━━ primer acto; negación

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En el momento en que
tu corazón se detuvo, El
mío cambió para siempre.

Mi rostro estaba húmedo; estoy segura de que el camino que hacen mis lagrimas al caer me crea heridas en mi rostro.

Solo así tendría sentido el por qué duele tanto llorar.

Ya casi no duermo de noche; solo el día me hace descansar, pero, aun así, la luz del sol me molesta, por ello siempre ocupo cortinas muy gruesas en las ventanas. Mi padre intenta consolarme, pero él mejor que nadie sabe lo que es perder a quien amas; él perdió a mi madre después de todo.

A veces me cuestiono si es el mismo dolor.

Me respondo que quizás no, porque estaría comparando un par de décadas contra un par de años.

No es lo mismo en absoluto.

Lo mío quizás duele más, porque nos arrebataron el futuro.

Mi mente me lleva a aquel momento cada vez que cierro los ojos. Lo habíamos recuperado; lo recordaba y nunca me sentí tan feliz como en ese momento.

—Oye, tendrás que esperar un poco más, porque debo ir a ayudar a Scott —dijo al verme. Notó mi angustia en mis ojos y por ello se acercó para tomar mi rostro con sus manos y besarme en los labios.

Fue tierno y dulce.

Creo que debí entender que era una despedida.

—Gracias por recordarme —dijo en un susurro.

—Sabes que no existe mi vida sin ti —le respondí. Sus ojos se detuvieron en los míos y podía sentir su agonía de irse, pero todo estaba sucediendo tan rápido, que no pude convencerlo de quedarse.

—Te amo —otro beso, ahora levantando las comisuras de sus labios—, nos veremos pronto, tengo un tren que desviar.

Sonreí.

Se alejó corriendo con su bate de aluminio. Siempre me causó gracia sus movimientos hiperactivos, eran algo muy lindo de él. Un atractivo único.

El suelo comenzó a temblar, se escuchaba el tren pasar y después de un agónico silencio que demostraba que ganamos, un rugido resonó en todos lados. Yo no soy hombre lobo, ni banshee; no soy nada más que una simple chica a quien su padre le enseñó técnicas de supervivencia; por ello no debí entender aquel rugido, pero lo hice y mi corazón se oprimió al reconocer la agonía de este y corrí en busca de los demás.

Cuando llegué, él estaba en el suelo; Scott lo sostenía en sus brazos mientras lloraba; pude sentir las miradas de algunos presentes en mí, oía el llanto de otros, pero mis ojos no se apartaban de él.

Al igual que con Allison, Scott lo tenía en sus brazos.

Me acerqué unos pasos y no pude avanzar más. Tapé mi boca con mis manos y mis ojos se llenaron de lágrimas. No podía decir su nombre, no puedo decirlo.

Si lo digo, si lo llamo y él no responde a mi llamado, me destrozaré tanto que no podré seguir en pie.

"Sabes que no existe mi vida sin ti".

No puedo vivir eso, no puedo.

Por favor, despierta.

¡Stiles!

—Estamos aquí, porque un gran joven lamentablemente se ha ido, Mie- Miczy, Mac... —el sacerdote intentaba leer el nombre anotado en un papel; quizás ya había practicado mencionarlo, pero es algo complicado.

—Miecyzlaw —dijo el sheriff—, mejor dígale Stiles —pidió. El sacerdote asintió y observó a los presentes, los cuales eran muchos, demasiados para mi sorpresa.

—Stiles Stilinski, un chico que le quedaba una vida por delante. Muchas veces no entendemos los planes de Dios, pero sabemos que donde esté este joven, está en paz —después del discurso, habló el sheriff. No pude verlo a la cara, no sin echarme a llorar.

—Mi hijo es- era —se corrige— alguien terco, testarudo y revoltoso, siempre interfiriendo para que yo no cargue solo con las cosas, incluso en mi trabajo —leves risas y silencio nuevamente—, pero así era mi hijo, solo estábamos los dos y me dio el orgullo de ser su padre y me hizo sentir tan feliz —su voz se quebró, lo miré y mi vista se puso borrosa—. Stiles, sé que estás con Claudia, y ¡Dios hijo! estoy destrozado, pero el ver a tanta gente reunida que tiene mi mismo pensamiento me alienta, porque hiciste muy buenos amigos. Estoy feliz, hijo, porque al fin estás con tu madre. Te extraño, y te amo —tocó levemente aquella caja de madera cubierta de flores.

Ahí yace descansando el amor de mi vida.

Mi padre me tomó la mano y se acercó a mi oído.

—Si no puedes con esto, podemos irnos, estoy contigo —no hui del funeral de mi madre, no hui del funeral de Allison, no puedo huir del funeral del chico que amo. ¿Qué pensará de mí?

—Lo soportaré —le respondí, pero no solté su mano.

Abrí mis ojos y vi que la luz del día ingresaba por las aberturas de la cortina de mi habitación. Me levanté para acomodarlas y volver a acostarme.

Unos leves toques en la puerta me impidieron volver a dormir.

—Ruby —me llamó cuando la puerta se abrió; mi padre me observaba y yo a penas lo veía por la oscuridad de la habitación—. Debes comer, aunque sea un poco.

—No tengo hambre —respondí en un susurro. Él ingresó a la habitación y abrió un poco las cortinas. Entrecerré los ojos al notar la luz, me senté y apoyé mi espalda en la cabeza de la cama.

—Solo un poco, para que no me preocupe —me dijo al poner una bandeja con una sopa y rebanadas de pan tostado; tomé la cuchara y comencé a comer; cuando acabé, mi padre me acomodó un poco el cabello—. Gracias.

Lo miré y su sonrisa era suave; me dolía que me tratara tan bien, porque no me lo merecía. Había estado oculta en mi habitación desde el funeral y ni siquiera le he hablado correctamente; no era justo que me tratara así.

Yo ya me hubiese gritado y obligado a salir de la habitación.

—El sheriff envió un mensaje —dijo al verme—. Empezó a guardar las cosas de Stiles en cajas —su nombre me estremece—. Pregunta si quieres tomar algo; lo que no, se dará a la caridad.

—Apenas ha pasado una semana —dije en un hilo de voz.

—Cariño, Noah se mudará; ya no tiene sentido vivir en una casa tan grande estando solo. Además, eso le ayudará a superar el dolor de tener que pasar constantemente por fuera de la habitación de su hijo.

Lo sé, por eso nosotros nos mudamos a un departamento después de la muerte de Allison y mamá.

—Dejará la esperanza de que aparezca y todo sea un mal sueño —dije y mi padre me dio un beso en la frente.

—Puedes hacerlo, Ruby, puedes seguir. Lo sé.

Cuando se fue me volví a acostar, pero el pensar en que ya no volvería a ver las cosas de él en su habitación me hicieron levantarme, ducharme y cambiarme.

Al bajar las escaleras y llegar a la puerta de la calle mi mano tembló; dudé de cruzarla, pero lo hice.

No puedo dejar que sus cosas se pierdan así.

𝐀 𝐓𝐑𝐀𝐕𝐄́𝐒 𝐃𝐄𝐋 𝐓𝐈𝐄𝐌𝐏𝐎 - Stiles StilinskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora