Capítulo 5: Aquella llamada

10 2 0
                                    

En cuanto llegué al apartamento Amanda estaba sentada en el sofá, con cara de preocupación y su móvil en la mano.

—¡April!— gritó enseguida al verme.

Corrí a abrazarla.

—¿En dónde estabas, niña estúpida?— me reprochó al instante, la preocupación aún ceñida a varias partes de su semblante—. Debes de tener más de cincuenta llamadas mías en tu móvil.

Mierda, es verdad, ¡mi teléfono!

—Mi móvil murió anoche— y no era mentira, se cayó al agua junto conmigo.

—No te vi más, dónde te metiste.

En la ropa de un Wallace.

No, joder, no pienses así. Conciencia, en momentos como este no sirves de mucho.

Cállate.

Perfecto, ahora hablo sola.

Espera, Mandy me estaba hablando, debo responderle.

—Fui al muelle de ahí cerca, anduve por la playa hasta que me dormí— mentí.

—¿Segura? ¿No te habrás ido con algún chico?— inquirió picarona.

—¡Nooo!— me sonrojé un poco y para ocultarlo fui hasta la cocina para hacer café y poder tomar algo caliente— Lo que sí vi que cierta persona andaba de puro amor con cierto chico.

Se sonrojó a pesar de su tono moreno de piel.

—¿Nos viste?— preguntó apenada.

—Claro que los vi si estabais de beso en beso en plena terraza— volteé en cuanto lo preparé y puse la maquina a andar, sujetándome con mis palmas de la encimera—, aparte, Doña Perdida me dejó sola en media fiesta.

—Lo siento— soltó una risa nerviosa— Es...bueno, ya sabes en que estaba. Me distraje con William y luego me di cuenta de que no estabas.

Le echo una ojeada levantando una ceja y ella ríe nerviosa.

—De todos modos, la fiesta no estuvo tan mal— dice ella acercándose a mí, la máquina ya había terminado su labor en cuanto me volteé y serví para ambas.

Una vez tuve mi ansiada jarra de café, me senté en el sofá y Amanda me siguió.

—¿Qué tal van las pesadillas?— ella suelta de pronto.

Todo mi cuerpo se tensa al momento, para ella era fácil, no tenía que lidiar con esa mierda todas las noches. Ella no tenía que quedarse despierta todas las noches por el estúpido insomnio y...

—Lo siento— interrumpe mi hilo de pensamientos—. Sé que todo esto es muy difícil para ti, pero quería saber cómo estabas.

Me quedé en silencio, pasando mi dedo índice por el borde de la jarra.

—Está bien— logré decir— No pasa nada.

Me doy un trago del fuerte líquido que baja rápidamente por mi garganta, calentando mi sistema.

Todo el rato restante permanecimos en silencio, uno muy incómodo —y el único de ese tipo que se había instalado entre nosotras desde que llegué—.

☆☆☆

Tomé mi mochila, en mi habitación y comencé a repasar las notas.

Uff qué aburrido es estudiar lo odio.

Por una vez en la vida estoy de acuerdo contigo en algo, conciencia.

Protagonistas de nuestro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora