12. Dolor

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𝑷𝒖𝒏𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝒗𝒊𝒔𝒕𝒂 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒗𝒊́𝒄𝒕𝒊𝒎𝒂 𝒎𝒂́𝒔.

Observaba aquella vieja foto, con lágrimas en los ojos, recordando lo feliz que fui durante mi infancia. Pero las cosas cambiaron cuando mi amada madre falleció. Ahí descubrí que mi padre era un alcohólico y le encantaban las apuestas, yo apenas era un niño de siete años.

Lamentablemente, en una de esas apuestas, mi padre perdió todo, y las personas con las que perdió nuestro hogar no eran pacientes. Llegaron a nuestra casa para desalojarnos, pero cuando me vieron, decidieron cambiar la deuda: me llevaron con ellos a cambio de la casa, mi padre no se opuso, fue la última vez que lo vi. Y creo que actualmente si lo vuelvo a ver será solo un desconocido más para mi vida.

Y así fue como terminé dentro de ese burdel, siendo solo un objeto sexual. Actualmente, no sé cuántas personas pasaron por mí, solo recuerdo los horrores que viví. Hasta que finalmente, un día, pude escapar gracias a la ayuda de un hombre del que me enamoré.

El hombre que me salvó me llevó a otra ciudad lejana donde no nos encontrarían y podríamos comenzar nuestra vida juntos. Las cosas comenzaron a tomar forma él era mayor que yo, me pago los estudios, todo era perfecto.

-Hola mi amor - me saludo aquel día

-Hola, te extrañe – le conteste corriendo para abrazarlo – hoy salí temprano de la universidad, así que decidí hacer tu platillo favorito

𝙀́𝙡 𝙚𝙧𝙖 𝙢𝙞 𝙩𝙤𝙙𝙤.

Pero parecía que mi destino era estar solo y sufrir, aun no terminaba de levantarme cuando una tarde lluviosa, mientras esperaba a que él llegara a casa, recibí una llamada que nunca hubiera deseado recibir. Un accidente de tráfico.

Corrí al hospital con mis emociones desbordándose, el medico me recibió y me informó de su estado

-Señor, su pareja está muy grave, no hay mucho que podamos hacer – esas palabras retumbaron en cada parte de mi ser, no quería perderlo

- ¿Puedo verlo? – pregunté en un susurro con las lágrimas saliendo de mis ojos

-Si, pero debo advertirle que su estado es muy delicado – asentí con la cabeza y me condujo a su habitación.

Verlo ahí, con todos esos tubos conectados, vendajes cubriendo gran parte de sus piel, ese hermoso cabello puntiagudo y rojo que siempre lo caracterizaba, fue devastador para mí, quise mantener la esperanza de que saldría adelante.

Las horas pasaron, y despertó en medio de la noche, me miro a los ojos, lucían apagados, trato de sonreírme

-Mi amor – me susurro con dificultad – Perdóname por hacerte sufrir una vez más, pero... debes prometerme que terminaras la universidad, vivirás por los dos y en un futuro te enamoraras de alguien, sé que ese alguien estará esperándote.

Esas fueron sus últimas palabras, lloré junto a su cama, sintiendo como todo mi mundo se derrumbaba creo que mi destino en este mundo es sufrir, todo se desmoronó, él era mi héroe, mi guía, mi amor, mi todo. Mis días se volvieron oscuros y nuestra casa antes llena de risas y amor, ahora solo era un recuerdo constante de que nunca más iba a cruzar por esa puerta.

Como pude termine mis estudios y entre a trabajar, ahí conocí a alguien que de alguna manera rompió todas las barreras que me había puesto, tenía miedo de volver a amar, pues las únicas personas que llegue a tener con esos sentimientos ya no existían en este mundo.

Él fue paciente, amoroso, cariñoso conmigo, jamás me presionó y me enseño nuevamente lo que era el amor, él sabía que yo tuve a alguien y ese alguien era a quien visitaba cada año sin falta al cementerio, no hay más familia éramos solo nosotros dos.

𝙀𝙞𝙟𝙞𝙧𝙤 𝙆𝙞𝙧𝙞𝙨𝙝𝙞𝙢𝙖, era su nombre, no pude olvidarlo nunca y mi actual novio me comprendió y nunca se puso celoso de alguien que ya no estaba en este plano terrenal.

Con mi novio tengo poco más de dos años, trabajamos juntos o por lo menos en el mismo edificio pues somos de diferentes departamentos.

Pero el destino parece seguir en mi contra, una tarde mientras hacia el super después de salir del trabajo, lo encontré, era uno de mis verdugos de aquel burdel, su mirada siempre me dio pánico y con solo eso me tenía a su merced por el miedo que me provocaba

-Pero que pequeño es el mundo – susurro mientras se acercaba a donde estaba – Pero si es mi juguete favorito, aquel que un día ya no estaba.

Mi corazón latía con fuerza y el pánico se estaba apoderando de mí, las palabras de mi verdugo resonaban en mi cabeza, sentí como mis piernas temblar.

-¿Qué es lo que quieres? – trate de sonar lo más firme posible, aunque mi voz me delataba pues temblaba.

Él dio un paso hasta quedar muy cerca de mi sonriendo con malicia.

-Creo que debemos enseñarte modales de nuevo – susurro contra mi cara, podía sentir su aliento chocar con mi piel – Así no debes saludar a un viejo amigo o ¿sí? – pregunto con un tono sarcástico.

-¿Qué es lo que quieres? – volví a replicar

Él toco mi hombro y luego acaricio mi mejilla, sentí el pánico corriendo por cada célula de mi cuerpo, - Quiero que me ayudes, si no lo haces tu noviecito, que es XXXX y trabaja en el mismo edificio que tú, pueden que le pasen dos cosas – me amenazó – la primera que se entere que clase de basura es su noviecito y la segunda, ¿sabes de lo que soy capaz verdad?

Mi alma salió de mi cuerpo en ese momento, mis lagrimas salían sin control y no sabía que hacer, no quería que mi novio supiera de mi pasado y mi mayor verdugo estaba frente a mí en este momento, con una clara amenaza.

-Shh, no llores mi juguete – comentó presionando uno de sus dedos contra mis labios y luego pasando sus manos por mis mejillas – todo estará bien, si haces lo que te pido – me extendió una tarjeta – búscame en esta dirección en dos días y más te vale que no hagas nada de lo que te puedas arrepentir después mi pequeño.

Y así fue como caí en su red, no sabía cómo fingir naturalidad, cada vez me costaba más hasta que ese día colapsé después de su última llamada.

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Es el primer capítulo del maratón de hoy


Siguiendo la pista (Bakudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora