Capítulo 15: Si de caricias se trata

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Después de terminar la cena, Doe se levantó de la mesa y recogió los platos, llevándolos al lavavajillas. Mientras él estaba ocupado en la cocina, aproveché el momento para levantarme también y acercarme sigilosamente por detrás. Cuando estaba cerca, lo abracé por la espalda, rodeándolo con mis brazos con suavidad.

Desde esa perspectiva, pude ver su rostro reflejado en la ventana de la cocina, iluminado por la luz tenue que se filtraba desde la sala de estar. Observé sus rasgos, sus ojos concentrados en la tarea que tenía entre manos y su cabello despeinado. En ese momento, lo encontré increíblemente guapo, con esa combinación perfecta de masculinidad y seriedad que siempre me había atraído hacia él.

Con mi voz apenas por encima de un susurro, le confesé:

—Tú también me gustas—. La declaración flotó en el aire, cargada de emoción y vulnerabilidad. Esperé ansiosamente su reacción, preguntándome qué pensaría de mi confesión.

Con las manos aún húmedas del lavado de platos, se volteó hacia mí y con determinación las enredó en mi nuca. Sin decir una palabra, me atrajo hacia él y nuestros labios se encontraron en un beso necesitado, cargado de una intensidad que nunca antes habíamos experimentado juntos. Era diferente a los demás, lleno de pasión y anhelo, como si estuviéramos compartiendo algo más profundo y significativo que palabras. Nos entregamos al momento, dejando que nuestras emociones fluyeran libremente en ese beso que parecía sellar algo importante entre nosotros.

Sin separarnos, nos dirigimos a la habitación, sentía mis labios completamente hinchados por los besos cuando llegamos a mi habitación. Él me apartó un poco solo para abrazarme, con la cabeza hundida en mi cuello.

—No voy a hacer nada que no quieras, Beli—, dijo, y un millón de pensamientos inundaron mi mente, desatando mis inseguridades. Nunca me había considerado especialmente guapa.

—¿Qué piensas?—preguntó, levantando mi cabeza con su pulgar, haciendo que nuestros ojos se encontraran.

—Me daría vergüenza que me vieras... sin ropa. Nunca he hecho nada después de lo que sucedió y tampoco es que sea guapa yo...

—Bel, eres hermosa, y no me cansaré de repetírtelo. Pero no necesariamente tengo que quitarte la ropa para hacerte disfrutar—, afirmó mientras retomaba los besos, que pasaron de ser suaves a ansiosos y necesitados.

Sentía el calor subir por todo mi cuerpo constantemente. —No tengas miedo —me susurró mientras me daba la vuelta y besaba mi nuca, quedando justo delante del espejo.

—Déjate llevar, solo siente mis besos en tu piel —agregó, y no tenía ni siquiera que decírmelo.

—Quiero que te mires—Su voz estaba tan ronca que me hacía erizar la piel.

Y lo hice. Estaba completamente ruborizada, mi cabello era un desastre y mi respiración estaba agitada.

Sentía su mano andar por mis costillas mientras se deslizaba por debajo de mi ropa. — Si quieres que pare en algún momento, solo dilo — dijo a la vez que continuaba tocándome.

Asenti, pero la realidad es que no quería que se detuviera. Fue caminando hacia atrás, conduciéndome junto con él hasta que quedamos él sentado sobre mi cama y yo sentada sobre sus piernas. No había parado ni un segundo sus caricias, y sentía calor recorrerme por todos lados. Su erección contra mí trasero lanzaba olas de electricidad a mi cuerpo que no podía controlar.

Bajo un Cielo de Tréboles y Estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora