Capítulo 6

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Cada vez me sentía con menos fuerza, no sabía cuánto tiempo llevaba ahí, tenía mucha sed y hambre.

Estaba muy cansado que no podía mantener los ojos abiertos por mucho tiempo, mi voz salía como un susurro y mi cabeza dolía horrible, a lo lejos escuche la puerta de la habitación abrirse.

— Nunew – la voz de Tutor me tranquilizo un poco.

Se acercó a donde yo estaba, desato mis manos y me ayudo a incorporarme y sentarme – Tai y yo estamos muy preocupados por ti.

— Estoy bien – mi voz se escucha muy rasposa – ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

— Un día y medio – mis esperanzas de que el castigo terminara pronto se esfumaron de inmediato – Traje un poco de comida.

Me acerco un pan y agua, era poco, pero yo estaba inmensamente agradecido por ello, tomé el pan y comencé a devorarlo.

— Despacio, vas a atragantarte – al escucharlo me avergoncé y comí con tranquilidad hasta que recordé el castigo y me preocupé por lo que pudiera pasarle a Tutor.

— Lo siento, estarás en problemas por mi culpa – estaba avergonzado y me sentía muy mal por la situación.

— No te preocupes, el rey Zee no puede hacer mucho contra mi hermano o contra mi – su sonrisa era tranquilizadora – sigue comiendo.

Asentí levemente y terminé el pan y bebí el agua – Estoy realmente agradecido contigo.

— No agradezcas – sonreí levemente ante sus palabras – tengo que amárrate de nuevo lo siento – me amarro de nuevo por las muñecas – Resiste un poco más, ya casi termina tu castigo.

— Lo intentaré.

— Encontré esta rosa en tu puerta, no había visto rosas negras antes – vi la rosa con una leve sonrisa.

— Podrías ponerla en el florero, por favor – asintió y la puso en el florero junto a las demás rosas.

— Resiste un poco.

Asentí con tristeza, sabía que no faltaba mucho para que uno de los guardias viniera a comprobar mi estado y que no pensara en escapar.

La primera vez logre desamarrar la cuerda para no sentirme tan incómodo y me gane unos cuantos azotes con un palo.

— Deberías irte ya, no quiero meterte en problemas – me preocupé por su bienestar, estaba arriesgándose mucho al estar aquí.

Solo escuché los pasos, alejarse y la puerta cerrarse, comencé a llorar por todo lo que estaba pasando, solo llevaba unos días aquí y mi vida ya era un infierno.

Escuché la puerta, abrirse de nuevo – Mira nada más, el niño bonito está aquí siendo castigado – pude reconocer la voz de Keng – Quien diría que estrías aquí a mi completa disposición.

Paso un látigo de cuero por mi mejilla de manera suave, haciéndome temblar de miedo.

— Esto te lo mereces por no haber bailado conmigo cuando lo pedí – El primer azote fue muy fuerte que me hizo gritar de dolor.

Los golpes eran dados con la misma intensidad que el primero haciéndome sentir en el infierno, me sentía muy débil y mi cabeza daba vueltas, sentía que en cualquier momento perdería la conciencia.

— Estaré esperando a que te recuperes lindos, le dices algo al rey y estarás muerto – susurro en mi oído, haciéndome temblar del miedo por sus palabras.

Estaba esperando lo peor, mis ojos pesaban cada vez más y mi vista se nublaba, no paso mucho tiempo cuando la puerta volvió a ser abierta.

— Sí que eres resistente niño – la voz del rey inundo la habitación – Me sorprende que no estés muerto para este momento – su mirada mostraba sentimientos que no podía descifrar – ¿Quién te hizo esto?

- No lo sé – fue lo único que alcance a decir antes de perder la conciencia por la falta de agua y los azotes dados con anterioridad.

Abrí los ojos al sentir los rayos del sol en mis ojos, creí que se trataba de una horrible pesadilla hasta que intente levantarme y un horrible dolor en mi espalda me saco un gemido adolorido.

— No te levantes – la vos de Tai llamo mi atención, me sentí un poco decepcionado al caer en la realidad de que nada había sido solo una pesadilla – El doctor dijo que debías descansar por lo menos tres días para que tus heridas se recuperaran en su totalidad.

— Gracias por cuidarme – lo miré – ¿Y Tutor? – estaba preocupado por él.

— Él está bien, está ayudándole al rey con algunos asuntos – me sentí aliviado por lo que dijo – Debes de tener hambre, iré por tu comida.

Salió de mi habitación dejándome solo, con cuidado me acomodé en la cama soltando pequeños quejidos de dolor, me suponía que las heridas menores ya se habían curado, pero las más profundas tardarían en sanarse y me causarían molestia por un largo tiempo.

— Come despacio — Tai regreso con la comida, le agradecí y comí en silencio – Tengo que irme, pero regresaré más tarde con la cena.

Asentí levemente, acaricio mi cabello y se fue, comí despacio, la comida no me sabía a nada, mis pensamientos volaban entre mis recuerdos de hace 15 años con los recientes.

Solté pequeñas lágrimas, todos los recuerdos eran tormentosos y llenos de dolor, quería que todos ellos fueran solo pesadillas, pero las marcas recientes y el dolor en mi espalda me recordaban que todo era real y que no me esperaba nada bueno dentro del castillo.

— Debo de admitir que admiro tu persistencia y el aferrarte a la vida – el rey se acercó a la cama – No creí que un niño como tu pudiera soportar tanto – se sentó en el borde de la cama.

— Mi princesa pidió piedad por ti al enterarse de tu castigo y me pidió que te dejara descansar – su mirada tenía múltiples emociones que no sabía descifrarlas – ¿Estás seguro de que no sabes quién fue la persona que te golpeo con tanta saña?

— No su majestad — mentí con miedo de lo que me podía pasar si le decía al rey quién fue.

— Debes descansar, por una semana no tienes que hacer ninguno de tus deberes, le pediré a alguien mas que los haga.

Dicho eso se fue, me sentí en paz al no tener su presencia en la habitación. Me sentía muy agradecido con la princesa por ese acto de generosidad que tuvo conmigo a pesar de que arruine su boda.

De todos, ella ha sido la única que fue amable conmigo desde que llegue a este lugar.

Rosas negrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora