Nueva Vida

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Su cuerpo se sentía muy cansado, pero a la vez aliviado, la luz de la mañana acarició su rostro, lastimosamente, cuando se despertó, ya no había rastro del Emperador, pero si estaba su hijo, tan pequeño, tan tierno. En cuanto salieron los rayos del sol, ya todo el imperio ya sabía que había un nuevo príncipe en el mundo, era lo que se hablaba y todos celebraban la prosperidad y le deseaban buena salud.

-Buen día, estaba a punto de despertarte, necesita comer.- Le indicó Lilith mientras tomaba al cachorro de la cuna.

Lo ayudó pasándole al niño y acomodarlo para la lactancia.

-El Emperador fue a atender unos asuntos temprano, saludar a su madre y hacer los preparativos para la fiesta de nacimiento.- Explicó Lilith, bueno, al menos con eso ya no se sentía tan mal de despertar sin Crowley a su lado.

-Ya veo ¿Cuándo podré nombrar al niño? - lo meció con cuidado.

-Normalmente si es Alfa o Beta, es el Emperador quien escoge el nombre. Si es Omega, suele hacerlo la Madre Emperatriz o...- Lilith titubeó en esa última frase.

-¿O...?

-O la Emperatriz Consorte.-

Ah claro... un título inalcanzable para él. Dejó ese pensamiento de lado y se concentró en su hijo, aún sin nombre. Bien, debía esperar a que Crowley lo nombrara.

La Madre Emperatriz no tardó en ir a conocer a su nuevo nieto, junto con Raphaela, y para desgracia, estaba Dagon con ellas, más que nada a llevar a Warlock a conocer a su nuevo hermanito.

-Hemos sido bendecidos con otro príncipe, será un gran Alfa.- Dijo Aradia mientras mecía a su nieto.

-¿Él es mi hermanito?- Preguntó Warlock, a lo que la Madre asintió y se agachó para que el pequeño pudiera verlo.

-¿Por qué es tan pequeño? No podré jugar con él.- Protestó el niño.

-Mi querido Warlock, un día tu también fuiste así de pequeño. Dale algo de tiempo para que crezcan y puedan jugar juntos.- Explicó Aradia con ternura.

Justo en eso, nuevamente entró Crowley a las habitaciones, todos hicieron reverencia y por supuesto, revolvió suavemente los cabellos de Warlock a modo de saludo. Dagón lucía bastante incómoda, pero le dio la enhorabuena a Aziraphale solo por que el Emperador y su familia estaban alrededor.

-¿Ya decidiste un nombre, hijo?- Preguntó Aradia a Crowley, éste tomó al bebé y lo meció, embelesado por tu tierna carita.

-Edén, como el jardín del paraíso. Ese será su nombre.- Anunció frente a todos.

-Es perfecto.- Dijo Aziraphale, quien aún estaba en cama, feliz de que todos conocieran a su hijo.

Aunque Crowley tuvo que irse por sus deberes como gobernante, las demás se quedaron para hacerle compañía a la nueva madre y su hijo. Por supuesto, Crowley prometió volver a visitarlo cuando acabaran los deberes de hoy. Dagon también se marchó, solo llegó por que debía estar presente en el nombramiento del niño al ser parte de la familia, dio un regalo por compromiso, que era una pulsera de oro que Edén podría usar cuando fuera más grande, le dio sus felicitaciones a Aziraphale y salió de ahí, sin poder soportar estar otro segundo más.

-Lilith, ve y regala monedas, dulces y sidra a los miembros del harem, hoy es un día de celebración.- Ordenó Aradia a la joven pelirroja, quien gustosa obedeció.

La Manzana del EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora