Robert mira su reloj, sabiendo que llegó temprano. Su taza de café se está enfriando frente a él, pero no tiene ganas de tomarlo antes de que llegue la persona que está esperando.Hace dos días besó a Pablo. Si es que puede llamarle beso a la manera en la que le comió la boca a su conejito hasta dejarlo sonrojado y jadeante, tan aturdido que parecía borracho.
Pablo había querido continuar besándose, pero había aceptado cundo Robert le dijo que fue suficiente por un día. Acordó entonces darle un beso cada que se vieran, lo que dejó a su conejito brillando de felicidad.
No puede arrepentirse por lo que hizo. La culpa jamás llegó, y se odia más profundamente por eso. Necesitaba hablar con alguien sobre la situación, necesitando otra perspectiva para saber que hacer.
La silla vacía frente a él es ocupada, sacándolo de sus pensamientos para darle una sonrisa al recién llegado.
—Hola.
—Hola. —Él sonríe, dejando un vaso con café frente a él. —¿Estás bien? Te ves... Bueno, no digo que no seas guapo, pero te ves cansado.
Suspira, pasando una mano por su cabello en un intento por verse menos como la mierda que se siente. Se toma unos minutos para solo mirar el líquido oscuro en su taza, sin saber cómo explicarlo todo.
—Pablo se enteró.
Es la mejor manera de resumirlo. Se pierde la expresión de sorpresa e incredulidad del otro.
—Oh Dios. ¿Cómo se lo tomó?
—Mejor de lo que esperaba. Pero... Él... Él dice estar enamorado de mi...
Las palabras suenan raras una vez que las dice en voz alta a otra persona, las hace todavía más reales.
—¿Lo dudas? Podía ver las estrellas en sus ojos cada que te veía, por algo le caía tan mal.
A pesar eso, sonríe. Incluso Marco pudo darse cuenta y él no, por no querer aceptarlo por la diferencia de edad.
—Es solo un niño. —Es la única excusa que le queda para seguirse diciendo que no, que debe explicarle a Pablo que no puede volver a suceder.
—Pero cuando deje de serlo, tendrás que respetar sus decisiones. Puede que sea joven, pero no puedes invalidar lo que siente.
Marco bebe de su café, dándole una mirada y después un suspiro, tomando su mano. Robert observa sus dedos acariciar su marca cubierta por los brazaletes.
—El niño claramente te adora y tú a él. Lo supe el día que compartiste tu marca conmigo, que jamás amarás a nadie de la forma que lo amas a él. Y no te lo estoy reclamando, tonto terco.
Se ríe, Marco también deja escapar una pequeña risita. —Mi punto es que sus sentimientos no son menos reales por su edad. Y los tuyos no te vuelven una mala persona.
—Gracias, Marco, en verdad lamento no poder corresponderte antes.
—No tienes que disculparte. Además... Encontré a mi alma gemela.
Marco lo dice con las mejillas rojas cuál manzanas. Robert a penas abre la boca para preguntarle cuando él empieza a hablar, muy emocionado mientras le cuenta sobre el primer encuentro con su alma gemela y como sintió que todo había caído en su lugar cuando se dieron la mano.
Robert se despide dos horas después, caminando hasta la casa de Pablo sintiéndose más ligero que en años. Todavía hay dudas persistentes en su cabeza, pero cuando piensa en llegar y abrazar a su alma gemela, no siente llegar el asco por sí mismo.
Pablo lo recibe lanzándose a sus brazos, Robert tiene que cargarlo para llevarlos a ambos adentro y hasta su habitación. Pablo se niega a bajarse durante el camino, con sus piernas enredadas en su cintura y restregando una mejilla contra la suya.
Entra a la habitación, notando el desorden de sábanas sobre el suelo junto a algo de ropa.
—¿Te interrumpí ordenando la habitación?
—¡No! Eso es... No es nada.
Pablo se apresura a bajar, agarrando todo en una bola apretada que patea debajo de su cama. Robert solo lo mira, divertido por su actitud torpe y nerviosa.
—Está bien... ¿Qué tal estuvo tu día?
—Bien. ¿Y el tuyo? ¿Con quién saliste?
No puede evitar reírse por esa pregunta cuando Pablo sonó tan molesto mientras trataba de ser sutil.
—Con Marco. Necesitaba hablar con él.
—No entiendo por qué sigues siendo amigo suyo —Pablo responde, cruzándose de brazos, enojado.
Se recarga contra la pared, metiendo las manos en los bolsillos del pantalón, le dedica a Pablo una sonrisa, viendolo sonrojarse. —¿Celoso, mi conejito?
Pablo parece atragantarse con la nada, negando con el rostro rojo y frunciendo más el ceño cuando Robert se ríe.
—No es divertido.
—Lo es. Tú, mi alma gemela, celoso de un amigo que ya encontró a su alma.
—Todavía no me gusta.
—Ven aquí. —Pide, extendiendo el brazo derecho para que Pablo lo tome.
Su conejito lo hace, deslizando una mano pequeña contra la suya. Robert lo atrae para abrazarlo, besando una de sus mejillas y mirándolo con el cariño visible en los ojos.
—No tienes que estar celoso de él. Es a ti a quien quiero.
Pablo sonríe, tomándolo de los hombros para estabilizarse al ponerse de puntillas. —¿Bésame?
Lo hace, deja un casto beso sobre sus labios brillantes, sonriendo ante la mirada molesta de Pablo, su sonrojo lo hace ver menos amenazante de lo que quiere parecer.
—Así no.
—Pediste un beso.
—Si, pero... —Desvía la mirada, sus manitas arrugando su ropa dónde lo sostiene. —Quiero que me beses como lo hiciste ese día... S-se sintió bien...
No quiere detenerse a pensar de que formas se sintió bien para Pablo. Lo toma del rostro, invirtiendo sus posiciones para que sea él quien este presionado contra la pared. Apoya una mano al lado de su cabeza, sin dejar de acariciar su mejilla con la otra.
Junta sus labios en un beso suave al principio, saboreando la inexperiencia de Pablo junto a su dulzura. Pablo hace un sonidito que Robert se bebe, lamiendo su labio inferior.
Pablo lo deja entrar, puede sentir el aumento de su temperatura en sus mejillas. Mantiene el beso lento pero intenso, enredando sus lenguas y chupando su labio inferior cuando se separa para dejarlo respirar, volviendo a besarlo a los pocos segundos.
Pablo se ve como un desastre cuando al fin se separan, luciendo tan arruinado solo por el un beso que Robert se pregunta que pasaría si...
—¿Otro?
Le sonríe, volviendo a juntar sus labios.
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Bunny
FanfictionY es que el universo debía estar equivocado con esto, no había otra explicación. ¿Por qué su alma gemela era un niño dieciséis años menor que él? ••• • Robert Lewandowski x Pablo Gavira.