SeokJin observaba a NamJoon manejar la situación con tranquilidad. El moreno tomaba tragos de una taza llena de café apesar de que no eran horas apropiadas para tomarlo.
Las pestañas del señor Kim se movían como abanicos con la mirada fija en lo que era una tablet de marca Apple. Ya no vestía tan elegante como hace una hora, ahora el nudo de su corbata estaba deshecho y aflojado, las mangas de su camisa dobladas hasta los codos y a veces suspiraba cansado.
Se sentía un poco mal de hacerlo estar en esa situación algo cansada. Porque mientras NamJoon tenía que soportar lo incómodo que era ese sillón de espera, SeokJin sólo se dejaba ser por el personal de la tienda mientras se probaba mucha linda ropa.
A veces, sus miradas chocaban y en alguna ocasión NamJoon le guiñaba el ojo en señal de que debía divertirse con la situación de tener a tanta gente a su servicio.
Y tal vez para otros, aquel guiño hubiera sido simple motivo de sonrojo enamorado. Pero SeokJin reía divertido a la par puesto que, apesar de que el señor Kim era un hombre guapo, jamás malinterpretó sus acciones. No por ahora.
Claro que no lo haría. Después de que lo humilló en un principio y que casi lo entrega a las autoridades americanas, era imposible pensar que el señor Kim sentía algo por él más allá de un simple trato.
Dejó de lado sus pensamientos cuando NamJoon se levantó de su asiento y se acercó a él, llamando la atención también de los empleados.
-Querido, ¿te gustó algo de lo que te acabas de probar?- preguntó y SeokJin apretó los labios mientras asentía levemente.
NamJoon sonrió y cuando se dirigió al gerente la sonrisa se borró de inmediato.
-Es una lástima que no nos llevaremos nada- siguió y el bajito hombre abrió los ojos asombrado. A la par de los demás.
-¿Disculpe?- preguntó sin poder creer en las palabras-. Nosotros trabajamos duro para encontrar la mejor ropa.
NamJoon arqueó una de sus cejas con prepotismo.
-¿Entonces quiere que compre todo esto? No estoy obligado a hacerlo.Retó y el gerente negó de inmediato.
-C-claro que no, señor Kim. Sólo que, usted pidió que-
-¿Que qué?- interrumpió-. Fue muy iluso pensar de su parte que después de la humillación que le hizo pasar a mi prometido se saldrían con la suya. Y no tienen bonita ropa de todos modos.
Todos en el lugar quedaron sorprendidamente callados. Eran las ocho de la noche; hace tres horas debieron cerrar y hace dos todos ya debían estar en sus casas. Claro que pensando que estando el señor Kim NamJoon en la tienda, tendría que valer la pena todas esa horas extras que claramente no serán pagadas.
Pero eso ahora estaba perdido, y la señorita que había despreciado a SeokJin debía pagar las consecuencias.
-¿Estás listo para irnos?- siguió el moreno hacia SeokJin, y éste asintió tomando de la mano al hombre que se la ofrecía.
-Estoy listo- aseguró. Y así, juntos, salieron de la tienda dejándolos a todos.
Los dos rieron cómplices ya afuera, escuchando las mil y un groserías que el gerente soltaba a gritos. Mientras ellos sólo caminaban a la par, siendo vistos por los demás con el ceño fruncido por el escándalo de las risas.
Juntos, con las manos aún sujetadas entre sí.
-No esperé que hiciera eso, señor Kim- comenzó SeokJin, ya cuando sus risas pararon.
-A veces es bueno ser impredecible. Y no te preocupes por la ropa, de eso ya me encargué.
SeokJin sonrió observando el perfil varonil del mayor quien seguía con la vista al frente, seguro de no chocar con alguien más.
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Pretty Boy -NamJin.
Hayran KurguLos planes hacia el éxito que NamJoon tenía para ganar la presidencia de la empresa que su padre juró heredarle, se fueron por el caño cuando este mismo lo amenazó diciendo que si no se casaba en menos de un año le daría la presidencia a su primo. N...