|Me enamoré de un chico que conocí en el infierno,
Pienso en todas las cosas que me haces,
Cuando tiras de los hilos,
Hasta amo la forma en que me enciendes.|
|No eres Hades pero eres el Rey
Yo haría cualquier cosa,
Para poder llevarte a casa.|
Stel...
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El sonido de la puerta destrozada llenó el apartamento, y el terror se apoderó de mí al ver a mi hermano parado en el umbral. Sus ojos estaban inyectados en sangre, su rostro contorsionado por la furia descontrolada. Me levanté corriendo para coger mi arma y Dabi se puso en guardia sin quitarle la mirada a Tenko.
Shigaraki se movía con una agilidad sobrenatural, esquivando los golpes de Dabi con una destreza impresionante. Su mirada era un reflejo del caos que se agitaba en su interior.
Mientras tanto, yo me enfrentaba a Shigaraki con determinación, cada movimiento calculado y preciso, tenía el arma en mi cintura pero no quería usarlo contra mi hermano, no con él. La verdad es que tenía miedo, mi hermano era muy peligroso y no quería que hiciese daño a Dabi, él era el único que me quedaba.
Mi hermano ya no tenía salvación.
El sonido de nuestros puños chocando resonaba en mis oídos, y la adrenalina bombeaba por mis venas, alimentando mi determinación. No podía permitir que Shigaraki nos derrotara.
-¡Tenko, podemos hablarlo, esto no hace falta! -Exclamé esquivando un golpe suyo, sin embargo él fue más rápido que yo y me golpeó en el estómago haciendo que retrocediera.-
-¿¡Hablarlo?! ¡No me hagas reír! ¡Tu y yo no tenemos nada que hablar!
Con cada embestida, cada esquivada, sentía la intensidad de la batalla aumentando a medida que el tiempo pasaba. Pero Shigaraki no era un oponente que se rindiera fácilmente, su determinación era tan feroz como su ira y sabía que no podíamos bajar la guardia ni por un momento. Cada vez que parecía que estábamos ganando terreno, él encontraba una manera de contraatacar.
La batalla se prolongó durante lo que pareció una eternidad, cada uno de nosotros luchando con todas nuestras fuerzas hasta que finalmente, con un último esfuerzo, Dabi logró golpear a Shigaraki y dejarlo inconsciente en el suelo.
El silencio que siguió fue ensordecedor, el eco de la batalla resonando en el aire mientras nos mirábamos el uno al otro, agotados pero triunfantes. Sabíamos que la guerra aún no había terminado, que Shigaraki seguiría persiguiéndonos hasta el fin del mundo, pero por ahora, habíamos ganado una pequeña victoria y eso era suficiente para llenar nuestros corazones con un rayo de esperanza en medio de la oscuridad.
-¡Corre, _____! -Dabi estiró de mi brazo, pero yo seguía mirando a mi hermano.- ¿¡Quieres hacerme caso de una puta vez?!
-¡No puedo abandonarlo, Dabi! -Intenté acercarme a mi hermano pero Dabi no me dejó.-
-_____, él no te ve como una familia... No lo puedes salvar, déjalo. No tardará mucho en despertar.
Dabi y yo salimos del apartamento y corrimos fuera de los barrios bajos antes de que mi hermano pudiera despertar, sin embargo, cuando ya estábamos en las afueras, un coche patrulla se paró en frente nuestro y Dabi no dudó en agarrar mi pistola de mi cintura y apuntar al coche.
