Capítulo 15: Mi perdición

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—¿Entonces eres la novia de Daleksito?— preguntó Gia con una voz muy tierna.

—Emm... Sí.

—Me caes bien.

Sonreí a la pequeña, caminábamos por uno de los caminos principales esperando la llegada de mi padre que había tardado más por el tráfico.

Pronto un auto que conocía de toda la vida entró al lugar, deteniéndose en la rotonda frente a nosotras. Un cabello rubio encanecido por el pasar de los años fue visible apenas abrió una de las puertas. Con un porte altivo digno de mi padre cerró al salir y se encaminó hacia mí retirando unas gafas de sol que traía.

—¡Papá!— exclamé tirándome sobre él a por un cálido abrazo— Te extrañé mucho.

—Y yo a ti princesa.

Dejé múltiples besos sobre sus mejillas, en serio si lo había echado de menos.

—Te quiero presentar a alguien.

Me di cuenta tarde de una cosa: mi padre no había salido del asiento del conductor y no venía solo. Mi ceño se frunció completamente al ver a un hombre salir del coche en el que venía papá pero del lado contrario.

Se acercó a nosotros con parsimonia y las manos en sus bolsillos. Un cabello oscuro y casi lacio caía hasta sus hombros. Portaba una barba que fuera se hacerlo parecer sucio y feo, lo hacía ver intimidante, como alguien que lo sabe todo. Me examinó con unos ojos ambarinos que destellaban misterio.

Escondía algo, lo podía sentir.

—Soy Martin. Un gusto conocer a la hija de tales dos prodigios— extendió su mano hacia mí.

—Supongo que ya sabes mi nombre— correspondí al apretón de manos pero al hacerlo, al tocarlo, supe que todo estaba mal, que no debería de estar allí en su presencia.

—Su hijo lamentablemente murió— explicó papá —, bajo el cuidado de Anna. Pero luego él se hizo muy amigo de la familia, después de la...— a papá se le hacía tan difícil pronunciarlo como a mí— muerte de ella él estuvo en viajes de negocios.

Esa espinilla del mal presentimiento aún estaba palpable en mi interior, aún después de unas horas. Estando con Dalek en la habitación estaba pensativa sobre aquel hombre.

Se me hacía muy extraño y peligroso. Su mirada indicaba algo... algo que...

—¿En qué piensas?— inquirió Dalek y por tener mi cabeza sobre su pecho pude sentir la vibración de su cálido cuerpo al hablar.

—¿Viste al hombre que vino con mi padre?

Él pensó un poquito y continuó acariciando mi espalda y cabeza.

—¿El que se irá mañana y vino a acompañarlo por el viaje largo?

—Ese.

Murmuró un «mhm», seña de que aún no entendía nada e iba a hacer un montón de preguntas.

—¿Qué pasa con él?

—Me da mal rollo.

En la oscuridad de la habitación pude ver como fruncía su ceño y levantaba un poco la cabeza para mirarme y luego volvió a su pose inicial viendo el interesantísimo techo (nótese el sarcasmo).

—Si nos guiamos por toda la gente que nos da mal rollo...

—Si, pero es distinto— le dije— Sabes, es como que siento que no debería o deberíamos pasar mucho tiempo cerca de él, que es peligroso.

—¿Te preocupa mucho?

—Sí.

—Ven aquí, Nemo.

Protagonistas de nuestro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora