Hola, Harry.

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Al día siguiente, Severus llegó a Hogwarts y fue directamente a la oficina del director. Albus al verlo entrar por la puerta no escatimó en bromear al preguntar si ahora los días eran horas porque habían transcurrido con bastante velocidad, pero cuando Severus le informó la razón de su visita la sonrisa se borró.

—¿Estás seguro de esto, Severus?

Severus asintió con la cabeza.

—Lo estoy, Albus. — afirmó con solemnidad — Soy consciente de las consecuencias que pueden ocurrir, pero entre ambos escenarios, este es el único que puede tener un resultado positivo.

" Si está plasmado en un libro, es porque un resultado bueno se obtuvo"

Esas eran las palabras que le había dicho su esposo, y Severus se aferraba a ellas como un salvavidas.

Albus observó al profesor con atención, el cual le devolvió la mirada sin titubear. Soltó un suspiro.

—De acuerdo. Hablaré con el Medimago Rajhan para que haga los preparativos — dijo Albus accediendo a la petición.

El pocionista se limitó a asentir con la cabeza.

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Dos días después de esa reunión con el director, Severus y Sorvolo estaban en el consultorio del Medimago Rajhan en espera de que llegara y les explicara cómo proceder.

Sorvolo tomó la mano derecha de su esposo y le dio un suave apretón. Severus giró la cabeza para verlo.

—Todo estará bien— dijo en un susurro para consolar al otro.

—Lo siento

Sorvolo frunció el ceño que evidenciaba su descontento.

—Vuelves a disculparte y me molestaré contigo —advirtió el empresario.

El pocionista apretó los labios.

—Siento que te forcé a hacer esto

Sorvolo observó con incredulidad a Severus.

—¿Forzarme? ¿De una serpiente a otra? ¿Cuando se ha visto eso?— La sonrisa bailaba en los labios de Severus — Debo recordarte que conquistarte fue una muy bien cuidada estrategia.

Severus arqueo la ceja ante la seguridad que bañaban las palabras de su esposo. Haciendo ver qué fue gracias a él que se estableció su relación.

— Oh ¿Es así?

—Así es, mi mejor inversión— dijo sin vacilación mientras los iris caoba miraban a su contraparte más oscuros, mostrando sin barreras el amor que sentía su dueño.

El profesor giró la cabeza hacia la puerta de la habitación y regresó su mirada a su esposo, con rapidez se acercó y dejó un pequeño beso sobre los labios. Sorvolo sonrió inmediatamente después que Severus se alejó, y su sonrisa creció aún más al ver el imperceptible rastro de rubor sobre las mejillas pálidas.

Severus no era de expresar sus sentimientos en público de manera tan abierta, su imagen impasible y pulcra se mantenía estrictamente sin importar lo que pasará, es su escudo. Por eso, cuando ocurrían estos escasos momentos donde demostraba pequeños gestos, le hacía saber que quería ser confortado y Sorvolo le daría todas las fuerzas que él quisiera.

—Además, llevamos cuatro años casados, es normal que en algún momento nos debíamos plantear la opción de tener hijos y he estado investigando— reveló mientras bajaba la cabeza y veía como su pulgar dejaba suaves caricias sobre los nudillos de la manos de su esposo.

El secreto de Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora