La Manzana del Emperador

Luz de Primavera

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Enterarse quien fue el supuesto asesino, no tenía satisfecho a Aziraphale, si bien Raquel nunca fue de su agrado una vez ambos se establecieron en el palacio, ya que ella prefirió estar del lado de Remiel cuando lo criticaban por ser el nuevo favorito, nunca pensó en ella como una asesina, ella parecía no ir más allá de solo chismes y palabras, no tenía mucho sentido y convenientemente se quitó la vida cuando buscaban al culpable.

Intentó decirle sus sospechas a Crowley, pero este solo le decía que no pensara más en ello, y como cualquier Alfa que tuviera una pareja embarazada, parecía estar más apegado a él e impedía que comiera algo que no hubiera sido probado por el catador en presencia de él mismo. Afortunadamente no hubo más intentos de envenenamiento, pero estaba seguro que Dagón tuvo algo que ver, era la única en ese lugar con suficiente odio para querer quitarlo del camino, pero no tenía pruebas.

Como se le había hecho costumbre, estaba en su habitación mirando el bello paisaje invernal mientras tocaba su lira, aunque por sus pensamientos no podía concentrarse del todo.

-¿Está todo bien?- Preguntó Muriel, que estaba con él.

-Masomenos, sigo pensando en... bueno, ya sabes...- Dijo mientras tocaba unas notas al azar.

-No es bueno pensar en ello, es malo para el bebé tener angustia.- Le respondió ella preocupada.- Además el Señor Asmodeo...-

-No confío en él, lo siento pero aunque digan que es la mano derecha de su majestad, hay algo en sus palabras que no me dejan tranquilo. Además, si fue Dagon, quiere decir que mi bebé no estará a salvo luego de que nazca. Intentó matarlo antes de nacer ¿qué no le hará después?- Se llevó una mano a su vientre.

-Los dioses están de tu parte, no muchos viven para contar lo que te pasó a ti. Además, las atenciones del Emperador han aumentado más, y Raquel recibió lo que merecía, aunque no de la mano de su majestad, pero es algo.-

No podía culpar a nadie por desviar el tema, en su estado, querían que no se alterara más de lo que había pasado desde ese día, si bien los tomó por sorpresa a todos, debido a que Raquel era otra de las que chismeaban en contra de Aziraphale, tampoco les extraño que lo hubiera intentado, la misma Madre le había dicho que en el pasado, celosas concubinas de bajo rango habían atentado contra las principales. Sin embargo, para él, seguía sin tener sentido.

Decidió rendirse por el momento y no darle vueltas al asunto, tenían razón en cuanto a que le haría mal esos pensamientos con el niño en camino.

Le dió un buen sorbo a su taza de chocolate, fue un poco complicado volver a confiar en esa bebida, así que para ayudarlo, Muriel lo llevó consigo a las cocinas, pidió permiso, aunque le costaron varios desprecios del personal de cocina, y preparó ella misma el chocolate delante de Aziraphale, no sin antes añadirle lavanda, que le daba un sabor exquisito. Ahora ambos amigos iban a las cocinas cada que se le antojaba uno, ella siempre alegaba que Lord Aziraphale debía ver con sus propios ojos la preparación de dicha bebida.