xi. dolor

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Estaba caminando por el pasillo de la escuela con unos libros en mis brazos. Eran los que definitivamente ya no utilizaría porque ya había aprobado esa materia. Los dejé en mi casillero y al cerrarlo vi a Scott mirándose las manos algo nervioso mientras se acercaba a mí.

—Hola, Ruby —me saludó suave—. Sé que ha pasado un tiempo desde que no hablamos, pero quisiera conversar contigo.

Miré a mi alrededor y me sentí algo incapacitada para dialogar, pero ha pasado tanto tiempo desde que no hablaba bien con Scott, que lo necesitábamos.

—Vale, te sigo.

Caminamos al patio de la escuela y nos sentamos en una banca; él dejó su mochila sobre la mesa y la abrió para sacar algo de ahí.

—Ya solo queda un mes antes de terminar nuestras clases, los exámenes se harán en esta semana y después solo importará la asistencia y algo de retroalimentación sobre las inscripciones y eso —me explica, saca un cuaderno y lo abre—. Hace unos días atrás leí una historia sobre las linternas volantes, estas —me muestra un diseño de una linterna de papel con cierto diseño, muy creativo.

—Son bonitas —confesé.

—Gracias. Yo te lo menciono porque la historia que leí decía que cuando pierdes a un ser amado, una forma de homenajearlo y —traga saliva—, dejarlo ir, es lanzándolas al cielo de noche.

—¿Quieres hacer un homenaje? —dije y él asintió.

—Y quiero ser capaz de decirle que puede ir en paz —su voz tembló y yo apreté mis labios.

—¿Dónde los lanzarás?

—Aquí, en la escuela, al final era el lugar en el que más hemos tenido aventuras y también.

—El lugar más cercano del sitio donde sucedió —terminé su frase y asintió.

—Le he dicho a Lydia y a Allison; ellas han hablado con los demás y nos reuniremos en mi casa para trabajar en esto.

—Scott, yo.

—Y también, nos ayudará a reconectarnos, hace dos meses que no hemos estado todos juntos —ahora sonaba suplicante.

Éramos una familia y nos rompimos de una manera inimaginable.

Y lo peor es lo que sé de Stiles y mi lucha por recuperarlo.

—Vale, nos hará bien a todos reunirnos —sonreí leve cuando vi su rostro iluminado. Se veía el agradecimiento en sus ojos y eso me hizo sentir más liviana.

En la casa de Scott hay de todo lo necesario para sacar a delante una tienda de materiales escolares, desde papel, tijeras, hasta cinta, lazos, y creo que pegatinas.

—Pueden tomar lo que quieran —dijo Scott emocionado y nervioso.

—Vale —respondí cuando me acerqué para tomar todo lo que creí necesario e ir a la mesa y dejarlo ahí. Liam también me siguió y Lydia. Malia parecía algo agresiva sobre el tema, pero Scott la ayudaba.

—No creí que vendrías —dijo Lydia al verme de reojo mientras ordenaba los palos de madera.

—No te miento, tuve cierta duda, pero los extrañaba a todos —dije al verlos. Sé que los 3 presentes con superoídos me escucharon, así que no tenía necesidad de alzar la voz.

Estuvimos un tiempo en la casa de Scott; Malia acabó enfurecida y, dejando de lado su trabajo, Scott fue con ella mientras que Lydia decidió irse a casa. Me quedé sola con Liam y se hizo un silencio, no uno incomodo, uno que, de hecho, hacía demasiado ruido y gritaba: ¿Podemos hablar?

Dejé todo lo que estaba haciendo y miré a Liam; este desvió la mirada rápidamente, pero al ver que yo no desvié la mía volvió a verme.

—¿Sucede algo, Liam?

—Yo —se le cortaba la voz; finalmente dejó todo lo que hacía y me miró. Sus ojos brillaban de manera muy notoria mientras evitaba que su voz se quebrara.

—Liam —me levanté y fui donde él, me senté a su lado y tomé una de sus manos; él con la otra se limpió las lágrimas que se le habían escapado sin permiso.

—No sé cómo expresar esto —dijo finalmente. Su labio inferior temblaba y yo le acaricié la mano sin dejar de verlo.

—Está bien, dime todo lo que quieras, estoy aquí —susurré, y su llanto se hizo notorio.

—Me causa una ira indescriptible el que me ponga a llorar de esta manera, pero es que siento tanta —apretó los labios, y creí que diría "impotencia", pero no—, tanta pena.

—Dios, Liam —dije en un susurro mientras acariciaba sus mejillas mojadas en lágrimas. Mis ojos también se humedecieron y sentí su tristeza. Dos meses he estado tan aferrada a mi dolor y a traer de vuelta a Stiles que me olvide de mi familia, y ahora siento lo que papá ha sentido conmigo. Me acerqué para abrazar a Liam y este se aferró a mí para desahogarse. Lloró mucho y solo pude acariciarle el cabello.

Admito que temí que no dejara de llorar, pero cuando lo hizo hasta yo sentí su liberación.

—Vaya, estás muy rojo —bromeo, y él ríe mientras se limpia los ojos con su manga de camiseta—. Liam, lamento tanto haberlos dejado; haberme alejado en estos momentos no era ideal, y puedo ver que algunos aún sufren —Liam me mira y frunce levemente el ceño.

—Siempre sufriré por esto; Stiles era lo mejor y era parte de la manada. Siempre lloraré por él —sorbe y ahora la que frunce el ceño soy yo—. El perder a alguien no se trata de olvidarlo, se trata de entender que solo el egoísmo de uno mismo se aferra a esa persona. Si Stiles me viera ahora, se burlaría —bromea y yo sonreí aturdida en respuesta. Liam entonces se levanta para ir al baño a lavarse el rostro mientras yo me quedo quieta en mi silla meditando lo que dijo.

¿Pensará Stiles que soy egoísta por no querer dejarlo ir?

Pero es que de solo penarlo me da una sensación tan sofocante en el pecho; no quiero dejarlo ir, no quiero hacerlo.

—¿Ruby? —levanté la vista y vi a Scott; Malia estaba con él y me observaba con el ceño fruncido.

—Lo siento, se me hizo muy tarde, debo ir a casa —dije al ponerme en pie; Scott se acercó un poco a mí y yo desvié la mirada—. Nos veremos después.

𝐀 𝐓𝐑𝐀𝐕𝐄́𝐒 𝐃𝐄𝐋 𝐓𝐈𝐄𝐌𝐏𝐎 - Stiles StilinskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora