Recuerdo con claridad el día que conocí a Pedro. Era una tarde de verano, cálida y luminosa. Nuestro amigo en común, Javier, había organizado una barbacoa en su casa para reunir a todos los amigos después de meses de no vernos. Llegué temprano para ayudar con los preparativos, sin imaginar que ese día cambiaría mi vida para siempre.—"Holly, ¿puedes ayudarme con las bebidas?"—, me pidió Javier, mientras terminaba de encender la parrilla.
—"Claro, Javi. ¿Dónde están?"—, le respondí, dirigiéndome a la cocina.
—"En la nevera. Ah, por cierto, hoy viene un amigo mío que no conoces. Se llama Pedro. Es un tipo genial, estoy seguro de que te caerá bien."—
No le di mucha importancia en ese momento. Estaba más concentrada en no dejar que el hielo se derritiera antes de que llegaran todos los invitados.
Un par de horas más tarde, la casa de Javier estaba llena de risas y conversaciones. Estaba en la cocina, sirviendo unas cervezas, cuando vi entrar a un hombre que no conocía. Era alto, de complexión fuerte, con una sonrisa que iluminaba la habitación. Sabía que debía ser Pedro.
—"Hola, soy Pedro."—, dijo extendiendo su mano.
—"Holly. Encantada."—, respondí, estrechando su mano y sintiendo una conexión inmediata.
—"Javier me ha hablado mucho de ti. Dice que eres la mejor cocinera del grupo."—, comentó con una sonrisa.
—"Bueno, Javi exagera. Pero sí, me gusta cocinar. ¿Te apetece una cerveza?"—
—"Claro, gracias."—
Pasamos buena parte de la tarde charlando. Pedro era encantador, divertido y tenía una manera de hacerme sentir cómoda y especial. La conversación fluía con facilidad, como si nos conociéramos de toda la vida.
—"¿Siempre eres así de encantador o es solo porque hoy tienes buen día?"—, le pregunté en tono de broma.
—"Solo en los días soleados y cuando conozco a alguien interesante."—, respondió, guiñándome un ojo.
—"Entonces me siento halagada."—
Javier se nos unió en ese momento, con una gran sonrisa en el rostro.
—"Veo que ya se conocen. Holly, te dije que te llevarías bien con Pedro."—
—"Sí, parece que tenías razón."—, admití, sintiendo una extraña calidez en mi pecho.
La tarde se convirtió en noche y, antes de darnos cuenta, estábamos sentados en el jardín, hablando de todo y de nada. La conexión entre nosotros era innegable y, aunque Pedro mencionó que tenía novia, eso no impidió que nuestra amistad comenzara a florecer.
***
Esa noche, al regresar a casa, no podía dejar de pensar en Pedro. Sabía que estaba cruzando una línea peligrosa, pero la química entre nosotros era algo que no podía ignorar. Nuestra amistad creció rápidamente, y aunque siempre hubo una atracción latente, ambos respetamos los límites que su relación imponía.
—"No sé cómo lo haces, pero siempre logras que me sienta mejor."—, le dije una vez, después de una conversación especialmente reconfortante.
—"Tú también tienes ese efecto en mí, Holly."—
Eran esos momentos los que hacían que nuestra conexión fuera tan especial. Una amistad pura y profunda, aunque siempre existía esa chispa que ninguno de los dos podía negar.
Ahora, mirando hacia atrás, entiendo que ese día en la barbacoa fue el comienzo de todo. La primera vez que nuestras vidas se cruzaron, el inicio de una amistad que cambió nuestras vidas para siempre. No sabía entonces lo complicado que sería nuestro camino, pero sí sabía que Pedro había llegado para quedarse en mi corazón.
Hoy, mientras reflexiono sobre ese encuentro, me doy cuenta de que, a pesar del dolor y la distancia, los recuerdos de esos primeros días siempre serán un tesoro que guardaré con cariño. A veces, el destino nos lleva por caminos difíciles, pero siempre podemos encontrar belleza en el comienzo de nuestra historia.
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Rekindling love (Pedro Pascal)
RomantizmUna historia de amor, pérdida y redención donde los errores del pasado forjan un futuro incierto.