11. Agua al cuello

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Camino hasta lo que parecía ser un especie de centro de comandos, había elegido ese sitio para poder grabar todos los ángulos del gran final de Izuku Midoriya, en su retorcida mente, pensaba que sería un lindo regalo para Bakugo ver como había pasado sus últimos momentos el peliverde.

Tomo asiento y observo las cámaras notando que el peliverde solo estaba llorando y su semblante era de miedo e impotencia, realmente estaba feliz con el resultado, se aseguró de que todos los dispositivos de grabación estuvieran listos y bien posicionados para capturar cada segundo de la tortura psicológica y física que Izuku estaba experimentando.

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Conforme el tiempo corría Izuku perdía la esperanza, calculaba que la jaula tocaría el agua en poco tiempo pues ya veía la superficie, a unos veinte centímetros de distancia, estaba con su cabeza recargada contra los barrotes.

Comenzó a pensar en el pasado, en el momento en que conoció a Katsuki, tan solo tenía unos seis años, luego como su amistad fue creciendo, y todos esos hermosos momentos que compartieron durante la infancia, la adolescencia y parte de la juventud.

Recordó cuando tuvo que despedirse para ir a estudiar a Estados Unidos, sus padres odiaron la idea de que haya preferido la medicina forense en lugar de cardiología y para complacerlos decidió darles un poco de ese gusto.

A pesar de la distancia siempre que podían se mandaban algún mensaje o una llamada, pero cuando regreso hace poco realmente estaba feliz de haber declarados sus sentimientos y haber sido correspondido, de lo único que se arrepentía era de no haberlo hecho antes y tal vez hubiera podido disfrutar más de su pareja.

Además, por otro lado, desde un inicio su sentido común le decía que él era el culpable, pero se negó a aceptarlo, y principalmente por ser alguien en quien tanto Kacchan como él confiaba. Ahora estaba un poco arrepentido de haber salido corriendo en cuanto recibió la llamada, fue demasiado ingenuo.

Se escucharon pasos nuevamente, y luego un ruido metálico, la plataforma que al inicio estaba a la altura de su prisión ahora volvía a descender para estar al nivel de la piscina, vio nuevamente a aquella persona frente a él con una sonrisa triunfante, y entendía por qué tenía ese semblante

El asesino se acercó con una sonrisa satisfecha, se detuvo frente a Izuku.

-Veo que al final ya te resignaste, Midoriya – se burló – Estoy contando los minutos para ver cómo te hundes y tus ojos pierden ese brillo.

-No... - murmuró, - Aunque el tiempo se acaba, sé que Kacchan vendrá por mí

El asesino soltó una carcajada que resonó en el lugar.

- ¿De verdad crees eso? - preguntó, divertido - Bakugo no tiene idea de dónde estás. Estará buscándote en vano mientras tú te ahogas aquí, solo y olvidado.

Izuku sintió un nudo en el estómago, pero decidió no mostrar más debilidad.

- Él me encontrará - insistió - Y cuando lo haga, tú pagarás por todo esto.

El asesino se acercó más, agarrando los barrotes de la jaula.

- ¿Tienes alguna idea de lo desesperante que es amar a alguien que nunca te corresponderá? - susurró, su voz llena de veneno - Bakugo es mío, y no permitiré que alguien como tú se interponga en mi camino.

- Sé que te duele que Kacchan no te corresponda – hablo el peliverde intentando ganar tiempo y que detuviera el avance de la jaula - Pero esta no es la manera de ganarte su amor. No conseguirás nada haciendo esto. Solo te estás asegurando de que te odie más.

Siguiendo la pista (Bakudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora