Remus Lupin

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Remus había recibido la carta.

Su manada estaba llegando al sur, a un pequeño pueblo pesquero, cuando leyó las palabras que le notifican de la muerte de sus mejores amigos y el estado lastimado de su precioso ahijado. Fue hacia su alfa y le exigió permiso para regresar a Londres, pero este negó su petición.

—¡Fenrir, necesito regresar!— gritó Remus sintiéndose ofuscado. El hombre conocía la estrecha relación que tenía con sus amigos, no podía negarle marchar.

El alfa observó al cachorro con una expresión furiosa.

—¡No, Remus! — negó — En unos días será luna llena y no permitiré que hagas un viaje en un momento de vulnerabilidad. Deja de ser un irresponsable, no eres un adolescente, Remus.

Lupín apretó los labios y cerró las manos en puño por las palabras.

—Pero...

El cachorro no pudo terminar de hablar porque fue interrumpido por el alfa.

—¡Nada de peros! No tienes permitido regresar a Londres antes del periodo de susceptibilidad — los ojos de Greyback se volvieron azules en una clara advertencia.

Remus no rebatió, pero le dirigió una mirada de fuego puro que hizo brillar sus iris ambarinos antes de darse la vuelta para salir de la tienda de campaña donde descansaba el alfa, en su camino hizo revolotear con violencia la tela que servía de puerta para mostrar lo molesto que se encontraba.

Sin embargo, los Gryffindor son tercos y no escatiman acciones para ayudar a las personas que aprecian. Y es así, como en la madrugada de un nuevo día, Remus escapó del campamento.

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El asentamiento estaba lejos y el camino de regreso a Hogwarts sería largo. Remus decidió huir sin pensar en nada más, su mente estaba anclada en la situación que debe estarse desarrollando en Londres con la muerte de sus amigos, no podía quedarse ahí sin hacer nada.

Si se esperaba a que la luna llena pasará, transcurría una semana hasta que tuviese en condiciones óptimas para moverse y eso solo pesaría cada día en su corazón. Entonces, tomó una mochila y la llenó de una cantidad pequeña de comida, agua y una muda de ropa y sin mirar hacia atrás, salió del campamento. Con suerte, cuando Greyback se diera cuenta que ya no estaba, había un gran trecho entre ambos.

Cruzó ríos, subió laderas, escaló riscos y dormía en pequeños intervalos para recuperar fuerzas para continuar, debía hacer más grande la distancia, no podía permitir que lo atraparan. Había pasado una semana desde su huida y no le quedaba mucha comida, un trozo de pan y dos dedos de agua contenía la última botella de agua, pero Remus era un lobo y con la manada aprendió a sobrevivir en la naturaleza. Estaría bien.

Además, como había predicho Greyback, su cuerpo comenzó a sufrir los primeros síntomas de susceptibilidad, la luna llena sería en dos días y Remus se encontraba en medio de un bosque. Estaba a dos o tres días de viaje del pueblo más cercano, pero no podía detenerse y tampoco podía continuar con la latente amenaza de ser atacado.

Así que, en su camino hacia el pueblo, Remus intentó esconder su rastro de olor con magia en un intentó de engañar al bien desarrollado olfato de un hombre lobo. Al estar a las afueras del pueblo, regresó a su forma humana, viajar en forma de lobo era más cómodo, y se vistió con la muda de ropa que guardaba en la mochila.

Caminó hacia el hostal y solicitó una habitación, y después fue a una tienda de hierbas y compró algunas raíces aromáticas que podría quemar como mezclarla con sus feromonas. Y antes de regresar, compró fruta y se abasteció de agua.

El secreto de Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora