𝟷𝟼

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Las duras palabras de Minjeong aún resonaban en la cabeza de Karina, había sido como una apuñalada directo al corazón, ella se había ido de su vida.

Para siempre.

Eso dolía, sin duda lo hacía, ahora Minjeong esperaba un hijo con un hombre al cual ella odiaba con su alma entera, estaba tan lastimada y tan molesta, no con la menor, definitivamente jamás lo estaría con ella, Karina estaba molesta con el destino que a ambas les había tocado, porque ella sabía que Kim Minjeong había sido la indicada, era la persona correcta, simplemente la había conocido en el momento equivocado, si tan solo hubiese llegado cinco años atrás, si tan solo ella fuera su esposa, sabía que eso era algo imposible, pero estaba segura de que la vida de la menor no tenía porqué haber sido así, ella era una persona bastante buena para sufrir de esa manera, era como un ángel que el mundo no merecía y sabía que el hecho de que la menor la hubiese sacado de su vida era a causa del miedo de que su esposo se enterase de la relación que ellas habían tenido y mucho peor cuando ahora Minjeong estaba a punto de formar una familia con él.

Todo se había ido a la mierda, Karina debió sospecharlo, había sido demasiado bueno para ser verdad, Minjeong era demasiado buena para ella, sabía que no la merecía, pero quien menos la merecía era el hombre que estaba casado con ella, una injusticia total que la vida le restregara todo en la cara.

Le era difícil concentrarse al momento de dar sus clases, pues en las noches después de terminar su turno se iba a ahogar sus problemas en alcohol a un bar y regresaba a casa totalmente ebria para terminar con una gran resaca al día siguiente, y nuevamente repetía la rutina, una rutina tan sencilla, pero tan miserable, mañanas con dolores de cabeza, mareos, e incluso vómitos en algunas ocasiones, tardes de trabajo con la mente bastante distanciada de lo que realmente debía hacer y nuevamente noches con exceso de alcohol.

Creía que podía lidiar sola con toda su mierda, pero hoy, precisamente hoy después de casi un mes con una rutina bastante desgastante terminó casi inconciente en aquel mismo bar, estaba tan alcoholizada, toda la gente se había ido ya, pero ella seguía tirada en la barra pidiendo más bebida cuando los empleados ya le había dicho que debía retirarse.

-Llamen a Julie- Karina pidió entregando su celular al empleado que le insistía en que ya era hora de volver a casa.

Y el joven lo hizo, tomó aquel celular para buscar entre los contactos a alguien llamada Julie.

El teléfono de la castaña sonó despertándola a altas horas de la madrugada, no entendía la repentina llamada de su amiga, sin embargo supuso que nuevamente necesitaba desahogar los bajones que por las últimas semanas estuvo teniendo, entonces contestó.

-Señorita, le hablo desde Privilege Bar para pedirle si podría venir a recoger la dueña de este celular, está muy ebria y nos pidió que le llamásemos a usted- La voz de un chico sonó al otro lado de la linea.

ᴇsᴛᴇ́ʀɪʟ| ᴡɪɴʀɪɴᴀ ɢ!ᴘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora