El Favorito

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- Hola de nuevo.- Saludó Crowley.

Debido a la sorpresa y la actitud relajada de Crowley, ambos olvidaron por completo el protocolo y la etiqueta.

-Yo... yo... ¿Me escogiste para pasar la noche conmigo?- Tartamudeó, completamente nervioso y perplejo.

-No realmente. Mi madre te escogió para pasar la noche conmigo, estoy tan sorprendido como tu.- Lo guió hasta los sillones, para que se pusiera cómodo, pues estaba visiblemente tenso.

Con cuidado, se dejó guiar por él, hasta que la gran cama al fondo entró en su campo de visión, recordando de golpe cual era su tarea aquí.

-Umm.. no debería... ya sabe...- Señaló con cuidado la cama.

-Si... dime loco, pero prefiero que mis compañeros de cama no estén incómodos.- Ahora era Crowley quien estaba tenso.

Se sentaron, a una distancia entre ambos, esperando a que alguien dijera la primera palabra, aunque Aziraphale recordó de repente que no debía hablar a menos que el Emperador le hablara primero.

-Bueno, luego de nuestro encuentro, le hablé a mi madre de ti. No le dije que querías escapar por supuesto, pero ella parece insistir en que debo tener más hijos además del príncipe Warlock.- Dijo por fin Crowley, dando una explicación a este loco encuentro.

-Supongo que por eso me escogió.- No supo que decir, tampoco se imaginaba tan pronto cargando con el próximo imperio de la dinastía.

-A decir verdad, me dijo que me tendría una sorpresa, que por favor accediera este sábado a recibir a uno de los concubinos. Siendo honesto, acepté por curiosidad.- Tomó la tetera que estaba sobre la mesa y sirvió un poco a Aziraphale.

Esa declaración lo hizo dudar ¿acaso pensaba acostarse con quien se le presentara? Bueno, tenia derecho, era el supremo gobernante y técnicamente todos los concubinos le pertenecían.

-Entonces ¿No planeaba acostarse con nadie hoy?-

-Como dije, prefiero que mis parejas estén cómodas, no que lo hagan por que soy el Emperador.-

-Jejeje eres raro.- Ante lo dicho, rápidamente se tapó la boca y se pasó aún más tenso.

Eso era una completa falta de respeto y temía que lo castigaran tal como Uriel lo hizo, o azotarle los pies, aún recordaba como le había ido en el mercado de esclavos. Para su sorpresa, Crowley rió ante eso.

-Un poco. Y no te preocupes, dado nuestro encuentro previo bastante informal, no veo por que ahora debemos tratarnos tan fríamente. Francamente esa es una de tantas cosas que me molesta de ser emperador.- Se sentó relajado y con la pierna cruzada, como si estuviera en un bar en lugar de su palacio.

Le sorprendió bastante que admitiera frente a él; un esclavo que apenas conocía, que había cosas molestas de ser emperador.

-Bueno, si quiere desahogarse de otras cosas de ser emperador, soy todo oídos.- Sonrió algo tenso mientras tomaba de su taza de té, el sabor era frutal.

-Será una plática para otro día, en realidad, quería preguntarte si tenías familia, ya sabes, de dónde vienes.- El comentario lo sorprendió.

-¿No esta pensando en... ya sabe liberarme?-

-Te vi trepando una peligrosa muralla decorada con un rosal, donde del otro lado las rocas y la altura te esperaban con una muerte casi segura. No creo que quieras quedarte aquí.- Respondió el Emperador, sin embargo, tenía la mirada perdida.

La Manzana del EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora