia y el mocoso...
- Habla por ti, estoy fresco cómo un rosal. ¿Qué tal el campo hoy, tesoro?
- Puaj. Es demasiado temprano para ver estas cosas, ujjj... los cereales están subiendo... Ah, gracias por comprarlos, mister.
- Gracias por cuidar el finde de la chiquitina.
- Estuvo bien, pillamos la negra con un viejo en la guagua, decía nosequé de su collar con un perno. Le enseñé a defenderse.
- Con que su primera palabra no sea "aburrido" o "no me suena", juju.
- Esperemos, tesoro...
- ¡Ja! Y luego que si muchas felicidades por que te hayan contratado del banco para poner a prueba los sistemas, ¡ya querréis que gane lo que yo!
- Pues sí, Adassa, pero mientras, su madrina se encarga de proteger los bienes de los demás, enseñarla a tocar el bajo eléctrico y tenerla cómo modelo en los concursos de fotografía.
- Y que me cedan el asiento en cualquier sitio gracias a ella.
- Venga chicos... vamos a acabar de una vez.
- Cortará esto, entiendo.
- Sí... tran-qui-los, es una IA, está más preparada que ustedes, todo lo que no es necesario, cómo esto, lo desecha. "A.D.A.S.S.A corta y selecciona lo necesario de la redacción, luego envía a editorial".
Diecisiete meses han pasado desde la última vez que supimos de vosotros y diecisiete meses hemos estado pensado todos los días si llegaron bien o si llegaron, diecisiete meses de incertidumbre pero de crecimiento, de aceptación y de nuevas metas.
Gracias.
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Gracias por llegar hasta aquí, significa mucho para mí.
