Capítulo 13: Calma o Tormenta

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Desperté con los primeros rayos de sol filtrándose por la ventana, sintiendo el que la lluvia del día de ayer había dejado. Aún medio adormilada, busqué a Doe a mi lado, pero su lugar estaba vacío. La habitación estaba en silencio, y el abrigo rojo que me había prestado la noche anterior aún me envolvía, ofreciéndome una sensación de seguridad.

Me incorporé lentamente, frotándome los ojos, y fue entonces cuando noté un papel sobre la mesilla de noche. Lo tomé y era una nota de mi...bueno de Doe que tenía una caligrafía bastante enredada.

"Bel, tuve que salir a buscar el desayuno. Si te despiertas antes de que regrese, por favor, espérame. No tardaré. —."

Una sonrisa involuntaria se dibujó en mis labios al leer sus palabras. Dejé la nota a un lado y me levanté de la cama, estirándome un poco antes de dirigirme hacia la ventana. La vista era serena y por un momento, me permití disfrutar de la tranquilidad del amanecer.

Decidí aprovechar el tiempo para darme una ducha rápida. El agua caliente ayudó a despejar mis pensamientos y a relajar mis músculos. Al terminar, me envolví en una toalla y me dirigí nuevamente al dormitorio. Me vestí con la ropa del día anterior y me volví a poner el abrigo de Doe, su olor aún impregnado en la tela, no quería asumirlo pero quería robarme aquel abrigo para tener su olor conmigo siempre.

Me senté en la cama, esperando su regreso, y dejé que mi mente divagara. Pensé en todo lo que había compartido con él la noche anterior, en cómo había abierto mi corazón y revelado mis miedos más profundos. Sentía una mezcla de alivio y vulnerabilidad, pero también una extraña sensación de fortaleza. Por primera vez en mucho tiempo, no me sentía tan sola en mis luchas.

El sonido de la puerta abriéndose me sacó de mis pensamientos. Doe entró con una bolsa de papel en la mano y una sonrisa cálida en su rostro.

—Buenos días, Bel —saludó, acercándose a la cama—. Espero que no haya tardado mucho.

—Buenos días, Doe —respondí, sintiendo una oleada de felicidad al verlo—. No, está bien. ¿Qué trajiste?

—Un poco de todo —dijo, sacando varias cosas de la bolsa—. Croissants, fruta fresca, y café, por supuesto.

Me entregó una taza de café caliente, y sentí su aroma revitalizador llenándome de energía.

—Gracias —murmuré, tomando un sorbo.

—No sabía muy bien que traer la verdad—dijo rascándose la nuca.

—Para ser franca el café estaría genial, pero no suelo desayunar—a lo que en respuesta me miró con un gesto que no pude descifrar del todo

Nos sentamos en la cama, disfrutando del desayuno juntos. Había una paz en el ambiente, una calma que contrastaba con la tormenta emocional de la noche anterior.

—Doe —comencé, después de un rato—. Gracias por estar aquí. Por no haberte ido, no imaginas cuanto lo aprecio.

—Bel —dijo con una seriedad en el tono que alarmaba—. No tienes que agradecerme. Estoy aquí porque quiero estarlo.

Sus palabras, simples pero sinceras, en este corto tiempo me había dado cuenta que él se expresaba con particular sencillez, sin palabras rebuscadas solo queriendo transmitir las cosas de manera precisa. Había encontrado en él un refugio, un lugar donde podía ser yo misma sin miedo ni vergüenza.

Después de terminar el desayuno, nos recostamos en la cama, disfrutando de la compañía mutua.

—¿Qué te parece si hacemos algo especial hoy? —sugirió Doe, rompiendo el silencio—. Tal vez podríamos ir a dar un paseo, disfrutar del día.

Bajo un Cielo de Tréboles y Estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora