viii. dolor

129 21 0
                                    

Desperté en el suelo de mi habitación, sin embargo, la sensación de Stiles seguía en mí y no podía dejarla ir; tampoco podía dejar ir su respuesta.

"Entonces no lo hagas"

Al otro día me dediqué a juntar todas las notas que Lydia me había traducido del bestiario, las estudié una a una e incluso fui al bosque a practicar. Esperaba que saliera un poder de mí o algo, pero no había nada.

Mi falta de paciencia crecía y me frustraba tanto que pateaba hojas, piedras y gruñía. Estoy segura que cualquiera que pasase por el bosque me vería con una preocupación genuina.

Me quedé sentada en el piso con las piernas cruzadas y la mirada baja. Tres días han pasado y me encuentro tan desgastada que no sé si funcione nada.

—¿No estás gritando? —levanté la vista y vi a Lydia acercarse a mí; se sentó a mi lado. Hace una semana que no la veía por el tema de la recuperación de mis heridas.

—¿Me has estado vigilando? —pregunté; ella se encogió de un hombro y suspiró.

—Creí que yo estaba llevando mal el duelo, pero tú estás peor, ¿qué pensaste cuando te hiciste tal daño? —me reprende con la mirada. Me sentí niña de nuevo.

—Estaba aturdida, no sentía nada y recién pude reaccionar cuando me peleé con Allison en la cena —apreté mis labios y Lydia suspiró.

—Dame las hojas —se las entregué y frunció el entrecejo—. Nunca vas a conseguirlo, la pronunciación está mal.

—Es que no tomé clases de latín antiguo.

—Deberías, tu familia tiende a guardar cosas en ese lenguaje —sonreí y ella me devolvió la sonrisa—. Al fin sonríes, ¿pasó algo?

—Bueno —bajé un poco la vista a mis manos de color amarillo y verde con algunas costras, suspiré y la miré a la cara—. Stiles me contó que soy la culpable de su muerte —mi voz tembló.

—No —Lydia frunció el entrecejo y me miró—. Stiles nunca diría eso.

—No lo dijo acusándome, pero dijo que cuando salvé a Allison, la vida tiene que recobrar su "destino", por tanto, si Allison no murió, otro debe tomar su lugar —Lydia abrió los ojos y entendió a lo que me refería.

—Es un alivio que no intentaras volver y no salvar a Allison —me susurra.

—Lo pensé —confesé después de una pausa—, pero Stiles, ni tú ni yo ni nadie me perdonarían por eso. No podría vivir pensando que maté a mi hermana, y eso me hace sentir una mierda de persona, porque por mi culpa Stiles murió y si quiero recuperarlo tendría que alguien tomar su lugar.

—Pero no lo harás —dijo ella finalmente. La miré.

—¿El qué? ¿Matar a Allison?

—Tomar el lugar de Stiles y quitarte la vida —mi mirada se perdió en sus ojos. Ese pensamiento lo he tenido desde el principio.

¿Y si fuera yo la que muriera esa noche?

Estoy segura de que todos continuarían y Stiles tendría un futuro.

—Júralo —me dijo con voz firme—. Jura que no te sacrificarás para huir del dolor. Porque querer tomar el lugar de Stiles solo es para aliviarte el dolor que padeces ahora —sus ojos se cristalizaron y tomó mi mano—. Júralo.

—Lo juro, Lydia, no haré esa estupidez —dije finalmente; ella soltó un suspiro de alivio ante mi respuesta.

—Podemos salvarlo, solo que encontraremos otra manera, siempre la hay —asentí.

Lydia comenzó a ayudarme. Con los hechizos o conjuros, ni idea de qué sean, pero me sirve mucho porque poco a poco voy manipulándolos mejor. Sin embargo, en mi casa las cosas son algo diferentes, pues cada vez que veo a Allison no solo recuerdo la discusión que tuvimos, también recuerdo lo que hice y la evito.

—Ruby —me llama mi padre cuando ingreso a la casa después de llegar de la escuela. Voy a la sala donde él me llama y lo veo apoyado en el reposabrazos del sofá.

—¿Qué sucede? —preguntó algo confundida por su llamada.

—¿A qué te referías cuando peleaste con Allison? —preguntó al fin. Me quedé quieta recordando la discusión y mi arrebato de ira.

—No, no es nada —dije queriendo evadir, pero él lo notó. Así que mentí a medias—. Cuando mamá murió, Allison se volvió algo loca y se volvió seguidora del abuelo; entonces perdí a mi hermana y me hizo sentir dejada de lado —mi padre asintió y se acercó para abrazarme.

—Lamento que hayas sentido eso en ese momento, pero te pido, por favor, pienses en tu hermana; te ama y yo sé que tú a ella —se distancia y baja un poco la cabeza para estar a mi altura—. Somos una familia, y tu dolor se ha vuelto el nuestro, ¿lo sabes?

Asentí.

—Lamento haberte preocupado —lo abracé y su calor era reconfortante. Me aliviaba la vida.

Cuando subí a mi habitación, me acosté en la cama y me quejé al sentir algo debajo de mi espalda; rodé hasta caer al suelo y levanté el cobertor. Vi entonces una tijera, cinta adhesiva y una fotografía; no recordaba haber dejado aquellas cosas ahí.

Tomé la foto y cuando la vi identifiqué el lugar: era la comisaría.

Abrí los ojos y era de noche, hacía algo de frío y, además, las luces policiales eran algo segadoras. Miré a mi alrededor y reconocí a Stiles a la distancia; este igual me identificó y se acercó a mí casi corriendo.

—Hola —dijo algo agitado, acunó mi rostro con sus manos y me besó suavemente en los labios, después se alejó algo nervioso y al ver que le sonreí volvió a acercarse para darme otro beso, esta vez más largo y profundo—. Hoy casi muero por el veneno de un lagarto mutante, y, sin embargo, por este beso esta noche se ha vuelto la mejor de toda mi vida.

—Stiles —susurré su nombre, mientras mis ojos no se apartaban de él.

—Me gusta mucho Ruby.

—Y tú me gustas a mí, chico hiperactivo —reí leve y solo cuando él limpió mis lágrimas me di cuenta de que no podía parar de llorar. Después de mucho reprimirme, al fin pude llorar y él estaba para enjugar mis lágrimas.

𝐀 𝐓𝐑𝐀𝐕𝐄́𝐒 𝐃𝐄𝐋 𝐓𝐈𝐄𝐌𝐏𝐎 - Stiles StilinskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora