xiii. desconsuelo

103 20 0
                                    

Ya habían pasado unos días desde que empezamos a hacer las lámparas y las primeras fueron un horror: se quemaron como una antorcha gigante. Admito que sí fue deprimente, pero ninguno de la manada se aguantó la carcajada al ver que Scott, Lydia, Isaac y yo corríamos desesperados por atrapar la antorcha voladora.

En mi mente ya me había imaginado a los bomberos matándonos por iniciar un incendio forestal, pero cuando la lámpara bajó lo suficiente, la pisoteamos tanto que el fuego se apagó; el alivio fue tan intenso que nos dejamos caer al suelo riendo.

—Debo ver de nuevo las instrucciones —dijo Scott al suspirar.

—No, tú mejor sigue las indicaciones que Lydia nos dará más probabilidades de hacer que esto vuele —dijo Allison. Reí.

—Por supuesto que yo me encargaré de las indicaciones, y creo que descartaremos las pirotecnias —dijo Lydia al poner sus manos en su cintura.

—¿Planeaban usar pirotecnia? —dije al ver a Scott; este miró a Isaac y compartieron una mirada de culpabilidad.

—Creímos que sería divertido —dijo Isaac. Finalmente, iba a decir algo cuando a la distancia alguien gritó.

—Ahí va el segundo, creo que este funcionará —su última palabra fue tapada por una explosión y luces, y efectivamente Liam hizo bolar otra lámpara, pero con pirotecnia dentro.

—Liam, no —dijo Scott al ponerse en pie y comenzar a correr detrás de la lámpara. Isaac desgastado lo siguió y yo al ver a Allison y Lydia negar con la cabeza reí.

—Definitivamente los bomberos nos matarán —me puse en pie y salí corriendo detrás de Scott e Isaac.

Fue un momento tan divertido, que olvidé completamente lo que hacía ahí, y estoy segura que los demás también. Cuando la noche llegó, todos comenzaron a irse, y debido a que Allison se llevó a Liam y Mason a sus casas, me quedé sola con Scott.

—Ruby —me llamó, lo miré y esperé que continuara—. Gracias.

—¿Por evitar un incendio forestal? —bromeo, él sonríe y asiente.

—Por eso también. Yo la verdad es que estoy agradecido porque al verte aquí junto a nosotros me da a entender que no estoy mal —dice finalmente.

—¿Por qué estarías mal? —fruncí levemente el entrecejo.

—Por querer dejar ir a Stiles —me mira—, es mi hermano; nunca podré agradecerle todo lo que hizo por mí, incluso sabiendo que no fui el mejor en nuestra amistad, pero él sí lo fue, y me enseño tantas cosas. —Una suave sonrisa estaba en su rostro, una que me decía que estaba en paz.

—Me cuesta dejarlo ir —confesé; es obvio por mi comportamiento infantil y egoísta, pero no puedo negarlo. Me destroza dejarlo ir.

—Entiendo eso —dice al verme—, quisiera llorarlo día y noche, quisiera lamentarme todo el tiempo y sentir su presencia día y noche, quisiera verlo y oírlo con su sarcasmo y sus burlas, pero una cosa es dejarlo ir y seguir viviendo, y otra es atormentarme y no recordarlo como se merece.

—Te diría que no lo entiendes, pero eres incluso el que más tiempo estuvo con él —dije finalmente.

—Pero ni siquiera el sheriff lo conoció cómo tú lo hiciste, Ruby. Yo lo conocí como un amigo, el sheriff como un hijo y tú como un hombre. Por eso agradezco tu presencia aquí, porque sé que te duele y, aun así, luchas para resistir el devastador sentimiento de pérdida —me da una sonrisa suave—. Solo deseo que puedas estar bien. Las heridas sanan, pero el golpe no se olvida.

Scott se me queda viendo y solo entonces noto que he estado llorando. Me limpio las lágrimas, pero él me refugia en sus brazos y lloro más.

—Lo extraño tanto —mi voz se quiebra y Scott me acaricia la cabeza y la espalda.

—Lo sé, y está bien —susurra. Seguí llorando, porque a pesar de que esté actuando de una manera linda y comprensiva, no hallo consuelo en sus brazos, porque no son los de la persona que amo.

Y ya no puedo estar en esos brazos porque esa persona se ha ido.

Viajar al pasado para reavivar mis recuerdos me hace sentirlo, pero al despertar en mi presente mi cuerpo comienza a olvidar todo, su tacto y calor, sus ojos en mí, su amor.

He estado practicando mi magia, he estado aprendiendo a viajar a los lugares que quiero ir, a obligarme a permanecer más tiempo, pero me cuesta, me cuesta mucho.

Y temo que la razón por la cual me cueste tanto es porque no lo puedo salvar.

—Scott, ¿sabes algo del sheriff? —pregunté al distanciarme un poco, desde el cementerio que no lo veía.

—Bueno, mi mamá me ha dicho que sigue luchando. De vez en cuando tiene sus bajas, pero permanece firme en su cargo y en su vida. Él igual lleva el dolor como puede —me explica, lo miro unos instantes y asiento.

—Voy a ir a su casa, quisiera hablar con él algo, dile a Allison que puedo ir sola a casa —Scott se sorprendió, pero no me detuvo. Salí de su casa y caminé a la casa del sheriff; había una luz prendida. Dudé cuando estuve a punto de tocar la puerta, porque ¿qué le diría? ¿Fallé?

Carré los ojos con fuerza y di unos toques a la puerta; unos instantes pasaron antes de que se abriera; vi entonces al sheriff con ropa casual mirándome. Se veía mejor, ya no tenía un rostro desgastado y con ojeras; se veía casi como si no hubiese pasado nada.

—Ruby —levantó levemente las comisuras de sus labios y se hizo a un lado para dejarme entrar. Ingresé a la casa y la sentía algo diferente.

—Lamento molestarlo a estas horas —dije al verlo. Él negó.

—No hay problema, puedes venir siempre que quieras —caminó a la cocina y vi muchos papeles sobre la mesa.

—Me quiero disculpar —dije finalmente mientras sujetaba mis manos para evitar temblar completamente. No sé lo que esperaba como respuesta, quizás violencia, ira, llanto, pero el sheriff solo asintió y me dio una suave sonrisa.

—No quiso ser salvado —dijo él al sentarse frente a sus papeles.

—¿Qué? —susurré.

—Stiles me habló antes de que todo sucediese; no lo entendí entonces o no lo recordé hasta ahora, pero me dijo que no volvería y estaba conforme con eso; me pidió que me cuidara y siguiera viviendo por él —me miró—. Y que te diera el Jeep.

—¿Dijo todo eso? —dudé; el sheriff asintió.

—Es Stiles, mi hijo sabe lo que hace; siempre lo supo.

—¿Y no me odia? —las palabras salieron antes de que las pensara. El sheriff levantó su vista a mí y juntó las cejas.

—¿Por amar a mi hijo? ¿Por enseñarle que su vida valió la pena al punto de que no le afectaba perderla? —sonrió leve—. No, Ruby, no puedo odiarte, estoy agradecido de que te conociera, y estoy agradecido de que él esté en paz.

Inspiré aire y mi labio tembló. Mis ganas de llorar aumentaban y necesitaba cambiar la conversación o terminaría siendo reconfortada como Scott lo hizo.

—¿Las llaves del jeep? —pregunté. El sheriff miró a muchos lugares buscándolas con la mirada y finalmente se recordó de algo.

—En su habitación, está en una caja que hay en la repisa, una caja que Stiles dejó para ti —mis manos temblaron al oír eso y asentí. Caminé con cuidado hasta la puerta de su habitación e ingresé.

𝐀 𝐓𝐑𝐀𝐕𝐄́𝐒 𝐃𝐄𝐋 𝐓𝐈𝐄𝐌𝐏𝐎 - Stiles StilinskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora