i. pérdida

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Estaba en la puerta de su habitación; se supone que el sheriff estaba trabajando, así que no me compliqué en pedir permiso para ingresar a la casa; mis ojos observaban la textura de la puerta y mi corazón se sobresaltaba cada vez más mientras acercaba la mano para abrirla.

Al abrir la puerta completamente, deseaba tanto verlo ahí, pero la habitación estaba vacía, un poco lúgubre y silenciosa.

Me dejé caer en la cama cuando ingresé y pude notar cómo algunas cosas ya estaban empezando a guardarse en cajas; su tablero, sin embargo, seguía repleto de imágenes, anotaciones e hilos rojos.

Me levanté de la cama y me acerqué al tablero. Tomé una foto que me llamó la atención; era de la escuela, específicamente del patio y al quedarme viéndola me sentí mareada; cerré los ojos temiendo desmayarme.

—Bien, ¿qué le pasa a una persona que tiene una experiencia cercana a la muerte e imagina que ve cosas? —pregunta Scott. Miro a mi alrededor y veo que estoy en el patio de la escuela, es de día y puedo sentir el calor del sol sobre mi piel.

—Y no puede distinguir lo que es real y lo que no —añade él. Giré veloz mi cabeza para asegurarme que realmente era él.

Estaba empezando a olvidar su voz, sus ojos brillosos, sus lunares y su cabello puntiagudo.

Sentí mis ojos cristalizarse.

—Y esa cosa da visiones demoniacas de parientes muertos —acaba Allison. Ella me mira y me muestra una de sus leves sonrisas, las que siempre me daba para que no me preocupara, aunque había mucho de qué preocuparse.

—Los encierran porque están dementes —todos los ojos se fijaron en Isaac; no pude evitar levantar una comisura de mi labio por la respuesta.

—Ja, ja, no te rías —me dice Stiles a mi lado; después mira a Isaac—, ¿puedes intentar ayudar, por favor? —entrecierra los ojos.

—Oye, pasé la mitad de mi infancia encerrado en un congelador, así que ayudar es algo completamente nuevo para mí —dijo Isaac.

—¿Oye, sigues explotando esa historia? —le reprocha Stiles.

Esto ya lo viví, y está pasando tal cual lo recuerdo. De seguro sí me desmayé y estoy alucinando por la falta de sueño.

—Sí, sigo explotando esa historia.

Y llega Kira ahora.

—Hola —todos los ojos se fijan en ella; yo por mi parte busqué la mano de Stiles debajo de la mesa y entrecruzamos los dedos. Me giré para mirarlo y admirar cómo sus ojos brillaban por la luz del sol—. Yo no pude evitar escuchar lo que estaban hablando y puede que yo sepa algo de ese tema. Hay una palabra tibetana para eso; se llama bardo; literalmente significa el estado en medio, entre la vida y la muerte.

¿Y si Stiles está en el bardo?

Él notó que lo estaba mirando mucho y me acarició el cabello, me acercó para abrazarlo, cerré mis ojos y sentí su aroma.

—¿Y a ti como te llaman? —la preguntó Lydia. Levanté mi cabeza y la miré; por lo sucedido hace una semana no la he vuelto a ver.

—Kira —respondió Scott sin apartar la mirada de ella—, está en nuestra clase.

—¿Entonces hablas del bardo hinduista o tibetano? —Lydia observaba a Kira.

Ambos.

—¿Yo? De las dos, todas las cosas que estaban diciendo, todo pasa en el bardo. Hay diferentes etapas en las que puedes tener alucinaciones, algunas las ves y las oyes, y puede que te visiten deidades pacíficas o iracundas.

—¿Deidades iracundas? ¿Qué son esas? —le preguntó Isaac a Kira.

—Como demonios.

—¿Demonios? Cómo no —dijo Stiles al desviar la mirada y suspirar. Estiré mi mano e hice que sus ojos volviesen a los míos; se le notaba nervioso e intranquilo. Recuerdo este momento porque también me sentí así, pero hoy solo puedo pensar en que este sueño se siente tan real, que me consuela.

—Espera, si hay etapas de progresión ¿cuál es la última? —le preguntó Allison a Kira.

—La muerte. Te mueres.

Me estremecí, odio esa palabra.

—Bien, iré al baño a ver si no me sale un demonio del retrete —Stiles se puso en pie y solté su mano, pero se giró a mirarme algo confundido. Aun así, al igual que los demás, se fue. Así se supone que acaba este recuerdo, él se va.

—Ruby, ¿te encuentras bien? —me giré y vi a Lydia con el ceño fruncido. Me observaba y no entendía lo que me sucedía; no la culpo, yo tampoco me entiendo.

—No, no quiero perderlos de nuevo —dije en un hilo de voz; ella estiró su mano sobre la mesa y tomó mi mano; sin dudar me miró detenidamente.

—Tú nunca me perderás, lo sabes —ella asintió y nuevamente me sentí mareada.

Abrí mis ojos y me encontraba en el suelo de la habitación de Stiles. Ahí mismo abracé mis piernas y me puse a llorar.

Que cruel es mi mente, y que agradecida estoy de haberlo sentido de nuevo, su calor, su aroma, sus ojos brillantes, sus lunares, su todo.

"Tú nunca me perderás"

Me puse en pie de una forma torpe y desganada, salí de la casa del sheriff y caminé. El sol se estaba empezando a ocultar y me sentí con algo de frío, pero llegué a la casa de Lydia.

Cuando toqué el timbre, su madre me vio y me hizo entrar. Ella me permitió subir a la habitación de Lydia y nuevamente me sentí nerviosa, tenía miedo, porque hace una semana que no la veo.

La madre de Lydia me abrió la puerta y vi a Lydia en su cama. Cuando me vio parecía que su rostro se iluminó y sus ojos se llenaron de lágrimas. Me acerqué y ella no dudó en abrazarme. Lloramos juntas, como con la muerte de Allison.

Esa noche me quedé con Lydia; a su madre y a mi padre les pareció bien que tuviésemos contacto con otros; después de todo, Lydia tampoco había salido de su casa desde el funeral.

—Estaba en su casa; el sheriff va a mudarse y debe de guardar todas sus cosas en cajas —dije al mirar el techo de la habitación. Lydia estaba junto a mí de igual forma, mirando el techo.

—¿Te quedarás con algo? —me preguntó al girarse y verme.

—Quizás con todo, su ropa, su camisa de lacrosse, también quiero su bate, deseo tenerlo todo para nunca olvidarlo —miré a Lydia y unas lágrimas cayeron; ella me las limpió.

—Yo también deseo algo —sonrió leve—, solo que no sé qué.

—Debería hacer un museo, para que sus cosas sean patrimonio de la humanidad —reímos.

—¿Sabes cuantas camisas cuadrillé ha de tener?

—Quizás unas 20, siempre las amó —sonreí, pero me quedé en silencio unos instantes—. Sabes, en su habitación vi una imagen del patio de la escuela —me miró—; me quedé embobada por la foto y tras sentirme mareada, desperté en el momento en que hablábamos sobre el bardo en ese patio.

—Sí, cuando conocimos a Kira —me dijo.

—Reviví esa escena como si fuese tan real —mis ojos se cristalizaron—, sus ojos brillantes, su voz, sus chistes absurdos, incluso Allison con su sonrisa de "no te preocupes". Y entonces tú, diciéndome...

"Tú nunca me perderás" —ella miró al cielo con la mirada perdida—. Lo recuerdo.

—Lo sé —sonreí leve.

—No, antes no lo recordaba así —me mira—; lo recuerdo como dices —se levanta un poco.

—¿Y eso qué significa? —fruncí el entrecejo.

—Que debemos buscar el bestiario.

𝐀 𝐓𝐑𝐀𝐕𝐄́𝐒 𝐃𝐄𝐋 𝐓𝐈𝐄𝐌𝐏𝐎 - Stiles StilinskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora