En cuanto la princesa me dio la lista salí a comprar lo que ella necesitaba, ya había un caballo ensillado para mí.
Al ir en caballo llegué más rápido al pueblo, no faltaba mucho para que los puestos se quitaran, fui lo más rápido posible para conseguir las cosas que la princesa necesitaba, estaba feliz por conseguir casi todo cuando unos guardias del palacio me interceptaron.
— Tienes que venir ahora con nosotros – el guardia me tomo del brazo haciendo que tirara la canasta con las cosas de la princesa.
— Pero aún no termino, solo me falta...
El golpe en mi mejilla hizo que me callara – Es una orden del rey.
Me subieron al caballo de uno de los guardias y cabalgamos a toda velocidad hacia el castillo.
Me llevaron a mi habitación casi arrastrándome por todo el castillo y me encerraron ahí.
Poco tiempo después entró el rey furioso con la canasta que había tirado anteriormente en el pueblo.
— Te voy a dar una oportunidad y respóndeme con la verdad – aventó la casta, la cual callo a mi lado - ¿Por qué no te tomaste el maldito té para abortar?
— Esas cosas no son mías, son de la princesa ella...
No me dejo explicarle, solo me tomo del cabello y me arrastro por los pasillos del palacio, el camino fue doloroso y humillante, los sirvientes del lugar me veían con burla y algunos se reían de mí.
Llegamos a la gigantesca puerta de metal junto a los calabozos, sabía que era la habitación de tortura aventándome al piso, una vez llegamos al lugar.
Me levanto del piso aun sin soltar mi cabello y una vez que la puerta fue abierta el rey me aventó dentro de la habitación provocando que volviera a caerme, pero esta vez sentí un fuerte dolor en las rodillas.
La mirada de las personas presentes en la habitación recayó sobre mi sintiéndome aún más humillado.
– Este castigo será por difamar a mi princesa, durante dos días serás azotado cada hora.
Me levanté como pude del piso, me llevo a rastras a una mesa en donde me ato boca debajo de tal modo que no pudiera moverme, arranco la parte superior de mi ropa dejando al descubierto mi espalda.
– Los primeros y últimos 100 azotes te los daré yo, los demás te los darán los guardias – tomo un flagelo, de mango corto, con varias cadenas finas de hierro que terminaban en pequeños trazos de madera que parecían la boca de un pez – Sí emites sonido alguno se aumentarán 5 latigazos más
El primer golpe resonó por todo el lugar, al igual que el grito que solté debido al dolor, su risa se escuchó por todo el lugar lanzando otro golpe en mi espalda, solo habían sido dos golpes y yo sentía como si hubieran sido mil.
Así siguió la tortura, cada vez me golpeaba con más fuerza hasta llegar a los 100 azotes.
Mi piel estaba roja y llena de pequeños cortes que sangraban por la fuerza y brutalidad con la que fui golpeado.
– Los guardias tampoco tendrán piedad contigo – jalo mi cabello para que mi mirada chocara con la suya – Si esto no te mata, podrás pedir un doctor para que cure tus herias.
Se fue riendo, me sentía muy débil y adolorido, sabía que no iba a sobrevivir a tal tortura, era demasiado, no había escuchado de alguien que sobreviviera a más de 100 azotes.
Cada hora entraba un guardia diferente a imponer el castigo, algunos me golpeaban con fuerza y otros con un poco de más gentileza, pero aun así provocándome daño, algunos otros no me azotaban, pero se aprovechaban de la posición en la que estaba y me violaban, yo solo esperaba que la tortura terminara pronto y pudiera salir con vida.
Me sentía con menos fuerza, cada hora llegaba un guardia a azotarme, no sabía cuánto tiempo llevaba ahí, cada que la puerta se abría mi cuerpo comenzaba a temblar de miedo.
Estaba muy asustado, no había pasado mucho tiempo desde que el guardia se fue cuando la puerta volvió a abrirse.
– me encanta que estés así, a mi merced – pude reconocer la voz de Keng nuevamente – Ahora sí poder hacerte mío.
Paso el flagelo por mi mejilla de manera suave, haciéndome temblar de miedo.
- pero primero te castigaré por hacerte el difícil – el primer azote fue muy fuerte que me hizo gritar de dolor.
Los golpes eran dados con la misma intensidad que el primero haciéndome sentir en el infierno, me sentía muy débil y mi cabeza daba vueltas, sentía que en cualquier momento perdería la conciencia o moriría.
- es momento de divertirme con tu lindo cuerpo – susurro en mi oído, haciéndome temblar del miedo por sus palabras, y así como lo dijo me violo, no sintiéndose satisfecho con la primera vez volvió a hacerlo – Me encanto hacerte mío – beso mi cuello haciéndome sentir asco – Te buscaré en otra ocasión para volverlo hacer contigo.
Se fue del lugar riéndose a carcajadas, ya no tenía voz ni fuerzas para llorar, ya solo esperaba que la muerte viniera por mí.
- Sí que eres resistente niño – la voz del rey inundo la habitación – Me sorprende que no estés muerto para este momento – la burla e ira en su voz me causaba escalofríos – veamos si puedes resistir los últimos 100 azotes.
Un golpe fue dado en mi espalda de manera brusca, mis gritos parecían más un susurro, las fuerzas se iban escapando de mi cuerpo con cada azote que me daba, al noveno golpe solo sentí mi cuerpo liviano y todo se volvió negro, me sentía en paz, pues sabía que había escapado de ese tormentoso lugar, aunque fuera muerto, ya no iba a sufrir los abusos y humillaciones del rey hacia mí.
ESTÁS LEYENDO
Rosas negras
FanfictionHace mucho tiempo, cuando el país estaba dividido en 6 grandes imperios, existió un rey tan malvado como el mismo demonio, nadie se atrevía a cuestionarlo. Para su mala fortuna un pequeño chico quedo atrapado en ese terrible reino, tanta fue su tort...