Sirius Black

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Una semana después, llegó a la Mansión Gaunt dos pergaminos; el primero era el alta oficial de Harry y el segundo era el borrador de trabajo que el Medimago Rajhan quería hacer público.

Severus casi grito en júbilo al recibir el alta de Harry, eso solo quería decir que las citas frecuentes a San Mungo se limitaran a revisiones mensuales y no debía pasar por más exámenes rigurosos. Harry se reía cuando el pocionista lo sacó de su cuna y le dio vueltas por toda la habitación.

Tom sonrió desde su lugar sentado en el sillón al ver la felicidad de su esposo. Sin embargo, al bajar la mirada al segundo pergamino, su mirada se volvió oscura.

En el papel se podían ver algunas tachaduras y círculos sobre frases y palabras. Tal parece que el Medimaog Ragnar no tenía miedo de enfrentar la furia de dos serpientes, al intentar esconder palabras entre líneas.

Sin embargo, ese sería un problema del cual se encargaría después. Ahora debía pensar como tratar con Sirius Black, debía convencer al hombre para que no hiciera algún escándalo cuando le dijeran que querían adoptar a Harry. Y si sus cálculos eran correctos, el auror debía estar llegando de su misión el día de hoy.

Sorvolo elevó la cabeza al escuchar el ruido que anunciaba una aparición, y sobre la mesa ratonera se encontró con Twink, el elfo doméstico principal de la Mansión Gaunt.

—Twink pide disculpas por interrumpir el tiempo de diversión de los amos y el joven amo Harry, pero Twink viene a anunciar que el señor Sirius Black acaba de llegar y exige la presencia de los amos— dijo el elfo con su tono de voz chillona.

Los dos magos intercambiaron miradas, Severus asintió con la cabeza hacia su esposo.

—Hazlo pasar a la sala de estar, Twink. Y sirve whisky de fuego y una taza de té para Severus, por favor — ordenó Sorvolo.

Twink asintió con la cabeza y desapareció en una nube de humo.

—Aunque pasen los años, un león sigue siendo impetuoso al momento de luchar. Que inmaduro es— comentó Sorvolo con inconformidad.

— Era el comportamiento que esperábamos — dijo Severus mientras tomaba la mano de Harry con la suya y dejaba un beso sobre la palma pequeña. Harry soltó una carcajada y cerró su manos alrededor de el pulgar del adulto.

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Su pierna derecha subía y bajaba en un movimiento constante que evidenciaba su ansiedad. Cuando recibió la carta de parte de su superior donde le anunciaba lo que le había pasado a sus dos grandes amigos, quiso correr hacia San Mungo. Pero estaban en medio de una misión y al ser capitán de un escuadrón, no podía dejar a sus hombres a la deriva por un impulso, no era correcto.

Así que, apretando los dientes y con lágrimas brotando de sus ojos, escribió una respuesta a su superior diciendo que no podía regresar sin haber terminado su obligación. Sin embargo, dos días después, regresó el mismo águila que le había traído pesadez y tristeza; como la primera vez, traía un pergamino a su nombre pero esta vez el remitente era el Director Dumbledore.

El hombre le decía que James y Lily habían sido enterrados en el mausoleo de la Familia Potter y Harry se encontraba bien, estaba siendo cuidado por Severus Snape. Además, agregó que había intentado contactarse con Remus

Sirius abrió los ojos en sorpresa al leer el nombre del pocionista.

Aunque si lo pensaba con cuidado, Severus era la persona más adecuada para cuidar de Harry.

El hombre le tenía una alta estima a Lily, era su mejor amiga, y además, no era un secreto que había llegado a tener sentimientos por ella, aunque no haya sido correspondido. Aún así, cuando Lily necesitó pociones de fuerzas para su embarazo, Severus no dudó en hacer una dotación mensual de pociones para ayudarla.

El secreto de Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora