25. Salida

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Colar a Yuusuke en el barco cómo polizón no fue tan difícil, con un poco de práctica y la facilidad de no revisar los coches más que superficialmente fue posible. A la media hora pudo salir del maletero y poder subir a proa con el resto.

Dejaron el muelle atrás, y con él, el olor a pescado, la espuma en el agua, varios montones de personas desconocidas que se despedían cariñosamente y la tranquilidad.

Al llegar a la isla el clima árido les azotó, a todos menos a Imobach, cuya dosis de dimenhidrinato (Biodramina para los amigos) tenía que ser siempre superior a la media y, aún así, conseguía marear un poco. Una vez se repuso el conductor, se pusieron en marcha.

- ¿Tendrán frangollo? -preguntó Coral a la vez que se alejaba para preguntar a los trabajadores.

- ¡Primero el bingo! -Adassa levantaba bien en alto la papeleta que les dieron nada más entrar al hotel.

- Más tarde, ahora vamos a la piscina -recondució Teresa al grupo. No habían ni pasado diez minutos desde que dejaron las maletas y ya estaban llamando la atención.

- Hemos venido a investigar -recalcó Yuusuke.

- Ey, ey, ey, estos son unas vacaciones pagadas previas a las recuperaciones .-Adassa levantó las palmas mientras hablaba-. No hay prisas. Además, la página va bien en ventas y -bajó el tono y adoptó una postura semi-encorvada- de aquí podemos sacar más merch.

- Bueno, no fue culpa de él que le dieras tus tareas finales de Dibujo Técnico a un vagabundo -le defendió Imobach-. En cualquier caso, traigo los flotadores.

- ¡¿Qué hay de malo?!

- Que suspendiste -respondió Yuusuke rotundo, entre otras razones.

- Eso es por falta de entreno. Pero para el próximo año sé que estará apunto.

- ¿Te piensas quedar otro año? -Imobach inspiró profundo, para su suerte pensaba irse de mochilero al menos un par de meses.

- ¿Hablaban de Don Juárez? -Coral apareció con helados Belice para todos y uno de hielo para su hermano.

- No hay nada de malo, él pedía dinero y yo le di mi tarea. Un trabajo digno.

- De verdad que no sé si eres muy lista o muy tonta -habló la antipatía natural de Yuusuke.

- ¿Dónde ha quedado aquel chico encantador que me hizo sentir la protagonista por haberlo encontrado? -Coral se balanceó encima de los hombros de Yuusuke cual nube vaporosa. Este al fin los pudo relajar, y puso la mano encima de la de su amiga.

Sobre la piscina central, amplia y con diferentes profundidades, Imobach lanzó los hinchables, con cuidado de dar a los alejados turistas. Acto seguido fue su hermana, encima del donut caracterizado de sandía.

- Al menos no soy la que le da dinero por si alguna vez estoy en peligro y éste, sintiéndose en deuda, me salve.

- Principalmente es para comida -se defendió Teresa de la acusación de Adassa-. Y si lo piensan... tiene sentido.

- Teresa... -Imobach empezó a reírse en un tono más grave.

- Es verdad, piénsalo -la rubita se acercó a él, sonrió mientras le buscaba la mirada.

- Y tampoco soy la que en las noches piensa que puede en 1vs1 contra un león -Adassa incriminó a Imobach con la mirada, y este se ruborizó.

- En mi defensa luego busqué cuanto pesaban.

- Sí, porque lo de estudiar biología, cómo mamá, ya lo dejaste de lado, ¿no? -alzó la voz Coral mientras se alejaba lentamente por la corriente de la piscina.

Tu entropía: Expedientes anónimos || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora