Capítulo 8: Otra fiesta

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Holaaa, discúlpenme por la demora. Espero poder compensarla haciendo una maratón así que aquí va...
Disfrútenlo :3

Maratón 1/2

Ya era bastante tarde cuando salía de una de mis clases y mi móvil vibró dentro de la bolsa que colgaba de mi hombro. Desbloqueé la pantalla y pude ver que era del desconocido.

Debes ser cuidadosa con cada uno de tus pasos. Él te está pisando los talones.

¿A quién se refiere con él?

Mierda, esto cada vez me estresa más.

No sé a quién se refiere.

No sé quién es este tipo que al parecer me quiere proteger.

¿Conclusiones?

No sé ABSOLUTAMENTE nada.

Todo lo que pensaba que era cierto resulta que es mentira. Resulta que mi madre no se suicidó, sino que la asesinaron. Resulta que —supuestamente— están siguiendo cada uno de mis pasos y estoy en peligro.

¿Y a quién se lo puedo contar? A nadie porque todo esto es un embrollo del que no se sabe qué es mentira y qué es verdad, aparte de que es peligroso ya que el mismo hombre que mató a mi mamá podría matarme a mí y a ese alguien que involucre al contarle.

Así que, mejor así. Ya de paso la única que está en peligro de muerte soy yo y no otras personas.

☆☆☆

—Hoy sí que me acompañarás— refunfuñó Amanda. No pude evitar poner los ojos en blanco— No me importa que no quieras, te llevaré a rastras. Y te pondrás este vestido con esos zapatos que tienes allí.

Colocó un vestido azul índigo súper corto, con la espalda al descubierto y un hermoso drapeado en el pecho sobre el colchón donde estaba sentada y señaló unos zapatos negros de tacón que tenían una cinta para asegurarlos al tobillo, con una pequeña abertura al frente.

—Oh, Dios— pronuncié dramáticamente— ¿Qué mal te he hecho para que esta chica me obligue a ir a esas cosas llamadas fiestas que no sirven de nada?

Ella rió abiertamente y me dio una palmada en el hombro para que me levantase y lo hice, quedando relativamente a su altura.

—Ve a cambiarte, te veo en media hora en el salón— me dijo con tono de advertencia y el dedo índice levantado en mi dirección.

En cuento se fue volví a caer en mi cama, dubitativa.

No pasaría nada malo si fuese, ¿o sí?

Al final me decidí por ir. Fui al cuarto de baño a por una ducha y me cambié justo con el vestuario que Mandy había preparado para mí. La verdad es que no me quedaba tan mal —por el contrario—, el vestido se ajustaba un poco a mis curvas, sin llegar a ser demasiado ceñido —su color azul me fascinaba— y el calzado le daba ese toque elegante.

Esta vez mis labios lucían un rojo carmesí, apliqué delineado alrededor de mis ojos y mascara de pestañas.

En cuanto salí Amanda abrió tanto sus ojos que pensé que se saldrían de sus cuencas. Luego comenzó a aplaudir animadamente.

Protagonistas de nuestro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora