Capítulo 3: Revelaciones

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No podía creer que fuera el, me resultaba conocido al final dejo su pelo amarrado y lo cortó lo que marcaba aún más sus facciones. Estaba teniendo un pequeño infarto, para mi suerte no me había reconocido y esperaba honestamente que ni siquiera recordara un vestigio de nuestro pequeño intercambio años antes.

Un murmullo de expectación recorrió la cocina cuando el hombre de traje se acercó a Doe, quien ahora estaba completamente inmerso en la tarea de preparar un Petit Gateau.

— Lo que esperamos de ti hoy es un conversatorio sobre tu experiencia culinaria —dijo el hombre de traje con voz grave y autoritaria.

— No se me dan bien las palabras, pero lo máximo que obtendrán de mí hoy es una receta en vivo —respondió Doe con una sonrisa de suficiencia.

Observé con fascinación cada paso que daba y cómo se movía con destreza entre los utensilios de cocina, su concentración absoluta en la tarea a mano era evidente. El aroma tentador del chocolate impregnaba el aire, despertando su amor por ese dulce aquello estaba siendo sin dudas una tortura.

Mientras esperaban que los Petit Gateau se cocinaran en el horno, se acercó con paso firme y aprovechó el tiempo para dirigirse a la multitud reunida en la cocina.

— Ser chef es un trabajo de sacrificio —comenzó Doe, captando la atención de todos los presentes—. Ni siquiera asistí a una gran escuela de cocina. Seguí mi pasión después de muchos baches, sin saber en qué dirección dirigirme en la vida.

Me sentía cautivada por las palabras de Doe, su sinceridad y humildad eran refrescantes en un mundo tan competitivo como el de la cocina y teniendo una trayectoria tan grande. Cada palabra resonaba con verdad y experiencia, haciéndola reflexionar sobre sus propios sueños y aspiraciones.

— La suerte es para gente mediocre —continuó Doe, su tono firme y convincente—. Hay que amueblar el cerebro, aprender y, sobre todo, ponerle amor a lo que haces.

Las palabras de Doe resonaron en el silencio de la cocina, dejando una profunda impresión en todos los presentes. Sentí un remolino dentro de mi, la ansiedad se apoderaba de cada pequeño espacio de mi cuerpo, ¿Qué había hecho yo para perseguir mis sueños? Aunque si lo hubiera hecho no hubiera llegado ni a la esquina de mi casa, no soy lo suficientemente buena como para lograr algo convincente.

— Si estás aquí por obligación o por las expectativas de los demás, olvida a lo que viniste y sal por esa puerta a perseguir lo que realmente quieres —concluyó Doe con un gesto final.

El silencio que siguió fue roto por el sonido del horno, el aire en la aglomeración de personas allí se sentía extremadamente pesado para que mis pulmones pudieran procesarlo. Me escabullí del lugar como pude y me dirigí al auto, sabiendo que no era el mío y que no tenía llaves, así que acabé por sentarme en la acera hasta que Doe saliera de allí.

Aquella vez en la fiesta no era la primera vez que lo veía o que alguien hablaba de él y yo lo escuchaba (muchísimo antes de todos estos premios de cocina). Había dos chicos cuyo nombre desconozco que siempre estaban en la sala de informática de la escuela, acceso que yo no tenía por ser unos años menor que ellos. Los números siempre llenaban sus pantallas y al lado estaba la sala de música. John siempre pasaba a buscarlos saliendo de sus clases, pero un día parecían especialmente preocupados por él.

Los escuchaba al pasar, y la curiosidad mató al gato. Nunca entendí por qué solo unas semanas después parecía haber dejado de asistir a aquel lugar de forma abrupta.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos al ver cómo alguien se acercaba a mí lentamente. Al levantar la vista, tragué en seco y cada uno de los músculos de mi cuerpo estaba en alerta.

Bajo un Cielo de Tréboles y Estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora