Capítulo 25: Amigos

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—¿Cuál dirías que es un sueño que aún no has cumplido? —pregunté mientras me acurrucaba contra él.

—Tener un restaurante —respondió sin titubear, apretujándome un poco más contra su pecho.

Lo observé, viendo la chispa de emoción en sus ojos al hablar de su sueño. Pude sentir la pasión en su voz y la seriedad en su deseo. La idea de Doe con su propio restaurante resonaba profundamente en mí, imaginando cuán feliz sería viéndolo cumplir ese sueño.

—¿Y qué te detiene? —pregunté, acariciando su brazo.

—Supongo que el miedo al fracaso, o no encontrar el lugar adecuado —dijo, mirando al techo como si buscara la respuesta allí.

—Tienes tanto talento —le aseguré—. He probado tu comida y sé que tienes lo necesario para tener éxito, aunque hay un millón de personas más que lo constatan. Deberías empezar a buscar un lugar, aunque sea solo para ver qué hay disponible. ¿Qué tienes que perder?

Doe suspiró, considerando mis palabras mientras sus dedos dibujaban círculos suaves en mi espalda, enviando pequeños escalofríos de placer a través de mi cuerpo.

—Tienes razón —dijo finalmente—. Quizás es momento de tomar el riesgo. No puedo seguir postergándolo.

—Claro que tienes razón —respondí, sonriendo—. Y estaré a tu lado para ayudarte en cada paso.

Me quedé quieta, disfrutando del suave toque de sus dedos en mi espalda y en mi cabello. La ternura de su caricia y la calidez de su presencia me envolvían, haciéndome sentir increíblemente segura y amada. Mientras mi respiración se acompasaba con la suya, mis ojos comenzaron a cerrarse y me sumergí en un sueño tranquilo.

A la mañana siguiente, me desperté perezosamente. Sentí el peso reconfortante del brazo de Doe alrededor de mi cintura, y al girarme para verlo, me recibió con una sonrisa somnolienta.

—Buenos días —murmuró, acercándose para besarme suavemente en los labios.

—Buenos días —respondí, sintiéndome renovada por la calidez de su saludo.

Después de un desayuno rápido, decidimos empezar la búsqueda. Armados con listados de locales comerciales y una buena dosis de entusiasmo, recorrimos la ciudad en busca de posibles lugares para el restaurante de mi pareja sentimental.

Nos pasamos el día revisando locales, explorando calles llenas de vida y entrando en oficinas de bienes raíces. Cada lugar ofrecía algo nuevo y emocionante, desde pequeñas cafeterías en rincones tranquilos hasta grandes espacios en el centro de la ciudad. Las discusiones sobre la decoración, el menú, y la atmósfera ideal se convirtieron en una danza de ideas y sueños.

—Este podría tener potencial —dijo Doe en un momento, señalando un pequeño local en una esquina con grandes ventanales y un letrero antiguo.

Nos detuvimos a observarlo. Había algo encantador en el lugar: una mezcla de historia y posibilidad. Las ventanas permitían una vista generosa de la calle, llenando el espacio de luz natural. Me imaginé a Doe cocinando en una cocina abierta, el aire lleno de los aromas de sus deliciosos platillos, y a los clientes disfrutando de un ambiente acogedor y vibrante.

—Me gusta —dije, visualizando mesas acogedoras, sillas confortables, y el sonido de conversaciones felices llenando el lugar—.

Doe asintió, sus ojos brillando con la emoción de la posibilidad. Entramos al local, donde un agente de bienes raíces nos saludó con una sonrisa profesional. Mientras Doe y el agente discutían detalles, yo recorría el espacio, sintiendo el ambiente, visualizando cómo sería con mi novio al mando, se sentía irreal llamarlo así.

Bajo un Cielo de Tréboles y Estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora